Cambiar de trinchera no revive a los muertos ● Silvia Horne

Las economías regionales no son botín de nadie, sino un medio de desarrollo para mejorar las condiciones de vida de toda la población. La fruticultura fue la actividad que más atención, más recursos, más políticas, más representaciones, más conflictos y más desvelos de los gobernantes demandó.

Sin embargo, la fruticultura no es el la actividad productiva excluyente de la provincia. Es muy importante, pero no es la única. Para quienes tienen en sus manos el deber de gobernar para un modelo de desarrollo con inclusión, tampoco puede ser más que otras.

La crisis frutícola que hoy se vive no tiene seis meses, viene de lejos. Los reclamos sectoriales son los mismos desde hace décadas: mayor transparencia en un mercado concentrado, contratos de compra venta de frutas que eviten la apropiación de la rentabilidad de los productores, búsqueda de mayor competitividad en los mercados de destino y asociativismo para afrontar los desafíos de escala y los poderes de mercado. Se trata de soluciones a problemas que, más allá del discurso, se agravaron durante las largas décadas en que la Unión Cívica Radical gobernó la provincia.

 

Las demandas se intensificaron en algunos momentos. Generaron medidas de presión de las empresas y de fuerza de los productores que, como en las jornadas recientes, se volcaron a las rutas. Las respuestas de las administraciones radicales fueron siempre las mismas. Nunca atacar los problemas de fondo, solo descomprimir por la vía de los eternos subsidios pagados por todos los argentinos. Subsidios que funcionaron en la práctica como complemento del precio no recibido por el productor y no pagado por las empresas. El único simulacro de hacer algo diferente a descomprimir con fondos públicos fueron las leyes de transparencia y contractualización, de nulo resultado práctico para la transformación del circuito, un listado de buena voluntad de autoría intelectual del ex eterno vicegobernador Bautista Mendioroz.

 

El mismo discurso del actual “Machi en la resistencia” podría haberse hecho bajo el gobierno que integró. Al menos durante la última década, los persistentes reclamos al gobierno nacional fueron la única herramienta para desentenderse de la responsabilidad de hacer política frutícola provincial. El único recurso de quien hoy intenta convertirse en líder opositor fue señalar causas macroeconómicas responsabilidad del gobierno nacional. Con diversos moldes, con diversas leyes, con diversos procedimientos, pero poniendo siempre las soluciones en los otros. Ponerse del lado de los productores en el discurso, pero dejando que las soluciones las busquen otros.

 

Con estos antecedentes de nulos resultados, el ex vice cree que puede capitalizar, ahora desde la resistencia opositora, la motorizada queja de aquello de lo que fue hacedor. No se puede ser verdugo y juez, menos defensor.

 

Cuando el gobernador Alberto Weretilneck transmite a los federados que buscará soluciones, que pongan un poco de tolerancia, les está diciendo amablemente que no se pongan la soga al cuello embanderándose con la Mesa de Enlace de las entidades del agro pampeano. También les dice que si en Argentina no se vive la zozobra de Grecia, el desempleo de España, la debacle de Portugal, el ajuste francés, entre otros, ello se debe al cuidadoso sostenimiento de las variables que posibilitan el acceso a los ingresos y al consumo a las grandes mayorías, aunque ello pueda generar transitoriamente dificultades en algún sector o región.

 

Con las medidas del secretario Guillermo Moreno, para proteger nuestro naciente y embrionario despegue, pueden resentirse momentáneamente algunos núcleos de desarroll pero ello nunca significará que dejarán de ser atendidos en forma particular, especifica, cuidadosa. Las soluciones para la economía nacional nunca se lograrán por la vía de la eliminación indiscriminada de aranceles. Tampoco será mediante una devaluación en este momento. La administración del comercio y los aranceles diferenciados son medidas esenciales para estructuras productivas desequilibradas, es decir; con distintas productividades relativas, como la argentina. No pueden resolverse los problemas de una región a costa de la economía nacional.

 

Lo que si puede hacerse para el desarrollo regional es emprender gestiones puntuales, trabajosas y particularizadas con Brasil, país hermano que comprendió que con Argentina es más importante avanzar en un rol complementario y no competitivo. Los pequeños escarceos propios de los intereses sectoriales son propios de las actividades mercantiles, pero nuestra cancillería trabajará para despejar los desajustes.

 

Recuerdo un dicho bien español que decía “¿pero que tiene que ver culo con sopa?”, la verdad, nada, pero es una manera de salirse del foco y cambiar de tema. Esto es lo que hizo hábilmente la Unión Cívica Radical en el recinto legislativo. En vez de debatir un proyecto impecable, que no tenía ninguna objeción como fue la creación de la empresa minera provincial EMIRSA, instalaron las historias políticas de correligionarios, y se pusieron a recordar las viejas facturas.

 

La minería es otra cosa. No es Fruticultura, Adrian Casadei. La minería significa que si en la región donde usted fue intendente se dejó durante 29 años la basura ambiental de Mina Gonzalito, se tiene que hacer cargo. La minería como Política de Estado significa promover la exploración y explotación controlada y sustentable. Hoy estamos realmente muy lejos de tener minería de escala en la provincia, pero es muy importante prepararse, empezar a salir de la ignorancia, formar profesionales, tener policía ambiental en serio, tener herramientas de evaluación de proyectos verdaderamente participativas, estar en condiciones de controlar y, sobre todo, de aprovechar para nuestro pueblo los recursos que tenemos.

 

 

 

Silvia Horne

Leg.Provincial Frente para Victoria

Movimiento Evita

silviahor@yahoo.com