Weretilneck, artífice de su tiempo. ADN
Fue un triunfo contundente de Alberto Weretilneck, porque no deja margen a dudas. Se vienen días donde se escuchará –hasta en los más impensados círculos- que “todos somos alberto”, seguidismo, oficialismo o albertismo, muy propio del clima ganador, comparable sólo con el ambiente futbolero.
Nada puede empañar semejante diferencia en el escrutinio de las mesas de toda la provincia. No hubo publicación de encuestas previas y resulta difícil medir hasta que punto llegó este impacto electoral.
Alberto Weretilneck es el artífice de su tiempo. Todo lo hizo solo, de manera tal que si se equivocaba era su responsabilidad, pero si acertaba los méritos eran suyos y de nadie más.
Se cumplieron los distintos escenarios previsibles en cada uno de los partidos participantes, salvo la sorpresa del poco acompañamiento del electorado en el FpV, que no pudo repetir siquiera los resultados de las elecciones municipales del tres de mayo, como fue el caso de Viedma y General Roca. Algo pasó, pero el gobierno lo preveía y acertó.
También se concretó el apoyo del radicalismo que hizo la peor elección de su historia en Río Negro y en cada localidad ese voto filo radical, que siempre apuesta el gobierno, apoyó a Weretilneck y ni vale la pena mencionar a los intendentes porque las pruebas están a la vista. Si corresponde citar el caso de Aníbal Tortorielo, que confirmó en Cipolletti, lo que decía el gobernador que descontaba su apoyo.
La UCR no midió las consecuencias de una derrota de tal magnitud y vivió en sus entrañas una experiencia única en Río Negro donde dirigentes, afiliados, seguidores y simpatizantes le dieron la espalda.
También el Frente Progresista quedó en un porcentaje menor al estimado y fue prisionero de la polarización. No cautivó el voto a pesar de su postura anti oficialista y anti kirchnerista. Fue estéril el discurso y poco redituable el esfuerzo. Medio ambiente, fracking, inseguridad, etc, no calaron hondo en una sociedad que parece ajena a esas problemáticas.
El PRO que finalmente no participó de la elección, también anunció, por distintos voceros, su alineamiento con el oficialismo.
Todos apoyaron a Weretilneck. No hubo nada que la sociedad rionegrina tuviera que reprocharle al gobierno y ya vendrá el tiempo en que asiente la borra y los problemas volverán con claridad.
Cuál fue el principal mérito. No intermediar su relación con el ciudadano y mostrarse como un ejecutor y que este mensaje se comprendiera, sin rótulos de partido político alguno, incluso podría arriesgarse que muy pocos sienten pertenencia partidaria a Juntos Somos Río Negro.
Alberto Weretilneck recorrió un camino lejos de marcos ideológicos y contenido políticos y ayudado por vientos de popa.
Todo fue circunstancial. Su compromiso de seguir con los postulados del “Gringo Soria”, el anuncio de afiliarse al PJ, las relaciones con la dirigencia radical, la alianza electoral con otros partidos, su relación con el gobierno nacional, el apoyo a la candidatura de Sergio Massa, la ley de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias en Río Negro y así podrían enumerarse un conjunto de anuncios y declaraciones en estos cuatro años, que muestran la imagen de un político “sui generis” y con una peculiar metamorfosis.
Tuvo la virtud y la capacidad de interpretar su tiempo. Sin romper con el gobierno nacional levantó las banderas de un partido provincial que le sirvió para cargar culpas en la Casa Rosada por el tema frutícola, el refinanciación de la deuda y otras peleas. Hoy volverá a la Casa de Gobierno y se sacará la foto con la presidente Cristina Fernández y aquellos entredicho serán misceláneas electorales.
Weretilneck avanzó sobre la división provocada en el peronismo y el Frente Grande, partido que lo llevó al FpV, metió la quinta columna en un radicalismo miope, subordinó hasta la desaparición al PPR, redujo a la nada a sus aliados de Redes, Unidos por Río Negro, el MPP y el Partido de la Victoria y ahora piensa competir por Juntos Somos Río Negro, en las elecciones nacionales de octubre.
Alberto Weretilneck siente que no le debe nada a nadie. Sólo fue leal con sus circunstancias y alcanzó un triunfo inobjetable, que no significa que no haya cosas para señalar y obligación de hacer “albertismo”.
El gobernador dijo que ahora “se abre otra etapa” y muchas veces señaló que este no era su gobierno, sin mencionar el motivo de esta afirmación. Ahora habrá que esperar que se ponga en marcha una nueva gestión y no sería necesario llegar a diciembre. Y si este no es su gobierno también se espera conocer su próximo equipo de colaboradores.
Weretilneck quedó solo en la cancha y con la oposición golpeada y un tiempo a su favor donde difícilmente se escuchen críticas. Son mayores las responsabilidades, más aún cuando queda claro que se acabó en el ciudadano la conducta partidaria, la pertenencia a determinado dirigente o agrupaciones sectoriales y la propiedad del voto. El mensaje del pueblo rionegrino fue claro. Votó de una manera en mayo y otra en junio y posiblemente de manera distinta en octubre.