El peronismo rionegrino lame sus heridas

(ADN). – Al peronismo rionegrino le cuesta asimilar la derrota del domingo en las PASO, porque, así como hubo sorpresa con Juntos Somos Río Negro, como gran ganador, también fue sorpresiva la derrota del Frente de Todos, el gran perdedor.

Vienen tiempos de debate, críticas y auto críticas que tienen un tiempo acotado hasta el 14 de noviembre, para tratar de revertir tan magro desempeño. En el peronismo hay silencio y cuando esto sucede significa que a media voz los canales de comunicación interna están al rojo vivo, pero se evitan exteriorizaciones que puedan dañar o sumar un mayor peso al veredicto de las urnas.

Se formulan varios análisis en un contexto nacional donde el FdT perdió en casi todo el país, con derrotas significativas como la provincia de Buenos Aires. Juntos por el Cambio fue el verdugo y se sacudió la estantería en el gobierno de coalición de Alberto Fernández, con responsabilidad también en Cristina Fernández y Sergio Massa.

En Río Negro la derrota no fue a expensas de JxC, sino del oficialismo provincial. Ese voto calificado como “bronca” que golpeó al FdT en la provincia se canalizó en Juntos Somos Río Negro, que sin dudas cosechó votos peronistas.

El FdT rionegrino -más allá del escenario nacional- no pudo anclar en las expectativas de los rionegrinos y además se sucedieron desaciertos, que irritaron la sensibilidad de la dermis peronista.

Una palabra define esta situación: soledad. Los candidatos -poco conocidos- transitaron esta campaña en soledad, con el acompañamiento del senador Martín Doñate. El trabajo de campaña estuvo asignado a un grupo de referentes limitados en su relación hacia adentro del conjunto del peronismo.

Tampoco se notó la presencia de otras representaciones institucionales nacionales, no hubo una convocatoria amplia para trabajar, por ejemplo, del sector sindical y de dirigentes locales y provinciales, con experiencias para aportar. Hubo exceso de confianza en “la marca” nacional al punto de obviar apoyos locales en la tarea proselitista y particularmente el día de los comicios. La militancia estuvo limitada sólo a repartir la boleta de los candidatos.

La falta de convocatoria y la soledad generaron desmovilización, que junto con el “voto bronca” -fundamentalmente haciendo eje en la economía- produjo una derrota impensada en los términos del domingo pasado.

El peronismo ganó solo en tres municipios de los siete que gobierna. En el histórico bastión de Roca, la diferencia -de unos cinco puntos- fue exigua a su propia historia. Nada para elogiar. El mejor desempeño electoral estuvo en Sierra Colorada, un dato más que simbólico.

El Frente de Todos cuenta con 17 diputados provinciales y legisladores nacionales y un ministro en el gabinete de Alberto Fernández. Nada de esto hizo la diferencia.

El drenaje de votos se derivó a Juntos. Siempre el oficialismo provincial -sea cual fuere su color- es un buen refugio ante las dudas, la soledad y la falta de contención.

En el peronismo comenzó el debate interno. Hay calma contenida ante la necesidad de mejorar la performance electoral dentro de dos meses. Sólo este compromiso disipa, por ahora la tormenta.