Una vecina se quejó, y una funcionaria se fue del Gobierno

(ADN).- Atónita. Así quedó la coordinadora zonal de Consejo de Educación, Alejandra Colalunga, cuando la Ministra Mónica Silva le pidió hoy la renuncia. ¿El motivo? Una queja de una vecina al gobernador Alberto Weretilneck mientras le hacían un reportaje en una radio de Viedma.

El episodio fue así: Una vecina llamó a Radio Popular y le reprochó a Weretilneck que uno de sus hijos estaba buscando trabajo, y que no pudo ingresar como portera de una escuela porque «las listas para ingresar las maneja el gobernador». Ofuscado, el mandatario negó que hubiera «listas». Y sindicó como responsables (por organigrama) al secretario de Educación, Juan Carlos Uriarte, y a Colalunga.

«Me parece que es una denuncia grave. Obviamente que le va a costar el puesto a los dos, ya sea a la señora Colalunga como a Uriarte, porque no pido nunca que ingrese gente, porque no es mi tarea ni me corresponde”, aseguró Weretilneck.

El mandatario le pidió a Silva una resolución. Y la cuerda se cortó por lo más delgado. El Secretario, sobrevivió. Y no sólo eso, sino que, en un acto en Roca que compartió junto a Weretilncek, se ufanó frente a otros miembros del gobierno sobre el respaldo político que recibió de la Ministra. Incluso, se definió como «soldado» de la funcionaria «más que del gobernador».

Con el correr de las horas, se supo que la señora que habló en la radio ya tiene otros hijos trabajando en el Estado.

Pero el suceso, disparó dos temas: uno, el temor generalizado en el Gabinete por la reacción del gobernador, intespectiva, alejada de sus modos habituales, que se produce en medio de la «revisión general» de su equipo. Y otro, los coletazos negativos que tuvo la incursión de Weretilneck en la emisora. Se lo notó enojado por el rechazo de los viedmenses a la central nuclear y por los cuestionamientos a la instalación de un hotel-casino en el predio del club Sol de Mayo.

Algunos dirigentes se preguntaron quién había consensuado la entrevista. La radio (muy escuchada en la ciudad) terminó siendo «una boca de lobos». Todos los testimonios fueron para realizarle críticas, incluso, por la prohibición de las carreras de galgos, donde el gobierno provincial no tuvo injerencia alguna. «El enemigo lo llevó ahí a Alberto», dijo un funcionario.

El objetivo fue estar presente en una emisora de profundo calado en los sectores más populares de Viedma, donde el gobierno hizo una pésima elección. Allí se impuso el Frente para la Victoria. Y se notó.