Más allá del RIGI. ADN

Alberto Weretilneck se aferra al mundo energético, el único que suele darle buenas noticias. Como en el país, en Río Negro la producción de hidrocarburos es prácticamente lo que dinamiza un poco la economía y prevé -no tan en corto plazo- el ingreso de dólares. Tanto, que es la única industria que tiene aprobados proyectos RIGI, algo que ni la minería (ni el tan venerado «campo») pudo destrabar en los despachos del Ministerio de Economía que comanda Luis Caputo.

El Gobernador celebró eufórico el acuerdo con el consorcio VMOS que elevará en los próximos días a la Legislatura para su homologación, un entendimiento que viene trabajando desde el inicio de este año tras advertir que el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (el núcleo de la Ley Bases), impediría que la provincia cobre un solo peso por el paso del petróleo de Vaca Muerta a Sierra Grande, a través del oleoducto, para exportarse por el puerto de Punta Colorada. No será un canon ni tendrá estará atado a la producción del recurso como pretendía, pero sí garantiza ingresos a las alicaídas arcas provinciales por los 30 años que dura la ley del RIGI, y más allá.

El entendimiento con el conglomerado que integran YPF, Pan American Energy, Vista Energy, Pampa Energía, Pluspetrol, Chevron y Shell consiste en ingresos por 1.000 millones de dólares en los primeros 13 años, en conceptos de aportes al desarrollo territorial y comunitario; por el uso de espacios públicos portuarios; tasa de control y fiscalización y control ambiental (es ajustable); y por Ingresos Brutos directos. Según los cálculos oficiales, representará más de 70 millones de dólares anuales. Concluida esta etapa, vendrán 17 años de cobranza por unos 40 millones de dólares al año. Ese período completa los 30 años que tendrá vigencia el RIGI, donde regirá la estabilidad legal e impositiva, pero el acuerdo alcanzado supera esas tres décadas, e indica que las empresas deberán continuar pagando impuestos anualmente mientras el oleoducto y el puerto estén funcionamiento, pero ya con otras reglas seguramente.

Como dice el refrán: «peor, es nada». En los papeles, la provincia no tenía derecho a patalear porque ayudó a aprobar el RIGI, pero era una mala señal al mercado y al mundo que siete compañías petroleras no pudieran finalizar la obra de cañería por un monto que, para el volumen de negocio, es insignificante. Tan cierto como que el reclamo rionegrino generó malestar en las empresas, al punto que el CEO de YPF, Horacio Marín, emitió señales en ese sentido cuando criticó la calidad de la arena silícea que se produce en Río Negro, y siempre quedará en la nebulosa de los rumores y operaciones la decisión sobre no construir la planta de GNL en Río Negro. Como sea, el Gobierno se llevó lo que pudo, y lo puede computar -en este contexto- como un triunfo.

Los efectores del acuerdo irán a defender el proyecto a la Legislatura y explicarán el destino de los montos, especialmente los que se perciben por única vez. A groso modo, una parte irá a obras de infraestructura, control ambiental y de seguridad. También habrá reparto en regiones y municipios, y fondos para programas sociales, culturales y deportivos.

Los gremios mira el acuerdo y sacan cuentas. Y algunos ya analizan llevar a la próxima paritaria -sin fecha aún- esquemas de distribución que les permitan aumentos salariales para recuperar el poder adquisitivo licuado por inflación. El Gobierno hizo un llamado para reanudar el diálogo sin oferta alguna. «Es una provocación», «nos toman el pelo», «se creen que somos boludos» fueron las frases más relevantes de los líderes gremiales, que en off maldijeron a los funcionarios. Mucho enojo, especialmente en Salud, donde la crisis y el mal humor va en aumento.

Quienes dieron la cara ante los gremios, explicaron que los ingresos por coparticipación no aumentaron, que la recaudación no mejora por la falta de consumo, y las regalías no cambian. En ese escenario no puede la provincia -alegaron- aumentar sueldos. En los últimos cinco meses, los envíos de Nación aumentaron solo dos puntos, muy por debajo de la inflación, indicaron. Por qué tanto hincapié en el dato? Porque los ingresos provinciales se componen: 65% de coparticipación nacional; entre el 27 y 28% de recaudación propia; y entre el 7 y 8% de regalías.

Misma situación que experimentan los bolsillos: no mejoran su recaudación porque no hay aumentos y los alimentos, servicios, alquileres y combustibles aumentan. Por eso, algunos sindicatos comenzaron a estudiar los anuncios públicos del Gobierno en obras y transferencias en el último mes. Consideran que hay algunas que pueden esperar su reactivación (como por ejemplo la terminal de ómnibus de Bariloche, con un presupuesto de 14.000 millones de pesos) y esos fondos podrán ser utilizados en reparar los salarios. También pedirán «agarrar» algo del acuerdo con VMOS.

El Gobierno aun paga los costos del acuerdo salarial entre mayo y agosto del año pasado «bastante más arriba que la inflación» recuerdan en el Ministerio de Economía, que produjo un descalabro en las finanzas. Hoy, la masa salarial es de 102.000 millones de pesos, lo que representa un poco más del 70% del presupuesto. Repasemos. Cuando asumió el nuevo mandato Weretilneck la lógica del achique del Estado era regla, hubo despidos, recortes y fusiones de áreas. Además hubo un largo período de congelamiento salarial. Al salir de ese período, la recomposición implicó un gasto «extremo», según la mirada más conservadora del Gobierno (las miradas apuntaron a la Secretaría de la Función Pública por el mal cálculo), y eso «tiene un efecto negativo hasta hoy», se quejan. Pero a los trabajadores ese excell no les interesa, y reclaman aumentos.

Los gremios tienen miradas dispares. Para UnTER su recomposición es por porcentaje, blanqueado, por categorías para no achatar la pirámide, y con los puntos correspondientes a su complejo articulado salarial. La UPCN también espera que el aumento vaya -al menos- al ritmo de lo que se incrementó la inflación desde el último acuerdo alcanzado, que el gremio rechazó. Pero ATE no comparte la idea, quiere «plata en el bolsillo de la gente», entiende que es un momento crítico y cree que con sumas fijas que le permitan a los trabajadores mejorar las compras en el supermercado, está bien. Ya vendrá otro tiempo, piensan en la carpa de Aguiar.

Lo cierto es que prácticamente no hubo reacción. Los comunicados gremiales dejaron ver el malestar por la falta de una propuesta pero no hay conflicto a la vista, por ahora. «Todavía no hay clima», dice un dirigente con años de experiencia en el timing paritario y cree que el fastidio general irá en aumento a medida que el calendario se acerque a octubre. Sabe que ahí no estarán solos en los reclamos, ya que contarán con la inestimable colaboración de los partidos -dormidos aún- que querrán su tajada electoral.