¿Martillo o danza?

(ADN). – Con este dilema se ha definido en España, como en otros países, a las medidas a tomar por parte del Estado sobre los nuevos rebrotes de coronavirus. Martillo hace referencia a los controles estrictos y confinamientos como la mayor parte de los países europeas y danza, una manera de calificar un baile multitudinario adonde todos se contagian, recurrir al orden de supervivencia de la selva y que “mueran los que tienen que morir”. Toda una discusión. La teoría del rebaño, desmentida por la realidad.

Los diarios españoles de ayer y hoy titulan sobre la llegada de la cuarta ola, en un país donde hay un confinamiento parcial y está prohibido circular entre las provincias y con una lenta la vacunación a los ciudadanos mayores de 70 años.

Qué sucede entonces con la “segunda ola” en estos lares, con preguntas sobre la aplicación de confinamientos  y medidas restrictivas.

Acuerdan todos los científicos y especialistas que el contagio está en la circulación de personas, sobre todos en los traslados dentro del país y a los centros turísticos, como Bariloche donde aumentaron los casos diarios. Hay estudios que indican que implementar barreras de transmisión, medidas de aislamiento e higiene, es efectivo para contener epidemias del virus.

El aislamiento permite prevenir ante el crecimiento exponencial de la epidemia que desborde la capacidad de atención, los rastreo de contactos y evitar el colapso sanitario.

La cuestión central de las medidas de distanciamiento social es que apuntan a reducir el ritmo básico de reproducción de la enfermedad (conocido como R0 o número medio de infectados generado por un infectado) a partir de la reducción de las interacciones sociales en el espacio físico. Un R0 por debajo de 1 asegura la contención de la difusión del virus, mientras que cuanto más alto sea, más rápido será el ritmo al que se generarán nuevos infectados.

Se llamar martillo al golpe duro necesario para contener la progresión exponencial de la epidemia que, como los modelos demuestran, si hubiera evolucionado sin cortapisas, o con medidas menos restrictivas, habría generado el colapso del sistema sanitario.

Cómo abordar la danza, es el centro del debate epidemiológico y político actual. Como demuestran varios estudios, la fase de desescalada es muy delicada y medidas tomadas demasiado temprano o demasiado tarde pueden llevar a picos secundarios más altos que el primero.

La danza implica pagar un costo para defender algunos derechos y libertades personales, incluidas las económicas, pero hay que hacerlo explícitamente.

Una vez reconocidas las evidencias empíricas de los impactos de la pandemia y de la eficacia del confinamiento a la hora de mantener controlado el estrés sobre el sistema sanitario, es posible analizar las alternativas aunque, muchas incluyen el costo de colapsar el sistema sanitario y generar más muertes.

Hoy esta segunda ola de la pandemia que se aproxima tiene una ventaja indudable frente a marzo del 2020: las campañas de vacunación que –como en todo el país- están en marcha en Río Negro. Ya terminando de inocular a los mayores de 70 años ahora esperan el turno, con la llegada de nuevas dosis, los rionegrinos mayores de 60 años.

Concluida esta etapa, más la vacunación en el sector de salud y policía y terminar con los estratégicos, se podrán encarar lo que viene con otra perspectiva.

Con estas franjas etarias vacunadas el temor que el sistema de salud colapse es menor, disminuye la presión en los hospitales y alivia a las terapias intensivas.

Viene el invierno. Llega la segunda ola y se esperan nuevas medidas del gobierno una vez concluida las vacaciones de Semana Santa. Queda un debate a la espera ¿Qué sucederá con las clases? Quienes plantean abandonar la presencialidad argumentan que no hubo escasos contagios de niños porque no iban a la escuela y los adolescentes y jóvenes que contrajeron la enfermedad tampoco fue en los colegios sino en reuniones sociales o ámbitos familiares.

Vacunación y restricción de circulación estarán en los anuncios.