Los números hablan

(ADN). –  Todos los días los partes oficiales del gobierno provincial dan cuenta sobre el comportamiento del coronavirus en el territorio rionegrino. Esta habitualidad pone en términos de rutina contagios, personas curadas y muertes, de modo tal que la estadística se reduce a números que pueden causar alarma en algunos, indiferencia en otros, y preocupación y dolor en familiares de contagiados y fallecidos.

Ayer ser notificó la muerte de una mujer de 82 años de Ingeniero Huergo, con antecedentes cardiovasculares; un hombre de 76 años de Comallo con antecedentes de insuficiencia renal crónica (quien había negativizado para Covid el pasado 22 de junio) y una mujer de 81 años de Bariloche. Hay 209 casos positivos activos.

Los números no son neutros. Murieron 44 personas en la provincia y este número no es sólo una estadística de la pandemia.

Las medidas para evitar el contagio del COVID tiene dos pilares. Por un lado, la responsabilidad social que corresponde a cada ciudadano en el cuidado personal (lavado de manos, tapaboca y distanciamiento corporal) y por otro el control del Estado.

En el primer término sin dudas que hay fallas, ya sea por displicencia, irresponsabilidad y hasta ignorancia por el tema –todo difícil de custodiar- pero cuando se trata de los controles del gobierno, no puede haber fallas, ni displicencia, ni relajamiento.

Basta resignificar los números de los partes diarios oficiales, para deducir que el eje de la ruta 22 desde Villa Regina a Neuquén, con epicentro en General Roca, con circulación comunitaria del virus, se escapa a los controles en el tránsito de ciudadanos.

En Bariloche los casos siguen, mientras que la ciudad tiene habilitadas actividades que no se corresponden con los datos de contagios y fallecimientos.

El esfuerzo de las autoridades de Salud Pública por explicar las medidas sanitarias, la vigencia de protocolos y la irresponsabilidad que se le asigna a los ciudadanos, no guarda relación con los controles de la circulación interna en la provincia de rionegrinos que viajan desde zonas con circulación viral a otras con escasos o nulos casos de coronavirus.

Por otra parte, los controles que se realizan –que son fastidiosos y por lo tanto cada vez más laxos- tampoco garantizan eficacia, no sólo por los casos de las personas asintomáticas, sino porque son deficientes, con poco resguardo de los 14 días de aislamiento y otras medidas.

Por lo tanto, la severidad en evitar la propalación del coronavirus se trasladó a las medidas que tome cada intendente en su localidad, y los celos en cuidar la salud de sus ciudadanos.