La destrucción creativa de Caputo

(Por Ernesto Hadida*).- La administración Milei avanza en el modelo de destrucción creativa que le prometió al electorado y desde el 10 de diciembre a esta parte demolió gran parte de la estructura económica, social y política que durante años dominó el status quo local. Pero si lo que decía Borges sobre la literatura -reescribir no sólo es copiar, sino que repetir un texto en un contexto histórico distinto tambien lo convierte en otro- se aplica a la economía, entonces la idea de «destrucción creativa» que fuera acuñado por Joseph Schumpeter y ahora es usado por los libertarios para llevar adelante la «refundación del pais» sera algo totalmente distinto a lo que pensó el economista austriaco.

En estricta verdad, Schumpeter sostuvo en su libro «Capitalismo, Socialismo y Democracia», publicado en 1942 que la destrucción creativa es una de las bases de la economía del mercado, por lo que el Gobierno no puede ni debe detener ni dirigir la innovación, y que para que la destrucción creativa exista se requieren dos elementos, la creación y destrucción. Y aunque el cierre de una empresa puede ser una tragedia para sus empleados,para Schumpeter eran parte esencial de la dinámica del capitalismo. Quebrar, como destruir, tienen un lado positivo, era el lema del austriaco. Algo que los economistas de Milei aplican sin prisa y sin pausa sobre la herencia del kirchnerismo.

Pero lo cierto es que las cuatro cargas explosivas con las que el equipo de Caputo puso todas sus esperanzas para dinamitar el edificio económico que el kirchnerismo y en parte el macrismo construyeron en los últimos 20 años, no estarían teniendo del todo los efectos deseados por el Palacio de Hacienda. En rigor de verdad, los economistas tradicionales llaman «anclas» a las políticas económicas que se usan para fijar la economía y que no se vea arrastrada por las crisis en el océano de incertidumbre que hace más de una década sacude el descascarado barco de la sociedad argentina. Pero en los hechos, en el plan Caputo estas anclas operan más como explosivos que buscan hacer caer todo el andamiaje económico del kirchnerismo.

Es así que las cuatro cargas que usó el gobierno hasta ahora para implosionar la vida económica, parecen todavía no estar derrumbando lo que se desea. Y es que la primera carga que puso el gobierno, la fiscal, dicen los más críticos, está basada en la cesación en la cadena de pagos del Estado. No es que no estalla, sino que explotó a medias: y es que durante el primer trimestre del año el recorte de los gastos primarios alcanzó más del 37% en
términos reales, siendo los rubros más afectados por la “motosierra» de la destrucción creativa el gasto en capital (-87,3%), las transferencias a las provincias (-77,5%), los subsidios (-46,6%) y las transferencias a las Universidades (27,8%).

Todo una explosion que parece que es muy creativa y amenaza con volver: desde el freezamiento de los aumentos de gas para no aumentar el golpe a la clase media, pasando por la promesa a los gobernadores para que aprueben la Ley Bases en el Senado hasta la marcha atrás con el recorte en las Universidades luego de la multitudinaria marcha que algunos dicen que fue de casi un millón de personas en defensa de la universidad pública.

Tampoco está claro como continuará la licuadora sobre las prestaciones sociales, especialmente en las jubilaciones y pensiones, que durante el primer trimestre de 2024
recibieron un 38% de quita. Solo los despidos de más 10 mil empleados públicos y los aumentos sustancialmente por debajo de la inflación para los salarios del sector público parecen haber sido realmente demolidos.

Pero tampoco estaría funcionando la segunda carga para demoler la base sindical del edificio del atraso que armó la política desde 1983: y es que no todos los salarios están perdiendo contra la inflación, aunque en Economía se negaban a homologar los acuerdos. De hecho, algunas ramas importantes de los trabajadores han logrado ganarle a la evolución de los precios (UOM, SMATA, Farmacéuticos, Camioneros), como recientemente reconoció el mismo presidente Javier Milei. Las cláusulas de actualización que indexan plenamente el salario a la inflación (como el caso de Bancarios o Petroleros) evitan el plan de dinamitar salarios para bajar la inflación.

Para colmo de males, la otra carga para la destrucción creativa, la cambiaria, no está funcionando muy bien. Mayo es el mes en que deberían comenzar a ingresar los dólares por la liquidación de la cosecha gruesa. El Consejo Agrario Argentino ya le dijo a Caputo que con el dólar 80% por el mercado oficial y 20% por CCL se va a liquidar las exportaciones para cubrir costos operativos. Por eso quizás en el primer cuatrimestre de 2022 liquidaron 11.000 millones de dólares y en este de 2024, solo 6.500 millones de la misma moneda.

La última y acaso más poderosa carga de demolición, la monetaria, también está floja. Muchos en el campo le piden al ministro que vuelva a devaluar – que acelera el crawling peg o devaluación mensual del peso al 8%, como sugiere el FMI–, medida que Caputo resiste en público y privado, incluso más que una reducción de las retenciones, que haría colisionar de frente el objetivo oficial del equilibrio fiscal. Tampoco está muy claro quién le prestaría a la Argentina, y menos aún que un endeudamiento externo garantice los dólares necesarios para sostener el tipo de cambio actual – que muchos, menos el gobierno, ven cada vez más atrasado- mientras que la promesa de levantar el cepo cambiario, que recomiendan todos los economistas locales y extranjeros, solo sigue en el terreno de la tierra prometida.

Dado que el financiamiento del mercado aún no aparece, que el FMI se muestra reticente a desembolsar nuevos fondos y que el gobierno ha hecho todo lo posible para llevarse mal con China- quien debe renovar un SWAP de casi 6000 millones de dólares para mantener el nivel de reservas en el Banco Central con respirador artificial- nadie apuesta a que dinamitar el pilar monetario del BCRA y su desbalance sea posible.

Dicen quienes conocen al ministro que se aferra al atraso cambiario para atraer fondos de corto plazo para que entren en el mercado a bajas tasas de interés en pesos, que a pesar de las bajas de tasas, otorgan retornos en dólares cuantiosos. Pero muchos recuerdan que jugar con eso que se llama «carry trade» fue una salida de fondos masiva, que ya experimentó Caputo en abril del 2018, cuando bancos inversores – entre ellos el JP Morgan, con quien se se esta buscando un nuevo préstamo ahora- iniciaron una brusca salida de fondos que llevó al central a vender 1.472 millones de dólares en un sólo día, dando inicio a la corrida que derivaría en el acuerdo con el FMI, una brusca devaluación del peso y que hizo implosionar al gobierno de Mauricio Macri. Algo que tuvo mucho de destrucción y muy poco de creativo.

*BAEnegocios.com