Las Grutas: expectativa por la segunda quincena del mes

(ADN). – El perfil del turista y sus modalidades de vacacionar han cambiado. A decir de «Palito» Walter Sequeira,  presidente de la Cámara de Comercio de Las Grutas y de la Federación de Entidades Empresarias Rionegrinas, «cambió el bolsillo de la gente».

El tan famoso «turismo gasolero» hoy tiene parámetros distintos y extendidos. El balneario más famoso de la costa rionegrina sólo tiene la imagen de plena temporada, durante los fines de semana. Hoy lunes quedó «desierto».

«Tenemos un turismo de cercanía, o sea de 400 o 500 kilómetros», nos comenta «Palito» Sequeira, y hace referencia al precio de los combustibles, que limita al visitante que viene de lugares más alejados.

¿Qué cambió? El turista llega sin reserva y aquellos que hicieron alguna previsión es sólo de 3 a cuatro días. Ese visitante que «viene a picotear» recorre las casas y departamentos en alquiler y «pelea precios» por dos días y hasta por una noche. Si no éxito busca en los hoteles.

De esta manera se dieron casos de alojamientos que cotizaban promedio entre 40 mil a 50 mil pesos la noche, terminaron cerrando por 20 a 25 mil pesos, para no perder un cliente.

En la hotelería se sigue apostando, hasta Semana Santa, al turismo de la tercera edad.

Los fines de semana la postal de las playas es la habitual del verano y durante el resto de los días cambia notablemente.

Las Grutas vive la misma situación que el resto de las playas, incluso las más conocidas del litoral marítimo bonaerense.

En el tema servicios, el balneario padece de algunas falencias. El sábado se cortó la luz, sin que suceda ningún fenómeno meteorológico que hiciera presuponer alguna falla en el servicio, y ayer se cortó el agua corriente, por una falla en el canal que abastece a la zona.

Otro tema recurrente son los precios que se cobran al turista. «No podes cobrar caro, porque la gente no tiene plata», comenta «Palito» Sequeira, y hace una distinción entre «los que somos de acá y vivimos del turismo y los que vienen a hacer la temporada».

Ejemplos hay muchos de los más variados, como al turista que le cobraron 1.500 pesos un sifón de soda. Otros ejemplos se observan en paradores, verdulerías y almacenes. La carne bajó.

Hablar de una ocupación del 60% es una evaluación optimista. Los alojamientos que contaban con clientes casi fijos todos los veranos y que llegan de distintas provincias, no estuvo o se dio muy poco. Ya no hay turismo de semana y menos de quincena. Las familias que se alojaban siete días hoy son de tres a cuatro.

Comparado con las expectativas de fin del año pasado los precios de alquiler bajaron en alrededor de un 20 por ciento y la disminución de turismo semanal y quincenal está afectando a los negocios, restaurantes y espectáculos que requieren de un flujo permanente de consumidores.

De acuerdo a las consultas realizadas por ADN, para febrero las reservas aún esperan y las tomadas son por más días, con mayor expectativa para los tradicionales carnavales.