Key master. ADN

El macrismo rionegrino busca posicionarse en la política local como el único nexo entre los intendentes y el gobierno nacional. Se sienta, además, en todas las reuniones de ministros con representantes provinciales. Condiciona relaciones, pero sin resultados concretos.

Quien oficia de portero es el diputado nacional Sergio Wisky. Pretende tener el rol que le correspondió al senador Miguel Pichetto durante los 12 años de kirchnerismo. Se muestra en todas las reuniones, emite comunicados con el resultado de los encuentros, pero ninguno de ellos logra ser resolutivo.

El gobernador Alberto Weretilneck, alguno de sus Ministros e Intendentes peregrinan hacia Buenos Aires en búsqueda de una relación institucional y soluciones a temas acuciantes: fruticultura, coparticipación, continuidad de obras. Pero por ahora son infructuosos esos encuentros.

Los integrantes del gabinete de Mauricio Macri solo toman nota de los reclamos, y aseguran que se pondrán a trabajar en soluciones que, en algún momento, serán anunciadas.

Weretilneck logró un encuentro con Marcos Peña y Rogelio Frigerio. Pero volvió sin respuesta a la problemática de la fruticultura ni al resto de temas que puso sobre la mesa. El gobernador sabe que si Nación no da respuesta será un problema de la gestión macrista, y él está dispuesto a ponerse al lado de los damnificados rionegrinos. Encabezará las protestas y será el vocero de los sectores en crisis.

Pero los intendentes no la tienen tan fácil. En estos días, Gustavo Gennuso (Bariloche) y Bruno Pogliano (El Bolsón) también volvieron con las manos vacías. Llegaron de la mano del «aduanero» -mote político que se ganó Wisky-, posaron para la foto, hubieron promesas, pero nada en concreto. Tanto, que a su regreso, el barilochense dijo que las obras nacionales estaban frenadas hasta nuevo aviso.

En inglés key master es la llave maestra, o aquel que tenga el manojo de llaves con cada una de las correctas para cada puerta que se quiera abrir.

La tarea de Wisky es manual. Es lo que debe hacer un dirigente con un partido en formación y sin base territorial, y alejado de la estructura orgánica de su socio principal (UCR) en la alianza Cambiemos.

Pero la tarea es riesgosa. Si no aparecen las soluciones su gestión será un fracaso. Y el costo político que pueda pagar, será grande.

Un aliado, José Luis Foulkes, también tiene inconvenientes en hallar soluciones. Luego de la toma de viviendas en Viedma, se requiere que se activen programas nacionales como el Techo Digno. Nada por ahora.

Miguel Pichetto no solo era el key master. También procuraba respuestas y concreciones. Sergio Wisky deberá -si quiere armar desde ahí su carrera política en esta etapa- obtener resultados, porque las fotos son circunstanciales. «Qué lindo es dar buenas noticias» solía decir el ex presidente Fernando De la Rúa. Anunciar gestionaes para que reciban en Buenos Aires a dirigentes rionegrinos es solo el primer paso de esas «buenas noticias».

Ciertamente el gobierno de Mauricio Macri tiene pocos días aún de gestión y eso juega a favor de Wisky, pero los temas urgentes no entienden de plazos políticos, no hay 120 días ni un año de gracia cuando detrás se cuentan por cientos los trabajadores mineros y de la construcción sin empleo, cuando los pequeños productores frutícolas están a un paso de la extinción, o cuando las soluciones habitacionales quedan a medio camino y sus adjudicatrios siguen pagando altísimos alquileres con riesgo a que sus casas sean usurpadas.

El tiempo de culpar a la gestión anterior se agota más rápido que en otros tiempos. No es el mismo este que el paso entre Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, ni siquiere entre Carlos Menem y De la Rúa.

El verano es intenso, y la política no descansa.