Nuevos jueces…¿nuevas expectativas? ADN

El Consejo de la Magistratura “Grande” –que preside la gobernadora Arabela Carreras- se apresta a designar a dos magistrados en el Superior Tribunal de Justicia de Río Negro, en reemplazo de los renunciados Adriana Zaratiegui y Enrique Mansilla, una de Viedma y otro de Bariloche, y como consecuencia enseguida comenzaron a conocerse opiniones referidas fundamentalmente a respetar en los nuevos nombramientos las cuestiones de género y la procedencia territorial. Importantes, pero no fundamental.

Carreras introdujo sobre estas dos condiciones el concepto de “idoneidad”, que no es poca cosa, viniendo de quien ejerce la presidencia del Consejo, con mayoría propia del partido gobernante y en su condición de mujer.

Así –y es lógico que suceda- comenzaron a moverse las piezas del rompecabezas que se mezclan para formar la figura final. Intereses políticos y sectoriales, y por qué no deseos personales. La lista de postulantes está abierta y todo ciudadano que crea estar en condiciones de ejercer esas funciones se puede anotar.

La Justicia, como la política, el periodismo, la actividad gremial, empresarial y otras, están cuestionadas en la sociedad y no por remanida que sea la frase pierde valor. Hay desconfianza en los procedimientos judiciales. Existe el concepto que hoy un fiscal “te imputa” y no te salva ni el mismo mago Houdini.

Hay desconfianza. Ninguna facultad de Derecho otorga un título que de por sí autorice a impartir justicia. Las leyes son hechas por hombres falibles y la Justicia la imparten personas falibles con el sólo propósito de defender el sistema. Un determinado contexto ideológico, político, religioso, humanista forma un criterio en los jueces, que se traslada –sin dudas- a sus fallos. Hay un escenario del pensamiento que se forma con la lectura de reconocidos juristas, que vincula sus textos a la formación.

Estos conceptos, seguro serán rebatidos por los hombres y mujeres de la Justicia, con argumentos formateados, preconcebidos y ajustados a la permanencia de una de las corporaciones más fuertes de la sociedad y que todo lo justifica bajo el manto de la objetividad e imparcialidad.

Cómo se usa el escalímetro para medir la idoneidad, capacidad y probidad de un futuro juez? Quizás el pensamiento de un integrante del Consejo de la Magistratura que no forme parte del mundo judicial pueda hacer aportes “mundanos” más reales, ya que impartir Justicia significa cubrir el requerimiento, la necesidad, la satisfacción y las expectativas del justiciable, que exige celeridad, simplicidad y eficacia, para bajar a tierra a quienes desde el Olimpo de las Leyes se ufanan de aplicar Justicia, un concepto íntimamente ligado a la igualdad.

¿Qué sucede cuando un juez se equivoca, sobre todo en perjuicio del Estado?, ¿Quién paga? Por lo general todos los ciudadanos nos hacemos cargo y en esto abundan los ejemplos de fallos que fueron recurridos pagándose sumas cuantiosas por daños y perjuicios que salieron del erario público.

¿No se castigan? Las destituciones son difíciles, fundamentalmente porque el Consejo de la Magistratura es un órgano de la política.

También hay que considerar “los climas de época”. El relato liberal reconoce que no todo va bien en el mundo, señala el historiador israelita Yuval Harari y los gobiernos neoliberales, en apariencia democráticos, socavan la independencia del Poder Judicial y el sistema responde a ese orden para preservarlo. Sobran los ejemplos regionales cercanos: Brasil, Bolivia, Ecuador y en nuestro país con el proceso macrista.

Pero, ¿ésto está lejos de Río Negro? Regionalmente sí, pero no en el pensamiento ideológico de la estructura judicial provincial, que al menos deja espacio para la duda. Vigilar y castigar desde el Panóctico, decía Foucault.

Un sistema de privilegio se estructura a partir de la defensa irrestricta de sus propios actores. Es un espacio que no interactúa por fuera de él, no se relaciona «con lo externo» y cuando lo hace siempre es para su propia protección.

Se designarán dos nuevos jueces del STJ rionegrino y ya figuran nombres en borrador. Es de esperar que sean dignos del cargo, probidad, conocimiento y con una mirada hacia el justiciable, que pide ser tenido en cuenta. Que no asuman el cargo sólo para disfrutar de las mieles del Poder. La jueza y el juez que se fueron, llegaron al cargo para jubilarse con privilegios y lo lograron. Ese fue su propósito, pero vale una pregunta ¿la jueza del Superior Tribunal, Liliana Piccinini también puede jubilarse? La respuesta es sí, pero también vale decir que no será por una cuestión oportunista, porque es la que mejor entiende que «el poder no se posee, se ejerce» citando nuevamente a Foucault.