Los sacaron de una biblioteca, y el merendero fue a una garita

Un grupo de ocho madres unidas por una causa solidaria fueron saboteadas y hoy se ven imposibilitadas de realizar sus tareas comunitarias. Eran las encargadas de ofrecer la merienda en una biblioteca ubicada en el paraje El Arroyón, que se encuentra entre Cinco Saltos y Contralmirante Cordero. Sin embargo, el lunes de la semana pasada recibieron un mensaje de texto de la encargada del establecimiento en el que les avisaba que no iba a abrir más sus puertas. Por esta razón, ayer por la tarde decidieron servir la leche en una garita de colectivo.

Hace más de dos meses, las voluntarias se acercaron a la biblioteca del barrio, que funciona como un centro comunitario, para pedir un espacio para servir la merienda a más de 80 niños, abuelos y trabajadores en situación de desamparo. El espacio se les fue cedido con agrado y sin inconvenientes hasta la semana pasada. Analía Abrahan, encargada del merendero El Arroyón, contó que de la noche a la mañana les prohibieron la entrada y que todas las herramientas de trabajo para cocinar quedaron adentro, sin posibilidades de recuperarlas aún.

“Nos dijeron que estábamos haciendo política porque hace un mes recibimos la visita del intendente de Cordero y él nos preguntó qué podía hacer para mejorar las condiciones edilicias. También nos prometió un lugar nuevo para que pudiéramos seguir ofreciendo la merienda. Por eso nos explicaron que, al meterse Cordero, ellos podían perder el lugar. Yo sólo quiero que nos dejen trabajar, ni siquiera tenemos la llave del lugar”, explicó.

Poco a poco fueron notando cómo los encargados del centro comunitario iban llegando cada vez más tarde a abrir las puertas del establecimiento para que pudieran comenzar con las labores de la tarde y a veces se retrasaban hasta una hora, sabiendo que muchos niños viajan en sus bicis hasta el paraje para poder tomar una bebida caliente y combatir el crudo invierno. La situación fue agravándose día a día, hasta que las malas noticias tocaron a sus puertas o, en este caso, sus celulares.

“De repente recibo un mensajito. Me escribe la encargada de la biblioteca diciéndome que no me iban a pasar más el lugar y que se trataba de una decisión que habían tomado el día anterior. También nos dijo que el plazo que había dado el intendente de Cordero para construir un nuevo salón era de un mes, y como el tiempo ya había pasado, no podían hacer nada más por nosotras”, agregó indignada.

Ante esta situación, ocho mamás tomaron la decisión de servir la leche en una garita de colectivo ubicada frente al edificio. “Recibimos tantos mensajes de todos los que suelen venir, que tomamos la decisión de ofrecer la merienda de todas formas”, contaron.

Por otro lado, Analía denunció que ante algunos de los reclamos que le realizaron a la encargada del salón, quien se encuentra respaldada por la asociación civil Nuestras Voces, lo único que recibió fue risas. “También le expliqué que había muchachos de entre 34 y 35 años de Bolivia que estaban en la zona por trabajo, y me dijo que ellos no eran su problema y que fueran a buscar ayuda a su consulado. No le importa nada”, concluyó.

(Fuente: LM Cipolletti)