Obispos patagónicos cuestionaron la «búsqueda insaciable de rentabilidad económica”

(ADN).- Los Obispos de la Patagonia emitieron su tradicional mensaje de Navidad. En un crítico documento, invitan a tomar el camino del diálogo, el respeto y la paz. Advirtieron sobre la grave situación social, la falta de empleo, la discriminación y la violencia de género. También sobre el conflicto que genera el afán desmesurado de “tener” y la búsqueda insaciable de “rentabilidad económica”, lo cual impide que «la casa sea de todos», y lleva a que muchos no tengan garantizado su derecho a trabajar, a vivir en su casa y su propia tierra.

Bajo el título: “En la tierra PAZ a los hombres amados por Dios”, expresaron:

«Queridos hermanos y hermanas: ya falta poco para Navidad.
En los negocios y en las calles se han ido colocando luces y adornos que nos ponen en clima y anuncian su llegada. En muchos de nuestros hogares hemos armado ya el pesebre o el Árbol de Navidad, con el entusiasmo y la creatividad que le ponen los más pequeños de la familia. Estamos, sin embargo, concluyendo un año difícil y problemático para muchas personas y familias que, no solo vieron decaer el valor adquisitivo de sus haberes, sino que han perdido el trabajo, o están en la angustia de poder perderlo. Asimismo nos pegan fuerte las repetidas situaciones de violencia, amenazas, horrores, manipulaciones, intolerancias, divisiones y enemistades que generan un clima de inseguridad y desconfianza que afectan gravemente la convivencia de los argentinos. A esto se le suma una realidad internacional con focos de guerras, muerte, destrucción y un gran sector de personas desplazadas que intentan refugiarse en otros países, inclusive en el nuestro. Todo eso atenta contra la esperanza de un mundo mejor.

A pesar de todo, una gracia de Dios especial nos ha mantenido la sensatez: no bajamos los brazos, no cedimos al desánimo, y no permitimos que nos roben la esperanza porque creemos en el valor de la paz, del diálogo, de la aceptación de la pluralidad y de las diferencias existentes entre nosotros. Apostamos por el bien común que nos hermana y ennoblece porque busca el bienestar de todos. La Navidad viene a reforzar esta actitud profunda y a proponernos el compromiso por la paz, la familia, la fraternidad y la felicidad de todos como camino y fruto de la afirmación del bien común sobre el individualismo y los intereses no solidarios.

Cuando el Niño Jesús nació en Belén era de noche. Su divina presencia quedó oculta en la oscuridad del pesebre. Sin embargo, para unos pocos pastores, sencillos y pobres que velaban sus rebaños, aquella fue una noche luminosa. Ellos recibieron y acogieron el conmovedor mensaje: “No tengan miedo. Les traigo una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor!” (Lc 2, 10-11). Preguntémonos: ¿será la Navidad también para nosotros una noche luminosa que disipa miedos, soledades, angustias y oscuridades y que fortalece nuestra esperanza?

Es algo muy grande y definitivo lo que ha sucedido en Navidad: Dios ha venido a nosotros. Se hizo Niño y fue acostado en un pesebre. ¡Ha nacido para todos! ¡Es de todos! No es solo de María y de José. Tampoco nos pertenece en exclusiva a quienes queremos acogerlo y seguirlo con fe o a quienes creen y confían en Dios. También nació para quienes lo han olvidado, o dudan, o simplemente no les interesa porque aún no creen. La Navidad, ayer, hoy y siempre, es el gesto y palabra de Dios que nos dice que nadie está solo con sus oscuridades y sus miedos, que siempre hay Alguien que piensa en nosotros, nos ama y sale a nuestro encuentro: Jesús, el Hijo de Dios, el nacido en Belén. Todos pueden encontrarle. Y por eso todos tenemos “un motivo grande“ para alegrarnos.

Pero ¿dónde está ese Niño? ¿Cómo encontrarlo o dejarnos encontrar por Él? El mensajero de Dios nos dio una señal: “encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. ¿Qué significa hoy para nosotros?: que a Dios, que nació Niño y como un pobre, un excluido, no hemos de buscarlo en lo grande y espectacular, ni en lo que brilla ante los ojos humanos sino allí donde Él quiso manifestar su presencia. Es, pues, en lo débil, en lo pobre y pequeño, en lo que no cuenta, en lo descartable, en lo cargado de soledad y aparente miseria, en los límites y falencias de los pesebres propios y ajenos de nuestra realidad, donde Dios nos visita en cada Navidad y quiere que lo encontremos.

Se acerca la Navidad. Preparemos nuestro corazón para descubrir a Dios entre y con nosotros. Hagamos nuestra la propuesta de Vida Nueva que Él nos trae. Y, en sintonía con su modo de obrar, aceptemos en esta Navidad la invitación que el Papa Francisco nos hace para la próxima Jornada Mundial de la Paz (1º de enero de 2017) “La no violencia: un estilo de política para la paz”.

Repasando la historia de la humanidad, vemos que a menudo muchos pueblos han pretendido construirse y resolver sus conflictos por el camino de la violencia. Algo similar sucedió y sucede en nuestras familias, nuestros barrios, nuestras comunidades y aún dentro de la Iglesia. Todo parece infestado de violencia. Sabemos bien que la violencia genera más violencia. ¡No cometamos este error! Si queremos salvaguardar decididamente los derechos de cada persona y la igual dignidad de cada uno sin discriminación, el camino verdadero y lleno de esperanza para superar diferencias y conflictos no será nunca el de la violencia sino el del respeto, el diálogo, el encuentro fraterno. ¡El camino de la PAZ! ¡Paz hermanos! ¡¡Paz!! ¡Que resuene incansable en nuestro corazón! Ciertamente es una vía mucho más humilde, pobre, lenta y fatigosa que la vía aparentemente más rápida y eficaz de las guerras, de la justicia por mano propia y de las imposiciones prepotentes que sólo generan hondas heridas difíciles de sanar. ¿Cuál fue la opción de Dios hecho Niño y nacido en Belén? Belén fue la ‘opción’ ¿Cuál será la tuya después de vivir esta Navidad?

Conflictos los habrá siempre. Algunos son propios y normales en la convivencia y se pueden resolver rápidamente. Otros, en cambio, son graves y preocupantes. Surgen por tratar al otro no como ‘alguien’, como una persona, con la misma dignidad que uno mismo, sino como si fuera ‘algo’, una cosa de la que puedo disponer según mi arbitrio, hasta llegar al extremo inhumano de negarle el derecho a la vida. Tantos hechos hoy de “violencia de género” ponen en evidencia esta actitud que ‘cosifica’ a la mujer. Dígase lo mismo de cualquier atentado contra la vida humana. También genera conflicto el afán desmesurado de “tener” y la búsqueda insaciable de “rentabilidad económica”, lo cual impide que ‘la casa sea de todos’, y lleva a que muchos no tengan garantizado su derecho a trabajar, a vivir en su casa y su propia tierra. Otra fuente de conflictos está en ‘la desidia y la corrupción’ ante las responsabilidades propias que cada uno tiene hacia los demás, sea a nivel familiar, social o religioso.
La Navidad nos invita a emprender cada día el camino de la no discriminación y de la aceptación del otro cuando piensa y actúa distinto, y esforzarse en el cumplimiento serio de nuestro trabajo y deberes para con los demás.

Llega la Navidad. Es la respuesta llena de amor, cercana y pacífica de Dios a todas nuestras oscuridades, miedos, violencias y pecados. En cada Navidad Dios se inclina a ‘todos’, para que ‘todos’ podamos imitarlo inclinándonos hacia los hermanos. La Navidad vuelve a renovar el regalo de su misericordia para con nosotros y nos envía a “ser misericordiosos como El”.
Renovados en esta mirada amorosa y esperanzadora, les deseamos una feliz Navidad para ustedes y sus familias, y el augurio de un Año Nuevo rico de gracia y bendición del Señor. Navidad y Año Nuevo vividos y construidos en la PAZ.

En el misterio admirable del nacimiento de Jesús, reciban nuestro abrazo fraterno».

El documento lleva la firma de Virginio D. Bressanelli, scj (Obispo de Neuquén); Fernando Croxatto (Obispo Auxiliar de Comodoro Rivadavia); Marcelo A. Cuenca (Obispo de Alto Valle del R. N.); Juan José Chaparro, cmf (Obispo de San Carlos de Bariloche); Miguel Ángel D’Annibale (Obispo de Río Gallegos); Joaquín Gimeno Lahoz (Obispo de Comodoro Rivadavia); Esteban M. Laxague, sdb (Obispo de Viedma); José Slaby, c.ss.r. (Obispo de la Prelatura de Esquel); Fernando M. Bargalló (Obispo emérito de Merlo-Moreno); Miguel E. Hesayne (Obispo emérito de Viedma); Marcelo A. Melani, sdb (Obispo emérito de Neuquén); Néstor H. Navarro y José Pedro Pozzi, sdb (Obispos eméritos de Alto Valle del Río Negro). Juan Carlos Romanín, sdb (Obispo emérito de Río Gallegos).