¡Qué ciudad queremos dejarle a nuestros hijos?

(Enrique Minetti).- Se está discutiendo por estos días la posibilidad de que el casino se traslade al predio que el Club Sol de Mayo posee en la Costanera de Viedma, concretamente donde ahora está la cancha de rugby, la pileta de natación, cancha de fútbol y demás instalaciones aledañas. En total serían dos hectáreas.

Un numeroso grupo de vecinos se ha expresado por las redes sociales y se han iniciado campañas en change.org, así como de recolección de firmas oponiéndose a ese proyecto.

La actual Comisión Directiva del Club Sol de Mayo, titular del predio, está de acuerdo en vender el terreno argumentando que la empresa compradora, el Casino, le realizaría obras por un valor millonario en dólares, con lo que solucionaría la precaria situación económica del Club. También manifestaron su apoyo las conducciones de los gremios como la Uocra, empleados de comercio y de entidades deportivas con el fundamento de que daría trabajo a sus agremiados.

Sostenemos que el pretendido traslado sería absolutamente nefasto para la Comarca. Muchas son las razones para oponernos.

El lugar elegido no puede ser peor. Se trata de un verdadero pulmón verde de la ciudad, frente a la rivera del Rio Negro. La construcción a realizarse privaría a las familias viedmenses de toda la ciudad, de disfrutar, como se ha hecho y se hace hasta el presente, de las bondades de este río y de su paseo costero, en total armonía con la naturaleza.

Todos sabemos, por experiencia propia, los innumerables inconvenientes que un Casino trae a la ciudad y particularmente a las zonas aledañas al mismo.

Justo enfrente del sitio donde se planea edificar el Casino, está la Plaza de los Inmigrantes, también conocida como Plaza de las Banderas, verdadero lugar de esparcimiento de las familias y sus niños, es gratificante ver como acuden a ella, sobre todo los fines de semanas, gran cantidad de chicos, chicos, familias enteras y niños que disfrutan de ese espacio, del verde y del sol. Precisamente, esa Plaza, informaron un grupo de arquitectos, QUEDARÁ EN SOMBRA si se construye allí el Casino como está programado.

Comprendemos a los gremios que intentan defender las fuentes de trabajo. Pero, cuidado, es pan para hoy y hambre para mañana. Ni siquiera se tiene la certeza de que empleen mano de obra local. Es preciso no dejarse encandilar con vidrios de colores. Sólo como ejemplo: el actual casino convino con la Municipalidad en hacerse cargo del mejoramiento, riego y mantenimiento de la placita que está enfrente ¿Ud. la vió? dá vergüenza, no hay peor espacio verde en Viedma que ése. ¿Qué le hace suponer que cumplirán con las obras que ahora prometen, por ejemplo el hotel?.

Sin perjuicio de nuestra oposición de fondo al juego, sostenemos que, si se quiere trasladar el casino y generar con ello mano de obra y los demás “supuestos” beneficios que ello acarrearía hay enorme cantidad de lugares donde instalarlo, pero no donde se pretende, en plena costanera de Viedma. Es un verdadero desatino.

Hay que tener en cuenta que el casino se instaló originariamente en El Cóndor y que el de Viedma nació como un anexo. Nada impide que se amplíe el Casino de La Boca y se haga allí el mentado hotel cinco estrellas, en ese caso tendría un claro sentido de promocionar el turismo, tan pregonado y nunca cumplido.

¿Qué ciudad queremos para nosotros, nuestros hijos, nietos y generaciones venideras? ¿Qué le vamos a decir?: – Acá había un enorme espacio verde donde los chicos hacían deportes y crecían sanamente, disfrutaban del sol y de la naturaleza, donde las familias y sus hijos paseaban y jugaban alegremente bajo un cielo pleno y a la vera de un hermoso rio, y ya no está. Se lo llevó la ambición y un falso concepto de progreso.

Nos oponemos enérgicamente a que se sobredimensione el juego en la creencia de que significa herramienta de progreso y turismo, cuando en realidad lo que provoca es la ruina de nuestros vecinos con la falsa y mentirosa ilusión de ganancia fácil, propiciando indisimuladamente el flagelo de la ludopatía.

“Es un vicio de mal fin/el de jugar, no lo niego;/todo el que vive del juego/anda a la pesca de un bobo./Y es sabido que es un robo/ponerle a jugarle a un ciego.” El Martín Fierro de José Hernandez.