Segunda ola de Covid, ¿Qué aprendimos?

(ADN). – Ya estamos en la segunda ola de pandemia. Según los especialistas llega con potencia porque se mezcla con otras cepas, pero ¿Qué aprendizaje hicimos de la experiencia del 2020?

En primer término el Estado está mejor preparado, la salud de Río Negro se equipó y el personal de salud cuenta con mayor experiencia para enfrentar la enfermedad; el tratamiento con los pacientes y las recomendaciones a la población.

No es válido volver a la discusión insensata de salud vs economía. Se pueden entender todas las situaciones posibles respecto de las consecuencias del coronavirus, pero ninguna se equipara a la pérdida de una sola vida de un rionegrino o una rionegrina.

¿Hay demandas sectoriales? Claro que existen, y cada sector tiene su propia organización y canales de reclamo ante las autoridades, como son las entidades comerciales, empresariales, gremios y otras, pero el ciudadano de a pié, las barriadas populares y marginadas difícil que puedan hacer escuchar su voz.

Todos pelean para que lograr alguna ventaja que reduzca el impacto de la pandemia y los ciudadanos en general sólo quieren estar vacunados, sobre todo antes de la llegada del invierno, principalmente aquellas franjas etarias mayores a 60 años, para que en caso de contagiarse puedan transitar la enfermedad de manera leve. Este es el reclamo.

La vacunación es el eje. De nuevo el coronavirus corta transversalmente a la comunidad y sus capas sociales.

Como otro aprendizaje respecto al año 2020, se puede contabilizar que pasamos de negar la enfermedad y calificarla como “una simple gripecita” a tomar conciencia de su gravedad; otro aspecto a tener en cuenta es que luego de demonizarse la vacuna rusa o la china, “por miedo a que nos metan el comunismo” o denunciar que las dosis “son gotitas de agua” hay una demanda mayoritaria a la vacunación. Siguen sectores en su prédica opositora, pero que permiten confirmar la regla general.

También quedó aclarado –por parte del Gobierno nacional- que tanto las provincias como el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y los privados pueden comprar vacunas. Respondió a aquellos que rechazan “al estatismo” y piden “libertad para ir a las farmacias” e inocularse. Un discurso que sólo estorba porque no hay vacunas en el mundo y quedarían desprotegidos.

Vacunarse no implica que se destierre el virus o que no habrá más contagios, sólo significa,  y no es un tema menor, que con un alto porcentaje de la población vacunada se evita poner en crisis el sistema hospitalario y saturar las terapias intensivas.

“No debemos bajar la guardia», declaró a la BBC News, el doctor Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles de la OPS.

Dejamos atrás el verano donde las medidas se relajaron, con movimiento turístico en las playas y la cordillera, reuniones sociales y las fiestas clandestinas, que pasaron a ser la comidilla más preciada de las redes sociales.

Europa también se había relajado y paso el invierno y la actual primavera con confinamientos, cierre de escuelas y fronteras cerradas.

La realidad indica que no se logró controlar la transmisión del coronavirus en el mundo y por lo tanto si el virus sigue presente van a aumentar los casos de contagios y las muertes.

Hay cuidado de las autoridades en tomar medidas más estrictas. La respuesta podría ser analizar qué sucede en cada región y en cada municipio, para actuar rápido a nivel local y plantear –si es necesario- “un sistema de restricciones territoriales diferenciadas», como aconsejó el profesor Paul Hunter, un experto británico en coronavirus.

Hay que tomar medidas ante el progreso de los contagios, con todos los inconvenientes ya conocidos, principalmente responder a tiempo a la indisciplina social, restringir los horarios de circulación, las fiestas  y los encuentros masivos.

Toda situación de cansancio, pérdida económica, hastío, etc. son comprensibles, menos la muerte de un solo rionegrino o rionegrina.