Tensiones. ADN

Se tensiona la política en Río Negro. Hay cruces de declaraciones, aunque muchas veces estos forman parte de la necesaria escenografía del juego oficialismo y oposición.

“La vida es voluntad de poder” escribió Nietzsche y de eso se trata también la política. El filósofo alemán describió que “si no intentamos aumentar lo que tenemos, no podremos conservar lo que tenemos”.

El Frente de Todos busca posicionarse en los despachos nacionales para cortar con tanta amabilidad con el Gobierno de Río Negro, y mostrarse unidos (confiables) para la Casa Rosada a la hora de jugar por la elección grande de 2023. En ese afán, el espacio exteriorizó críticas a la gestión provincial por entender que son discriminados.

Inmediatamente, la gobernadora Arabela Carreras y el senador Alberto Weretilneck salieron a responder, y denunciaron al dirigente Martín Doñate de trabajar con intendentes y organizaciones sociales “pasando por arriba” al gobierno rionegrino.

¿Qué está en juego? En la superficie dos bancas del Congreso de la Nación. A futuro, el poder rionegrino.

De a poco hay señales que se “calienta” la etapa preelectoral para fin de año, con temas de acusaciones cruzadas y con el debate a llegar: el nombre de los candidatos a diputados nacionales.

Antes, habrá que confirmar la realización, suspensión o corrimiento de las PASO.

Weretilneck tiró una referencia: “no tenemos candidatos, es lo último que vamos a definir”, y señaló que tendría que ser “una cara nueva”, no “tan conocido y que venga a “refrescar” y tener “ideas nuevas”.

Pasó a Cuartel de Invierno a viejos conocidos y siempre anotados para “lo que guste mandar”.

De todos modos el oficialismo con 18 intendentes, 28 legisladores, concejales y cientos de funcionarios debería tener muchos y variados candidatos y candidatas. Dirigentes que levanten la mano y hagan pública su aspiración, sin necesidad de una bendición.

En el radicalismo también hay tensiones que se dirimirán  en las elecciones internas del próximo domingo, donde competirán dos listas, roja y blanca que encabeza Yamil Direne y roja, blanca y negra, que preside Santiago Ibarrolaza.

La UCR tiene necesidad de rearmarse y ofrecer una alternativa al electorado y en ese objetivo, la dirigencia actual se debate en las próximas estrategias electorales, donde valen de nuevo las citas de Nietzsche, mencionadas anteriormente.

Para esto primero debe regularizar el partido y luego elegir varios caminos: aprovechar estas elecciones para ir con lista 3 con el sólo propósito de medir cuál es su caudal actual (sin otro objetivo); aliarse a JSRN, fuerza que hoy detenta el poder en Río Negro y sumarse a un proyecto provincial, que no es ajeno al radicalismo rionegrino que tuvo una política propia ante el Comité Central Nacional, lejos de cualquier tinte liberal y donde fue un acérrimo opositor a Domingo Cavallo; seguir en Juntos por el Cambio, atados a la propuesta neoliberal macrista o incursionar en el campo nacional y popular del Frente de Todos, reeditando la Concertación Plural, a la que adhirió el radicalismo rionegrino (como Concertación para el Desarrollo) en épocas del gobierno de Miguel Saiz, que llevó a Pablo Verani al senado compartiendo lista con Cristina Fernández y al sindicalista de UPCN, Juan Carlos Scalesi, como diputado, que entró en tercer término por la minoría.

Las otras discusiones ingresan en los términos de la banalidad, obviando la cuestión central. Hay dedos acusadores de ambos lados, pero todos son responsables del derrumbe del radicalismo, donde ante este fracaso muchos se ligaron al macrismo y otros revalorizaron la búsqueda de un paraguas provincial, que permitiera la subsistencia e incluso mantener el empleo de muchos dirigentes y referentes radicales que fueron abandonados en el desierto, luego de la debacle.

La UCR pretende –de persistir en la alianza de JxC- llevar al primer candidato o candidata a la diputación nacional. Esgrime que un radical es suplantado por otro radical, pero también argumentan en un compromiso con el radicalismo rionegrino, a modo de reparación o desagravio, cuando “bajaron” desde Buenos Aires a Marcelo Cascón como senador nacional en el 2019, que dejó el camino libre al Senado de Alberto Weretilneck.