A la espera de lo peor. ADN

 (ADN). – El presidente de la Nación Alberto Fernández anunció medidas restrictivas en el AMBA para contener el contagio del coronavirus, que todos califican como “preocupante”. También pidió, casi “imploró” a las provincias adherir a las medidas: sin circulación de las 20 a las 6 de la mañana, sin actividad en lugares cerrados, restaurantes, bares y confiterías y suspensión de clases. Sólo 15 días. Dos semanas.

Los argentinos acostumbramos a adjetivar en demasía. Nos viene de la raíz latina. Por esto calificamos a la cuarentena como dura, semidura, blanda, oficialista, opositora, especulativa y como no podía ser de otra manera “la más larga del mundo”, pero todo es maquillaje para no abordar el tema de fondo.

No hay debate sobre lo que preanuncian los especialistas en epidemiología, que en la forma más cruda alertaron sobre “un crecimiento feroz de los contagios de coronavirus”. La filosofía, en su estudio sobre la tragedia,  expone sobre la naturaleza y el destino del hombre que habitualmente elije ignorar. Lo trágico incorpora una reflexión sobre la existencia. Por lo tanto ignorar y obviar la verdad de ese destino ayuda a vivir. Lo que pasa, le pasa al otro.

Esta “segunda ola” del Covid no puede ser ignorada y tampoco sirve discutir el tema en un escenario falso. Hay que ir a la discusión real sin temor a pagar los costos políticos que sean necesarios, porque en las decisiones políticas jugar por el medio por lo general no sirve. La peor estrategia es la falta de estrategia.

No hay que desperdiciar las ventajas comparativas. Los efectos crueles de la pandemia siempre lo vimos por anticipado, con los ejemplos de los países del norte y también ahora sabemos que les pasó con los rebrotes de los contagios. Río Negro además, tiene otra ventaja, y es que puede mirarse en el espejo del AMBA e imaginar lo que puede suceder, porque va a suceder, y su impacto no puede amortiguarse aún con la vacunación, un producto que no hay en el mundo y que habrá que esperar un año más a que la fabricación de dosis sea masiva y esa será la salvación.

Lo peor llegará y no hay motivos para desafiar este presagio. Sucede en el mundo, en países con mayores capacidades económicas y sanitarias para evitarlo. ¿Por qué a nosotros no?

Si miramos estos ejemplos sabemos lo que nos va a pasar y entonces no podemos dejar que suceda. Discutamos en la sociedad y en las fuerzas políticas, sociales y económicas qué es lo posible, no lo deseable. Discutamos si queremos tener muchos bares abiertos con muchos muertos o regular estas actividades y otras con la menor cantidad de decesos. Si consultamos la opinión de un empresario o comerciante sobre el tema, también consultemos a los directores de hospitales y a los jefes de terapias intensivas.

Si de la lectura sobre cómo se desarrolla el proceso de avance de esta segunda ola en otros lugares, podemos tomar medidas, es imperioso tomarlas ya y adelantarnos. No nos podemos conformar en que “todavía no hay aumento de casos”. El ministro de Salud, Fabián Zgaib, la secretaria de Políticas Públicas Mercedes Iberó y el director del hospital de Viedma, han alertado sobre el rebrote del virus y los riesgos de la circulación de personas.  “SI llega de golpe es inatajable” dijo Pacayut, titular del nosocomio viedmense, a esta Agencia.

“El poder para mantenerlo hay que ejercerlo” decía Foucault y los poderes públicos hoy están amenazados por las consecuencias de la pandemia y los oficialismos serán los más afectados porque serán tironeados por las demandas, sin poder dar respuestas y por lo tanto criticados.

No hay muchos caminos, salvo tomar las políticas del presidente brasilero, Jair Bolsonaro, abrir todo, escuelas, restaurantes, bares sin importar la saturación del sistema de salud y colmar de cadáveres los cementerios. Pero digámoslo.

La vacuna es la única aliada, cualquiera. Hay que  terminar con el fascismo encubierto de dudar de la producción de los rusos o los chinos y otros, ejemplo de la estupidez humana donde los argentinos cobramos entidad.

Europa es el espejo. ¿Qué hizo España para la desescalada de contagios el año pasado? Veamos:

Cierre perimetral, los presidentes de las regiones autónomas (acá los gobernadores) tomaron medidas de cierre entre provincias para frenar el virus, e incluso autorizaron el cierre de municipios  ante la incidencia del Covid que disparó la segunda ola.

Prohibición o limitación de reuniones. Se fijó en una cantidad determinada de personas la autorización de reuniones sociales públicas y privadas.

Confinamiento nocturno. Se establecieron horarios para la circulación nocturna de personas.

Es oportuno que ganemos tiempo. Falta para la superproducción de vacunas. Hay que contener los contagios y seguir vacunando, sobre todo a las personas vulnerables de mayor edad y de esta manera ganarle tiempo al virus.

Controlar la circulación viral y vacunar para salvar vidas, salvar la economía y recuperar nuestras vidas.

En el final de su libro «La Peste», Albert Camus, escribió: «Del puerto oscuro subieron los primeros cohetes de los festejos oficiales”. Había terminado la pandemia. Retornaba la esperanza.