Administrar la crisis. ADN

Alberto Weretilneck hizo una descripción realista y honesta sobre las finanzas de la Provincia. Consolidó en su discurso de apertura de sesiones ordinarias de la Legislatura todo aquello que se venía anticipando: un año con dificultades. Lejos quedó aquel vergel planteado el 10 de diciembre en su reasunción.

Hace un año, el Gobernador llegó al Parlamento con una pila de papales donde describía las acciones realizadas y la provincia por venir. Horas leyendo un pormenorizado repaso por área, donde abundaban obras, adquisiciones, compras y mejoras. Se trazaba la idea de una provincia que incorporaba a su matriz productiva los hidrocarburos. Y se ofrecía un gobierno exitoso a los rionegrinos para que lo plebiscitaran en las urnas porque tenía un proyecto de desarrollo de 20 años.

El martes, esa visión cambió. No hubo discurso escrito ni repaso de lo actuado ni proyección de futuro. Weretilneck se sentó junto a Pedro Pesatti y con tono adusto le habló a la provincia: «tendremos dificultades». Sus más de 25 minutos de alocución estuvieron signados por el marco de un país distinto e indescifrable, que afectaba sobremanera a Río Negro.

El diagnóstico financiero no dejó lugar a la política. Nada se dijo del año anterior ni de cómo se podrá superar este momento. Ratificó el plan de desarrollo y planificación Edgardo Castello y la solicitud de créditos nacionales e internacionales para la producción. «No enduedaremos a Río Negro para financiar el Estado». Y rechazó la utilización del protocolo Bullrich.

La señal era para los sindicatos. Habrá un dinero para aumento salariales pero no el que pretenden. Si hay reclamos, no habrá represión. Pero la semana que pasó estuvo signada por una catarata de acuerdos. Docentes, estatales y judiciales cerraron sus paritarias. Esta semana hará lo propio el sector legislativo. Tarea cumplida.

Weretilneck está obligado a administrar la crisis. Ya no lo favorece el viento de cola. Y por más esfuerzo que haga en despegar la suerte provincial de la nacional, de cada 10 pesos que recauda Río Negro, 7 son de impuestos coparticipales.

Solo así se entienden los buenos tratos al presidente Mauricio Macri en su visita a Bariloche. Hay necesidades mutuas. Ningún acuerdo político. La administración central quiere cerrar la grieta que se abrió con las provincias por la devolución del 15% de coparticipación. Es una señal a los fondos buitre y el mundo financiero de que puede dominar las cuestiones domésticas. Y a la provincia, le interesa una devolución de fondos para pensar un segundo semestre sin tantos sobresaltos.

«No somos una provincia que viva de los recursos nacionales. Somos productores de fruta y energía», se esforzó el gobernador ante Macri para no demostrar debilidad. La respuesta del Presidente es la del eslogan: «todos juntos defendiendo la camiseta de Argentina». Nada por aquí, nada por allá.

En rigor, y pese a los resultados del acuerdo por la coparticipación con Nación, el gobierno podrá poner en práctica eso que Weretilneck dijo en Bariloche: explotar sus propios recursos y dejar atrás ese esquema de provincia rica, Estado pobre. Para ello hay poner a funcionar una vieja, pesada y burocrática herramienta. Redefinir prioridades y esfuerzos. Evaluar el equipo de gobierno. Y poner en funciones a la política.

El año pasado estuvo marcado por las elecciones. El gobernador explotó su perfil de caminante (en cada lugar, siempre) y priorizó el contacto con los vecinos. Todo gestión. Mucho dinero de las renegociaciones de los contratos petroleros para la compra de patrulleros y ambulancias, construcción de hospitales y escuelas, aportes a clubes y asociaciones.

Pero la carroza se convirtió en calabaza. El pragmatismo y la gestión deberán pasar a un segundo plano. Se impone una etapa más política. Hay que rediseñar la relación con Nación y con la oposición local. No hay lugar para discordias institucionales. Lo sabe Weretilneck, pero también los intendentes y concejales.

El diagnóstico de raquíticas finanzas no alcanza para sortear este 2016 sin sobresaltos. Existe un entendimiento en la Casa de Gobierno que hay justeza en los reclamos que surgen de diversos sectores. Pero también de las limitaciones actuales para afrontarlos a la vieja usanza.

Sin la devolución del 15% de la coparticipación, la merma en los fondos nacionales (IVA, retenciones, ganancias), el aumento de combustibles, tarifas y alimentos, exige agudizar el ingenio. Hay que administrar la crisis.