Tiempos difíciles. ADN

Charles Dickens, prototipo del novelista inglés victoriano, escribió “Tiempos difíciles” que refleja los valores y los ideales del momento, en la segunda mitad del siglo XIX. Sensible a los cambios sociales que se producen en su entorno, logró conciliar dos mundos: el de la sociedad establecida, y el de los descontentos y oprimidos.

Conciliar estos dos mundos fue elaboración del escritor y su obra. Nada posible en la realidad y nuestro país transita en ese escenario donde las demandas devaluatorias del silo bolsa de la zona núcleo se contraponen con el reclamo de los sectores sociales, no sólo mayoritario, sino protagonista de la fuerza del trabajo, formales e informales, que no llega a los 104 mil pesos para no ser considerado pobre, y con una inflación que trepó al 67% en año.

Rubén Belich, advirtió esta semana que estamos en el borde del 2001. Es la mirada del dirigente gremial de Camioneros de Río Negro, sensato y con larga experiencia, pero que no puede evitar transmitir preocupación.

Es posible eludir la realidad que nos muestra una puja de sectores bien definidos, que conjugan a otros subsectores demandantes de políticas puntuales en preservación de su espacio, como es el caso de la clase media que brega por despegarse de “los de abajo”.

Al analizar la crisis del 2001, Ángel Rodriguez Kauth, profesor de Psicología Social y Director del Proyecto de Investigación “Psicología Política”, en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de San Luis, Argentina, escribió -entre otros conceptos- que “la cultura de la solidaridad social de nuestra clase media no existe, cada uno se rasca para sí y no le interesa ni se preocupa por rascar a otro que le pica y no tiene manos con que rascarse. Es triste decirlo así, pero no es más que la cruel realidad que atraviesa el imaginario social de la pequeña burguesía argentina”.

Hay muchas diferencias actuales con la Argentina del 2001, principalmente un Estado presente con políticas que contienen con distintos planes sociales, una realidad por donde transitan también los gobiernos provinciales y municipales.

La inflación golpea sin medir ingresos, aún cuando pega con fuerza y dolor en las familias de menores ingresos y aquellas de alta vulnerabilidad.

El sector gremial contiene y procura mantener la calma, aún cuando su poder de convocatoria se limita. “Estamos desorientados”, dijo Belich y agregó que “no hay poder de movilización en los gremios del sector privado”.

En Río Negro pareciera que por el momento los únicos que están en condiciones de “ganar la calle” son los sindicatos del sector público, que en su mayoría cumplirán un paro de 48 horas mañana y pasado mañana.

El gobierno debate con las representaciones gremiales un aumento para el semestre pasado y propone actualizaciones trimestrales para el futuro, quizás mucho tiempo para la aceleración de las demandas y el descontrolado aumento de precios.

Por otro lado, la representación de los sectores más castigados por la inflación está en organizaciones sociales de base como el MTE, la CETEP y el Movimiento Evita, entre otros espacios más incipientes.

¿Dónde está el punto? En resolver el día a día, cargado de pesimismo y con ajuste de cinturones para todas las administraciones provinciales.

Faltan recursos y la escasez llega a las finanzas públicas provinciales y de este tema han tomado nota los gremios. Una puja donde hay conciencia que hay que evitar el desmadre de la crisis.

De todos modos, se observa que el nivel de confrontación no es tal alto como en el pasado. El tema es que, a decir de los gremios, la oferta de aumentos por medio de sumas fijas no resuelve el tema de los ingresos más bajos.

Las expectativas están en la oferta mejoradora que pueda trasladar el gobierno a los gremios, en un conflicto controlado, a pesar de las dificultades.

Esta es una situación que necesita de recursos, porque el diálogo sin plata poco resuelve.