El discurso federal. ADN

“Los gobernadores son unitarios para pedir plata y federales para gastarlas”, una vieja muletilla escuchada en el centro del poder político y económico de la City porteña. Un eufemismo que se utiliza como justificación de las políticas de ajuste a las provincias.

Los reclamos provinciales persistieron y persisten en el tiempo, aun cuando hubo presidentes del interior, tanto de Córdoba, como de la provincia de Buenos Aires, La Rioja o Santa Cruz. El poder central distribuye y ajusta de acuerdo a sus necesidades y criterios particulares de equidad.

Entonces ¿es válido postergar el discurso de defensa de la provincia, cuando circunstancialmente existe un escenario electoral nacionalizado?

En realidad quizás el error del gobierno haya sido haberse presentado en estas elecciones de término medio, transitando un camino equidistante sin beneficio alguno, pero es apresurado señalar que la propuesta del discurso de defensa de los intereses rionegrinos, no fue atendido o entendido por el ciudadano.

Hoy los gobernadores plantean todo lo contrario. Se refugian en sus provincias para reclamar al gobierno nacional reivindicaciones propias de sus territorios y la defensa de los derechos de sus coprovincianos, más allá del resultado de las urnas.

En su visita del viernes a Carmen de Patagones, Sergio Massa fue claro. Hay que defender los subsidios de la Patagonia y no permitir avances en las reformas del sistema previsional y eliminar el pago de la zona austral a los jubilados, entre otras críticas al gobierno nacional.

Estos son algunos de los temas. No se le puede pedir a Lorena Matzen que hable de esto, porque la defensa de su gobierno le impide hacer los reclamos. Por su parte María Emilia Soria, lo tiene como prioridad en la agenda y ha sido denunciante de estas situaciones, al igual que la senadora Magdalena Odarda, mientras el gobierno cede espacios.
Hizo una lectura incorrecta de la nacionalización electoral. Proteger la gobernabilidad exige buenas relaciones y mucha diplomacia interna, pero hay cuestiones que merecen levantar la voz.

Odarda denunció que en el presupuesto 2018, que el Ejecutivo mandó al Congreso, no figuran fondos para el Plan Patagonia. Un proyecto oficial anunciado con bombos y platillos, en Viedma por el propio Mauricio Macri, el 9 de febrero de este año. Nadie dijo nada, fue una denuncia que no tuvo eco.

Cuando se presentó el Plan Patagonia, en la Residencia de los Gobernadores, se escucharon voces críticas sobre que era un anuncio “pour la galerie”. No tenía un listado de obras y no se decía de dónde saldrían los recursos. Finalmente sucedió lo pronosticado.

No sucede lo mismo con el Plan Belgrano, en cuyo proyecto se destinan partidas del presupuesto nacional. Hay una mirada adversa hacia el sur del país y pareciera que la frontera austral llega a Vaca Muerta.

Precisamente hay que decir que para esa cuenca petrolera, vedete de las empresas extranjeras, el gobierno nacional proyectó una comunicación ferroviaria con el puerto de Bahía Blanca.

¿Qué pasó. Nadie pensó en Río Negro? Y construir el tendido ferroviario desde el Valle Medio al Puerto de San Antonio Este, en una comunicación polimodal, que además de Vaca muerta sirva a otros productos como la fruta.

El discurso federal de defensa de nuestros intereses no está “demodé” y menos en el marco de un proyecto político liberal concentrado de la economía.

Falta este debate y es una obligación el gobierno plantearlo, porque al menos hasta el 2019 tiene la responsabilidad de administrar el Estado. Así como se plantó ante el reclamo de la gobernadora de Buenos Aires, que quiere sacar el tope al fondo del conourbano, que representaría para Río Negro, perder 1800 millones al año. Un tema en el que María Eugenia Vidal tiene el apoyo del Presidente Macri y que ahora está en manos de la Corte Suprema de Justicia.

Queda también pendiente otra pretensión histórica bonaerense. El trasvasamiento de aguas del río Negro al Colorado.

Es necesario el debate de estos y otros temas. Buscar el consenso de la sociedad y abrir la polémica a entidades de productores, gremios, empresarios, cooperativas y demás.

La modernidad no puede enterrar legítimas reivindicaciones federales, aunque ya no cabe imitar a los gobernadores de Santa Fe y Entre Ríos, Estanislao López y Francisco Ramirez, cuando después de Cepeda, en 1820, se fueron a Buenos Aires y dejaron atados sus caballos en Plaza de Mayo, para escandalizar a los dueños del puerto.

No se puede dejar de lado el discurso provincial, ni siquiera postergarlo en bien de la gobernabilidad.