Todos unidos triunfaremos. ADN

Los partidos políticos rionegrinos se reorganizan. Todos piensan en 2017 pero el gran objetivo es 2019. Y aunque falta mucho y la realidad política es vertiginosa y cambiante, se busca la mejor estrategia para disputar el poder.

El peronismo se puso en marcha ayer con la asunción de las nuevas autoridades. «Es el puntapié inicial para que el peronismo vuelva al gobierno» dijo Martín Soria, flamante presidente. Una declaración madura, lejos del personalismo y convocando sin soberbia a todos los sectores. Y de allí, a la construcción de un frente -como es tradición en ese espacio- con partidos, gremios y sectores afines.

El PJ quiere demostrar que puede ser oposición a la administración de Alberto Weretilneck y mostrarse ante la sociedad como opción de gobierno. Para ello cuenta con intendentes que deberán ser la cara visible de una gestión responsable, activa y moderna. Pero también desplegará una táctica política que incluye al bloque de legisladores y los concejales de las ciudades donde es oposición.

Uno de los obstáculos que tendrá es ubicarse en la escena nacional. La imputación de Cristina Fernández de Kirchner generó un cimbronazo y la dirigencia rionegrina deberá definir una postura. El miércoles próximo la ex Presidenta reaparecerá en público cuando concurra a Comodoro Py a declarar por la causa de dólar futuro. Se prevé una gran manifestación popular en apoyo a la líder del kirchnerismo. Ello ocurre en medio de la disputa por el control del partido nacional justicialista que, parecía encaminarse hacia una lista de unidad, pero irrumpió el ex presidente Eduardo Duhalde y postergó la presentación de listas.

Además, hay un jugador tapado. Sergio Massa intentará fusionar su fuerza (Frente Renovador) con el PJ luego de las elecciones intermedias de 2017. Y piensa ser el conductor de lo que será la «nueva etapa». Detrás de él vendrán dirigentes como Florencio Randazzo que buscan redención.

En pos de la unidad también está el oficialismo. Juntos Somos Río Negro tendrá su propio partido, aunque no resigna la idea de movimiento. «Estamos creciendo mucho, no podemos achicarnos en una estructura», aseguran en la Casa de Gobierno.

Por ahora, la coyuntura le permite hacer equilibrio. Se presenta como una fuerza provincial con buena relación -institucional, aclaran- con la Casa Rosada. Sin embargo, la estrategia está atada a la gestión. Ya sin el viento de cola de la economía de años anteriores, sin los dólares provenientes de los contratos petroleros, ni la tan esperada reactivación de las economías regionales, deberá apelar a las buenas artes administrativas.

Pero ello implica repensar el equipo. Ya se están produciendo cambios. Hubo una denuncia contra el secretario de Suministros, Gabriel Vouillat, y fue relevado de su cargo. El ausente jefe de Policía, Fabián Gatti, ya tiene su reemplazo. Hay recambios en la conducción de Hospitales. Sin embargo, no alcanza. Fuentes gubernamentales desmienten otros cambios, pero en off admiten que hacen falta, fundamentalmente en áreas sensibles. Esta semana, el ministro de Desarrollo Social, Fabián Galli, dijo: «ni en pedo pienso en renunciar». Todo un síntoma.

La situación de Cambiemos es un poco más difícil, si de unidad se trata. El macrismo quiere hacerse fuerte y presentar candidatos en 2017 para que Sergio Wisky tenga compañero de bancada en el Congreso de la Nación. Sumó territorialidad con la incorporación formal del intendente de Cipolletti, Aníbal Tortoriello, un dirigente con mucha aceptación social, pero a cargo de un municipio quebrado.

Los dirigentes de Cambiemos volverán a reunirse en Valle Medio a mediados de este mes. A ese cónclave se sumarán nuevos aliados. Pero el interrogante sigue siendo el radicalismo. Esta semana, uno de los impulsores de la integración de la UCR al PRO, el concejal viedmense Leandro Massaccesi, marcó la contradicción de la dirigencia del partido. «Esta semana fuimos a Córdoba pero no queremos ir a Choele Choel». La referencia es a que el jefe comunal de Viedma, José Luis Foulkes, participó de la cumbre de intendentes de Cambiemos que presidió Mauricio Macri, para fortalecer Cambiemos en todo el país, pero no asistirá a la reunión en Río Negro.

Uno de los máximos escollos para esa integración es el presidente de la UCR, Darío Berardi, que ante cada oportunidad aprovecha para manifestar diferencias con los dirigentes del PRO rionegrinos. La desconfianza en mutua. Wisky también critica al radicalismo de los comité.

En rigor, la disputa es por el control de Cambiemos que pretende tener ingredientes diversos: con eje el PRO, pero con aliados radicales, peronistas, sindicalistas, empresarios e independientes. Los boina blanca quieren que la estructura sea orgánica, con todos los partidos adentro. El Caballo de Troya. Por historia, territorialidad, dirigencia y afiliados, la UCR tomaría rápidamente la conducción de Cambiemos.

Mientras esas diferencias se resuelven, el macrismo pretende avanzar sin sus «socios» e ir vaciando al radicalismo absorbiendo dirigentes, y lograr un espacio sólido que le permita ingresar en la disputa política junto al FpV y JSRN.

Comenzó con un diputado nacional. Ya cuenta con un intendente, concejales, dirigentes de diversas extracciones y está apunto de sumar dos legisladores (Jorge Ocampos y Daniela Agostino, que asistirán al encuentro en Valle Medio). Una marcha sostenida. Un rumbo hacia la unidad.