El día después de mañana. ADN

Las elecciones impactaron fuerte en el arco político rionegrino. Tanto que aún es difícil nomenclar su magnitud y consecuencias futuras. Lo que sí es inapelable es el resultado: paliza del Frente para Victoria. Le sacó 18 puntos a Cambiemos, su inmediato competidor y 38 a la CC-ARI, que completó el podio.

Pero ese triunfo también caló en el oficialismo rionegrino que, sin participar, perdió. ¿Por qué? Porque esperaba transferir más votos hacia el macrismo, fundamentalmente en Cipolletti, la ciudad del gobernador. Porque no esperaba un diferencia tan grande de su principal adversario político: Martín Soria. Y porque, entre otras cosas, quedó en el medio del río en una provincia en la que se instaló la grieta.

«Juntos dejó de existir». Así de crudo fue un dirigente de ese espacio. La frase no es caprichosa. El partido que comanda Alberto Weretilneck traicionó (filósificamente) los principios que le dieron vida. No peleó por los derechos de los rionegrinos cuando el tarifazo puso en jaque a la industria y la economía de los hogares. El gobernador justificó el tope del 400%. Tampoco fue contundente en la pelea por la barrera sanitaria ni los reembolsos a los puertos, ni la quita de pensiones por discapacidad, ni la pelea por los recursos coparticipables. Y terminó de romper el contrato con los rionegrinos cuando impulsó la construcción de una central nuclear.

Sin ese proyecto, es posible que Juntos Somos Río Negro hubiese tenido una mejor elección en las PASO y no bajara sus candidatos en octubre. Pero es contrafactico. Lo concreto es que hoy afronta una crisis sin precedentes. Tanto, que no hay diálogo entre el madantario y su vice, Pedro Pesatti.

La idea de sumarse a Cambiemos -que impulsa el círculo rojo- terminaría de alejar a la «pata peronista» que hoy, ya tiende lazos con el FPV. Weretilneck hizo un esfuerzo para negar ese paso, la reforma constitucional y un eventual tercer mandato suyo, la idea que motoriza al albertismo. Lo hizo en contacto con periodista del diario El Cordillerano, visiblemente ofuscado, caminando por el centro de Bariloche.

Una de las barreras que tiene ese proyecto es el propio macrismo. El PRO comanda. No hay posibilidades que JSRN se sume con poder. Por eso, en los pasillos de Casa de Gobierno se debate entre «cola de león» o «cabeza de ratón» Por ahora, todo indica que no habrá fusión, pero no se descarta una sociedad institucional con la Casa Rosada.

La crisis en Juntos podría terminar en una oportunidad: limar asperezas, consolidar el espacio y desde la gestión de gobierno llegar con chances a 2019 previendo una elección de tercios. Si ello ocurre, el oficialismo estará en carrera. Y sus adversarios tendrán que computarlo en la pela, ya que no cabe la subestimación de una fuerza política en el poder.

Sin embargo eso hoy está lejos. Por el sexto piso desfilan legisladores y dirigentes buscando cobijo y alentando una salida porque temen que el gobierno avance hacia el macrismo. No sería ilógico, cuando de la Casa Rosada depende la gobernabilidad. Pesatti escucha pero no toma decisiones. Está en una situación incómoda. Computa los destratos de Laprida y Belgrano. Nada ocurrirá hasta el año próximo.

La Legislatura podría cambiar su configuración interna. Cambiemos ya diseña su nuevo bloque. Y no se descarta la apertura de otro, integrado por la pata peronista de Juntos.

El macrismo va por su consolidación interna. Fortalecerá lazos con la UCR y el Espacio Carrió le quitará el partido (CC-ARI) a la senadora Magdalena Odarda. ¿Qué hará la sierragrandense? Probablemente armar su propio espacio. ¿Camina a una alianza con el FPV? Es muy pronto para saberlo.

Sergio Wisky blanqueó su candidatura a gobernador. Se fortaleció y es el líder del macrismo rionegrino. Quiere una lista completa (gobernador, vice y legisladores) en la provincia y los municipios.

En cambio, el FPV sumará. El jefe del PJ, Martín Soria, avisó que abrió la puerta. «Todos son bienvenidos». Lejos de aquella práctica expulsiva, quiere un frente cada vez más grande. No abandonará sus críticas al presidente Mauricio Macri. Le dio resultados. Y se dio cuenta que en octubre, ganaran las oposiciones duras. La tibieza se llevó puesto a Randazzo, Massa, Urtubey y Schiaretti.

Esas derrotas lo dejó en una inmejorable posición nacional. Fue de los pocos triunfos frente a la ola amarilla. Y su proyección se cristalizó en el Congreso. María Emilia Soria votó (también Luis Bardeguia) el desafuero de Julio De Vido. Fue una de las pocas diputadas del FPV que bajó al recinto y se transformó en la voz cantante. También bajaron sus pares de San Juan, otro distrito que resistió el embate macrista.

Tomó la palabra y criticó las políticas del gobierno nacional. Lo hizo con el guiño de Axel Kicillof y Cristina Kirchner. El resto del bloque no asistió a la sesión. Alegaron que la suerte del ex Ministro estaba echada. El macrismo ya tenía los votos. Pero lejos de una defensa, la ausencia de diputados kirchneristas fue una gambeta a De Vido. Pudieron haber expresado su oposición en la Cámara. No ocurrió.

El gesto le valió a María Emilia elogios de Elisa Carrió. Las palabras de Lilita no cayeron bien en Río Negro. La posición de la diputada rionegrina frente al caso De Vido, posibilita al FPV tener un discurso anticorrupción, un anticipo de lo que vendrá. Desde el año próximo, comenzarán las denuncias contra el gobierno de Weretilneck. Una pieza clave será el bloque. Otra, la Fiscalía de Investigaciones Administrativas que comanda Marcelo Ponzone. Tampoco será neutra la designación del Procurador, futuro jefe de los fiscales.

Sin embargo, Soria deberá neutralizar las críticas de un sector del cristinismo rionegrino. Temen que si hay un proceso similar con CFK el voto sea en igual sentido. Pero desde Roca tranquilizan. No ocurrirá. Fundamentalmente porque cada Cámara es autónoma. Si hubiese un pedido para no aprobar los pliego de Cristina en el Senado, allí no participará María Emilia. Sí Miguel Pichetto y Silvina García Larraburu.

El jefe del bloque de senadores rompió el silencio. Después de las elecciones ratificó su apoyo al peronismo rionegrino y dijo que si lo convocan trabajará para el triunfo, pero avisó que su gestión está en Buenos Aires. De todos modos, dejó un dato: quiere volver a dar el debate por la central nuclear. El FPV se opuso a ese proyecto.

Pichetto confía en la acción judicial interpuesta por un investigador de Bariloche, aliado del intendente Gustavo Gennuso, para que la Justicia declare inconstitucional le ley que prohíbe el desarrollo nuclear en la provincia. El senador cree que la usina es fundamental para el desarrollo. Habrá que ver cuándo y cómo se define.