Amado Boudou no fue a la Casa Rosada y crece el malestar en el Gobierno
Capital Federal.- A partir del próximo martes, Amado Boudou será la autoridad máxima del poder Ejecutivo. Esa tarde, Cristina Kirchner viajará a Brasil para participar de la cumbre de los Brics y dejará al vicepresidente en su reemplazo hasta el viernes por la mañana.
Será una semana difícil para el vice porque cada día que pasa se vuelve más rancio el clima dentro del Gobierno en torno a su futuro. Hay más internas, más reproches y, sobre todo, una profundización del resquebrajamiento político en torno a su continuidad. “Ya empezó la desestabilización dentro del Gabinete en su contra”, resumen cerca suyo. Se refiere a que Boudou suma críticas y enemigos en el corazón de la Casa Rosada. Voces que presionan para que pida licencia. A la “embestida” de los medios –que postula todo el tiempo el oficialismo–, se suman jugadores que le transmiten a la Presidenta que es hora de que se vaya.
Una muestra cabal del tsunami anti Boudou dentro del oficialismo tomó estado público ayer cuando el titular del bloque de senadores kirchneristas, Miguel Angel Pichetto, le dijo al diario La Nación que tuvo que sacrificar al propio vicepresidente “por una cuestión de Estado”. El senador K participó esta semana de las gestiones para bajar a Boudou de la sesión donde se votó la ley que da inmunidad a capitales de bancos centrales extranjeros. Pichetto reconoció un inédito enroque en el ajedrez parlamentario oficial: un senador ayudó a bajar de la sesión a un vicepresidente, máxima autoridad de ese cuerpo.
“Hasta nuestros senadores lo quieren tener dando vueltas en el spiedo hasta que pida licencia”, se victimizan cerca del vice. Indican que desde que fue procesado por cohecho y negociaciones incompatibles en la causa Ciccone se dispararon las quejas de funcionarios, ministros y secretarios.
Los que muestran con fervor su malestar son el ministro del Interior, Florencio Randazzo, y Carlos Zannini, el arquitecto legal del Gobierno. Pero, hasta ahora, Cristina ha mostrado que respalda a Boudou. Sorprende que entonces haya tan poco diálogo entre ambos. Un sector del entorno del vice jura que hace meses que no hablan en persona, y otro, que fue hace unos veinte días a la Casa Rosada a verla. Pero es real que casi no hay diálogo entre CFK y su vice. Boudou va la Casa de Gobierno, pero apenas sube al primer piso donde está la Presidenta para visitar a Oscar Parrilli, el secretario general que lo invita a los actos. También para escuchar a su principal interlocutor, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.
El miércoles pasado se vio con claridad otra muestra de las fracturas en el Gabinete. Amado presidió el acto en Tucumán por el Día de la Independencia a pedido de Cristina Kirchner, con licencia médica. El propio Randazzo mostró su cara de “enojo” al tener que saludarlo frente a las cámaras. Boudou le disparó un irónico beso en la mejilla como respuesta.
Fue una singular muestra del estado de ánimo del vice. En la intimidad, se muestra como si no estuviera en el peor momento de su vida política: está sereno, sonríe y hace chistes. Sus asesores sugieren que “no tomó la dimensión” de la gravedad institucional que lo envuelve. “Ni siquiera escucha cuando le recomendamos qué estrategia seguir”, lamentan.
Mañana, parte de su equipo de abogados deberá analizar si presenta en el juzgado de Claudio Bonadio un pedido de prórroga para la indagatoria por la causa del auto trucho.
Ingresar a los Tribunales acusado de otro delito no es la mejor noticia para un vice que reemplaza a un presidente.
Por Lucas Morando
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