Pichetto quedó lejos nuevamente de la gobernación rionegrina. ADN

pichettoMiguel Pichetto sabía perfectamente que esta era su última oportunidad para gobernar Río Negro. No pudo ser, el voto del ciudadano rionegrino le fue adverso en favor del partido gobernante. Reconoció en la conferencia de prensa que ya se agotó su tiempo.

Pertenece a una camada de dirigentes que comienza a visualizar el retiro de la política, con mayor o menor compromiso. Nació el 24 de octubre de l950 en la provincia de Buenos Aires y cursó sus estudios universitarios en la Universidad Nacional de La Plata, de la cual egresó, como abogado, en 1976.

Radicado en la provincia de Río Negro, fue electo concejal en Sierra Grande, por el período l983-l985 y luego asumió como intendente hasta l987, en que fue electo legislador. Desde entonces inició una carrera política que lo tuvo en el orden partidario como congresal provincial, presidente del PJ y congresal nacional del justicialismo, y en cargos electivos como legislado provincial, diputado nacional y senador nacional.

En 1987 se suma activamente a la reconstrucción del peronismo, derrotado en el país y la provincia en 1983, con el retorno de la democracia, y formó una alianza con Remo Costanzo, siempre atada con alambre. Visualizó la etapa que se aproximaba con la llamada Renovación Peronista que en las elecciones de 1987 ganó en casi todas las provincias, menos con Costanzo en Río Negro.

De ese movimiento prefirió seguir al caudillo riojano, aún con frondosas patillas. Casi en soledad, con Víctor Sodero Nievas, Luciano Roa, Jorge Franco, Hugo Costas, Hugo Lastra y un puñado de dirigentes jugó la interna nacional del PJ con el menemismo, bajo la consigna “peronismo peronista”. Nada hubo de peronismo en esa etapa neoliberal en el país.

De esta manera Miguel Pichetto se encumbró en el justicialismo rionegrino, con un estilo particular y alejado del folklore peronista. Casi académico pidió el “aggiornamiento” en los procedimientos y en el discurso de la dirigencia.

Buscó la gobernación y siempre el “compacto” radical provincial no se lo permitió. Acompañó a Carlos Soria en el 2011 y luego del asesinato del roquense, flamante gobernador, la oportunidad le fue nuevamente esquiva.

No se sabe aún por qué razón, pero en lugar de llamar nuevamente a elecciones –habían transcurrido solo 16 días del nuevo gobierno- se definió desde la Nación y la provincia aplicar la ley de acefalía y entonces Alberto Weretilneck se encontró sentado en la Casa de Gobierno, de Laprida y Belgrano.

En una oportunidad Miguel Pichetto declaró que en política nada le fue fácil. Alegaba que siempre todo le costó mucho frente a otros dirigentes, que tuvieron una buena estrella que lo acompañara, aún en circunstancias difíciles.

Una vez más se cumplió aquella premisa ya que si de comparación se trata, el tránsito de Weretilneck a la gobernación fue vertiginoso. Menor trayectoria, con un partido nuevo y sin dogmas ni compromisos ideológicos le ganó las elecciones.

Tendrá que ser el propio Pichetto quien reflexione en los errores y en la formulación de una autocrítica, tanto en la elección de su compañera de fórmula, como de sus principales espadas en la conducción del PJ y algunas defecciones, por no decir traiciones.

¿Se subestimó a Weretilneck. No se estimó correctamente la sangría de peronistas a favor de Juntos Somos Río Negro. No se valoró hasta donde el electorado rionegrino quería votar nuevamente al justicialismo?

Miguel Pichetto no pudo contener siquiera los votos municipales del tres de mayo. Una nueva lección para el peronismo, que seguro dejará en las puertas de “cuarteles de invierno” a un numeroso lote de dirigentes.

El peronismo rionegrino perdió la militancia, que no es un tema menor, aunque el sentido de pertenencia se mantenga, incluso en el voto presidencial de octubre donde no sería impensado un triunfo del Frente para la Victoria.

La derrota en el PJ es del conjunto. Sería impropio que algún dirigente piense que de la derrota se puede construir un futuro personal. No hay salvación individual a pesar que algunas realidades locales.

Ahora vendrá una nueva etapa de reconstrucción. Quedó claro que el triunfo de Carlos Soria en el 2011 se dio en una coyuntura especial y en el marco de la caída del gobierno de Miguel Saiz, que arrastró a la derrota a la UCR. En esas circunstancias se dio el traspaso de votos radicales a la formula del FpV y ahora ese voto se alejó nuevamente del justicialismo.

Habrá que medir hacia adelante el rol del PJ en la Legislatura de Río Negro y en las municipalidades y visualizar de qué manera se construye el futuro. Hay una dirigencia joven que tendrá que asumir nuevas responsabilidades.

Las derrotas siempre duelen y conllevan muchas preguntas que no siempre tienen respuesta. Miguel Pichetto tendrá su tiempo de meditación y reflexión y el justicialismo su proceso de discusión interna.