Usurpaciones, no «tomas»

(Por Luis Albrieu*).- Creo tener una edad que me libera de ciertas pasiones y me exime de la necesidad de ser políticamente correcto, quizás por eso buena parte de lo que diga incomode a dirigentes de mi espacio político.

Voy a hablar de las usurpaciones, a las que desde hace un tiempo se les llaman “tomas”, pero que por más que se les diga de otra manera siguen siendo el intento ilegítimo de apropiarse de un inmueble ajeno.

Como soy ingeniero y no abogado, mi lógica no pasa por la construcción de frases abstractas; sino por el empleo de premisas simples y eficientes, buscando siempre la solidez (incluso en el razonamiento).

Perdonen tanta introducción, pero parece que hemos llegado a un punto donde tenemos que explicar porque vamos a llamar delincuente al que delinque, y hasta parecería que nuestras fuerzas de seguridad deben pedir perdón por anticipado antes de cumplir con lo que ordena la ley (y el sentido común).

Aunque se intente disfrazar de una simple infracción, las tomas son un DELITO!. Los delitos son aquellas “ilegalidades” graves, que nos afectan como sociedad y por eso merecen una pena (en el caso de la usurpación de hasta 3 años de prisión).

Utilizar eufemismos para ocultar parte de la verdad es también una forma de mentir; no es ser “políticamente correcto”, es mentir.

También escuche hablar de “desalojo” de las tierras ocupadas, y otra vez esas palabras me huelen a eufemismo. Detener a quienes están usurpando es hacer cesar el delito, no desalojar. Para desalojar, esa persona debió haber sido alojada, es decir invitada a pasar o consentido su ingreso por algún motivo. Pero alguien que irrumpe de modo clandestino y hasta violento en una propiedad inmueble, es un delincuente; y su expulsión, simplemente el cese del delito que está cometiendo.

Aún a riesgo de no sonar muy “progre”, sigo siendo de los que cree en el Estado de Derecho y que la ley está para cuidar a los ciudadanos honestos, estableciendo castigos para los que cometen delitos. Y que si permitimos a cualquiera interpretar que su necesidad personal está por encima de los derechos del conjunto, vamos directo a la anarquía boba (que por otra parte el mismo pueblo impedirá, porque antes se habrá signado la suerte de quien permitiera tal estado de situación).

No se trata de una cuestión de derecha o de izquierda, sino de sentido común. No hay Justicia Social sin inclusión, pero tampoco sin “justicia”; para eso es necesario el imperio de Ley y no el dominio de los discursos. Más allá de estas consideraciones, es indispensable una fuerte política de tierras sostenida, con un estado presente que intervenga en beneficio de los que menos tienen respetando la propiedad privada.

*Legislador, ex intendente de Villa Regina (FdT)