¿Todos? ADN

El justicialismo rionegrino sacó a relucir sus internas. Pero lejos del legado de Perón (“los peronistas somos como gatos: cuando parece que nos peleamos nos estamos reproduciendo”), en esta provincia, los partidarios del general, no sólo no se multiplican sino que se alejan de la sociedad y la realidad política, para dar paso a las peleas intestinas funcionales a los oficialismos de turno.

Así fue durante los 28 años de gobiernos radicales y así es desde que enfrentaron al ex gobernador Alberto Weretilneck hasta hoy, donde el partido perdió dos elecciones provinciales consecutivas por más de 20 puntos.

Este año, en el peronismo se vencen mandatos partidarios y la renovación ya impone chisporroteos. Hay una corriente mayoritaria en favor del senador Martín Doñate. El dirigente de Valle Medio no descarta presidir el partido, pero en un proceso de unidad. Parece lejano. En consecuencia, daría un paso al costado para priorizar la homogenización del justicialismo, y no ocuparía ningún cargo.

La unidad tuvo refutadores. El primero fue el legislador ultrasorista José Luis Berros que propuso a la intendenta de Roca, María Emilia Soria, para suceder a su hermano Martín (al que descartó para un nuevo mandato) en la capitanía del PJ. Pero en cercanías de la jefa comunal aseguran que el foco está en la gestión.

Más tarde apareció la senadora Silvina García Larraburu, siempre afecta a la crítica a sus «compañeros». La dirigente de Bariloche hace unos cuantos años que se maneja en la esfera nacional y no pretende bajar al territorio, pero ya idea conducir un espacio en el partido. Salió a cuestionar a los Martín (Soria y Doñate) a quienes acusó de machirulos por acordar «en un asado, vino de por medio» los cargos nacionales en Río Negro, indicando que quedan para «amigos» o la «Cámpora», con un tono despectivo a la organización que conduce Máximo Kirchner.

Sin embargo, desde el otro sector aseguran que hubo contactos con Larraburu, pero no hubo forma de arribar a ningún acuerdo. «Por qué sos vos el interlocutor en Río Negro?», cuestionó la senadora. «Por qué yo no?», inquirió. El enojo debió haberlo trasladado a Buenos Aires, pero sabía que llegaría a oídos de Cristina Fernández de Kirchner. Entonces, prefirió molestarse con mensajero.

Larraburu rechazó el ofrecimiento de Miguel Pichetto para ser la candidata a vice del Frente para la Victoria en 2015. También descartó ser candidata a intendenta en Bariloche para destronar a Gustavo Gennuso el año pasado, a pesar que los sondeos la marcaban como favorita.

El campo de acción de la dirigente está en capital. Baja al territorio con temas puntuales pero nunca privilegió la construcción política en la provincia. Pero esta nueva pelea la posicionó como líder de un sector de peronistas que están enfrentados con Soria, muchos de ellos, integraron el gobierno municipal y provincial de Carlos Soria. Hay pichettistas y sindicalistas. Algunos nombres: Julián Goinhex, Silbana Cullumilla y Damián Miler.

Desde el sorismo indicaron que Larraburu «juega para Juntos», pero en el oficialismo todos la «desconocen», al menos en público, y aseguran que no integra los proyectos futuros del partido. El relato es creíble. La historia del peronismo rionegrino demuestra que es más funcional el internismo que la diáspora: el fuego amigo tiene más poder de daño.