Nuevo orden. ADN

Arabela Carreras marcó el rumbo de un nuevo orden político. Es una vuelta de tuerca en un oficialismo que requiere de equilibrios pero también de otra impronta. Sumó dos alfiles («incondicionales») en la construcción de su gestión, se recostó en los intendentes y armó un nuevo pacto con Alberto Weretilneck.

La Gobernadora está obsesionada con el coronavirus: estudia, se informa y está pendiente de las novedades en el país y el mundo. Entre el COVID y la gestión ocupa su tiempo -cada vez más, duerme cada vez menos- y decidió delegar otras ocupaciones. Sabe que su destino está atado a los vaivenes de la pandemia, por eso prioriza la acción de gobierno.

Después de algunas semanas con varios cimbronazos, envió una fuerte señal al conjunto: «este es mi gobierno». Colocó a Juan José Deco en Desarrollo Humano, un área clave en este tiempo donde la contención social garantiza gran parte de la paz social, y puso a su lado en la Secretaría General a Daniel Sanginetti. No serán las únicas modificaciones en el equipo.

Así, Carreras pretende dominar plenamente el Gabinete (quienes se queden saben las condiciones), construir territorialidad con los intendentes, y delegar la política al partido.

Esta semana, la Gobernadora definió -con el presidente del bloque Facundo López- que Julia Fernández ocupe la vicepresidencia primera de la Legislatura que dejó Sanguinetti. Es un claro gesto a Gustavo Gennuso, intendente de la ciudad más grande la provincia y secretario de JSRN. La joven dirigente fue concejal de Bariloche por PUEBLO, el partido del jefe local, y tiene raíces en el PJ.

Otro gesto a los intendentes fue la foto (que armó cuidadosamente) de la asunción de los nuevos funcionarios: Deco, Sanguinetti y ella, flanqueados por el vicegobernador Alejandro Palmieri, y el jefe de la ciudad de Viedma, Pedro Pesatti. Después salió a recorrer la provincia, e hizo foco en los contactos con Gennuso y Claudio Di Tella, en Cipolletti.

Ahora, espera que la pandemia de tregua y el senador Alberto Weretilneck vuelva a recorrer la provincia. Ambos entendieron que es necesario que cada cual tenga su rol. Un dato del nuevo entendimiento entre ambos es la dinámica de López. El jefe del bloque se transformó en un alfil político de alto perfil: salió a respaldar al gobierno y sus funcionarios, despabiló a sus compañeros de bancada, se entrevista casi a diario con Carreras y es materia de consulta de los Ministros. Otro gesto se vio ayer. Los legisladores se reunieron en videoconferencia y tuvieron como invitado al Senador.

Weretilneck se ubica en la macro política. Quiere convertirse en el embajador de la Provincia ante la Casa Rosada para que el senador Martín Doñate (FdT) no tenga el monopolio de las llaves de los despachos nacionales. Viene repitiendo gestos en favor del presidente Alberto Fernández y se transformó en una aliado de Cristina Krichner en la Cámara. Como retribución, la vicepresidenta lo premió con Comisiones clave.

El oficialismo se abroquela, de lo contrario, no hay futuro para nadie.

De todos modos, tiene por delante desafíos enormes generados por la pandemia del COVID-19. Aparecen como centrales la salud y la economía.

La dinámica del virus da treguas, pero no son eternas. Cuando parecía que se aplanaba la curva, surgió un brote en Bariloche. A favor: no hay colapso en el sistema sanitario.

El talón de Aquiles es la economía. Río Negro tiene 15 días para negociar con Nación el mejor préstamo que pueda. De eso dependerá el pago de salarios de mayo. En la semana, la Gobernadora presentó el Consejo Económico y Social, sin plan ni proyecto ni orientación alguna. Lo único que se comunicó es una videoconferencia entre el Gobierno, sindicatos y diferentes actores productivos y económicos.

Quedó como respuesta (apresurada) a la propuesta de Doñate para producir alimentos en Río Negro, un proyecto integral que -puesto en marcha- dinamizaría la economía provincial, generaría empleo y serviría como punta pie de la reconstrucción que requerirá esta región pospandemia.