Visita presidencial y crisis frutícola

Los tractores en las rutas no alcanzaron a sensibilizar a una presidenta que venía decidida a oficializar la candidatura de Miguel Pichetto, aprovechando la inauguración de una importante obra educativa en Roca. La movilización de los chacareros, con el objetivo de hacer visible la crisis frutícola, terminó siendo minimizada, incluso fueron desafiados por Cristina Fernández, con la frase: “para la fruticultura ya hicimos muchos anuncios”.

En el Alto Valle lo que está en crisis es la forma de organización de la fruticultura, afirma la investigadora Belén Álvaro. El modelo liderado por el capital transnacional somete mediante reglas de negociación desiguales y abusivas a quienes están en el extremo de la cadena productiva: chacareros y trabajadores.

Esta crisis se materializa en la desaparición del pequeño productor y el trabajador rural, sumada a la pérdida de suelo productivo en manos de actividades extractivas: especulación inmobiliaria y empresas petroleras que están desplazando el modelo de desarrollo socioeconómico que ha perdurado a lo largo de 100 años.

Es necesario ponerle freno al avance del extractivismo que declaró al Alto Valle “zona de sacrificio” y, al mismo tiempo, impulsar políticas que contribuyan al sostenimiento de las unidades de producción familiar, con fuerte énfasis en la agroecología, la economía social y la soberanía alimentaria. De no realizarse transformaciones estructurales y verdaderos replanteos a la cuestión productiva, se estará profundizando el modelo de exclusión y desigualdad.

Debemos apostar por el agregado de valor en origen y la innovación tecnológica en agroalimentos, diversificando la canasta productiva. ¿Por qué producir sólo manzanas y peras? ¿Por qué el único camino es la exportación? Si se pueden hacer hortalizas y verduras, frutos secos, ganadería, entre otras alternativas para abastecer a mercados de cercanía. Esa debe ser la llave para el fortalecimiento de nuestra economía regional.

Es hora de mirar los problemas estructurales de la fruticultura, en toda su complejidad, para construir política pública pensando en el largo plazo y en el eslabón más débil de la cadena. Para el problema inmediato, relacionado a la comercialización y la falta de transparencia, se deben tomar medidas de emergencia donde el chacarero se asocie al Estado para vender en el mercado nacional, con nuevas estrategias comerciales (3). El subsidio no sirve, porque beneficia al que hegemoniza la cadena productiva, a la empresa transnacional, generando mayor exclusión y concentración de capital.

Un futuro diferente es posible sólo si existe el compromiso de todos los rionegrinos y la convicción de que las soluciones las tenemos que generar nosotros mismos, defendiendo el federalismo con participación política y ciudadana.

Diego Rodil- Candidato a Legislador por el Circuito Alto Valle Centro
Partido Socialista de Río Negro en el Frente Progresista