Todavía falta mucho para que la tormenta amaine

(Por Eduardo J. Vior*). – Aunque el primer sol de primavera y el amesetamiento de las muertes lanzaron a las calles a miles de paseantes en China, Inglaterra y Francia, es demasiado temprano para relajarse.

Las escenas se repitieron por doquier este fin de semana: el primer sol de primavera empujó a miles de visitantes ansiosos de distensión al Lago del Oeste en la ciudad de Hangzhu, en el extremo sur del Gran Canal que llega desde Beijing, 1.100 km más al norte. Varios cientos se agolparon al pie de la Torre Eifel, en París; otros 3.000 se amontonaron en el Brockwell Park de Londres. Tras meses de encierro, la superación de la pandemia en China y un leve amesetamiento de las muertes en Europa relajaron los controles. También las bolsas de Nueva York, Londres, Francfort y Tokio cotizaron al alza, como si se acercara el final de la pesadilla. Nada más errado: los Estados Unidos avanzan hacia el pico de la infección y la economía mundial dista mucho de haber tocado fondo. No es momento para relajarse.

El lunes el número de muertes parecía aumentar más lentamente en Italia, España y Francia, dando la impresión de que el confinamiento y la distancia social están funcionando, pero todavía no hay nada que festejar. Por el contrario, la internación “precautoria” del primer ministro británico Boris Johnson se convirtió el lunes en reclusión en terapia intensiva. Todo un signo de la evolución de la pandemia y la economía.

Aunque los mercados se recuperaron en un 3% en París y Francfort y Tokio se atrevió a subir un 4%, el Cirujano Mayor de las fuerzas armadas norteamericanas, el General Jerome Adams, avisó que lo peor todavía está por llegar: “Nos estamos acercando a nuestro momento Pearl Harbor u 11 de septiembre”, declaró el domingo a Fox News. En la Ciudad de Nueva York, en tanto, el número de nuevos infectados, de pacientes que necesitan respirador y de muertos había descendido levemente. Sin embargo, el gobernador estadual Andrew Cuomo advirtió que aún era demasiado temprano para decir que se había revertido la curva.

Vendedor profesional, el presidente  Donald Trump se apresuró a anunciar en una conferencia de prensa en la Casa Blanca que “estamos empezando a ver la luz al final del túnel”. El Estado de Luisiana lo desmintió con 68 muertes más, el mayor aumento desde el comienzo de la pandemia.

También el lunes el primer ministro japonés Shizo Abe anunció que está preparando un paquete de promoción económica por 108 billones de yenes (un billón de dólares). Sería el mayor en la historia nipona y ascendería al doble de lo que se esperaba.

Quien no pierde el tiempo para aprovechar políticamente la pandemia es el jefe de la Casa Blanca. Se estima que el Covid19 va a matar a cerca de 100.000 norteamericanos, se sabe que ya desató una crisis económica similar o superior a la de 1930 y sembró el pánico en todo el país, pero el mandatario está utilizando la pandemia, para reimplantar las deducciones impositivas de viáticos para empresas, cerrar las fronteras avanzando con el muro en el confín con México y aumentar el proteccionismo con el argumento de que EE.UU. no puede seguir importando insumos médicos.

Según el ascendente Peter Navarro, Director de la Oficina de Comercio y Manufacturas de la Casa Blanca, la peste demostró la certeza del presidente, cuando afirmó que “EE.UU. debe comprar productos norteamericanos, defender sus fronteras y recuperar una fuerte base manufacturera”. “Nunca más tenemos que depender del resto del mundo, para tener nuestros insumos medicinales o combatir una epidemia”, sostuvo enfáticamente el asesor.

El mismo lunes la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por su nombre en inglés) relajó las disposiciones sobre el kilometraje permitido para automotores. El propio gobierno afirma que este aumento en las emisiones permitidas agravará la polución ambiental y los gastos en combustible, pero ayuda a que menos conductores deban cambiar sus viejos vehículos por otros más modernos.

Del mismo modo el presidente siguió avanzando sobre la Justicia. El viernes pasado anunció el nombramiento de un joven juez de 38 años en la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia. Éste fue sólo un paso más de los muchos que dio su gobierno desde 2017. Ya obtuvo la confirmación del Senado para el nombramiento de 190 jueces en distintas instancias y regiones. El gobierno de Trump ostenta el mayor número de nombramientos en la Justicia desde la época de Reagan (1981-89).

Lo que para muchos es sufrimiento, para unos pocos es ganancia. En la medida en que la pandemia quiebra las cadenas de suministro dentro y entre los países, algunos productos alimenticios aumentan sus precios y empujan a numerosos habitantes del Sur global hacia el hambre profundo.

Especialmente el arroz y el trigo (cultivos responsables por un tercio de las calorías del mundo) han pegado saltos de gigante en los mercados de futuro. Mientras que EE.UU. es productor de ambos, muchos países de África y Medio Oriente ven dispararse sus gastos de importación. No se sabe cuál fue la verdadera causa del aumento de precios, si la especulación con el mercado de futuros, dificultades logísticas por las cuarentenas, compras por pánico o una combinación de los tres factores, pero los alimentos están empezando a escasear en los mercados de África y Medio Oriente. Al mismo tiempo, en Europa, Japón y EE.UU. las familias están llenando sus alacenas para prevenir futuros desabastecimientos. Finalmente, gobiernos previsores en Rusia, Kazajistán y Vietnam están restringiendo exportaciones, para proteger el consumo doméstico.

El resultado es que los precios del arroz tailandés (el segundo exportador del mundo) alcanzaron el nivel más alto de los últimos seis años. Las cotizaciones de futuro del trigo en el mercado de Chicago aumentaron el 8% en marzo pasado y el trigo duro canadiense, preferido para la elaboración de pastas y cuscús, está en su nivel más alto desde agosto de 2017. También en EE.UU. los aumentos de precios de los alimentos parecen estar llegando a los consumidores. Tanto los huevos como la carne están subiendo en consonancia con las mayores compras de la industria alimenticia que está llenando sus depósitos previendo una futura escasez.

Si la pandemia perdura y se extiende a América Latina, África y Asia del Sur, como se prevé, y los precios de los alimentos siguen subiendo, se producirán migraciones, revueltas y guerras. Junto con la quiebra de las cadenas de suministro ocasionada por las cuarentenas, este clima de agitación y nerviosismo profundizará una crisis mundial que no ha hecho más que comenzar. Es demasiado temprano para salir a pasear y relajarse.

*infobaires24