Una breve opinión sobre el peronismo de Río Negro

(Por Osvaldo Nemirovsci).- El peronismo no es una orga. No es pensamiento único. Es un espacio político que se autopercibe como movimiento y se sostiene desde una fuerte historia identitaria. Además es un partido. En todas las variables que se visibilice no hay lugar para preeminencias sectoriales. La gran virtud del peronismo y la enorme enseñanza del Gral. Perón es que puedan convivir matices, formas, miradas, rituales y hasta preceptos ideológicos sin que ninguno de ellos se imponga como singular.

Cuando eso ocurre, el peronismo se divide. Así lo muestra la historia. Aún aquellos preceptos doctrinarios básicos que hacen a la matriz del pensamiento peronista aceptan diversidad de interpretación. Hoy se entiende que esta diversidad puede expresarse en forma de cordialidad competente, civilizada y debatible. No siempre fue así y en varios momentos la supremacía se descifraba desde la violencia.

Pero en cualquier forma que se diera el intento de hegemonizar al todo por una de sus partes, el resultado fue la segmentación, el desmembramiento del espacio común. Y eso conlleva siempre un panorama de ulterior derrota para el conjunto.

Esta es la enseñanza histórica. En ausencia del fundador del Movimiento Peronista, cada vez que un dirigente, líder, sector interno político o social intentara unificar desde arriba y con algún atisbo de unicidad, abandonando las particularidades y riqueza de las diferencias, al conjunto de los peronistas se provocaba el efecto contrario o sea, la división. Porque el peronismo contiene en si mismo y como valor innato a su aparición, historia y destino, una fuerte matriz de libertad y autonomía operativa en su ideario, en su credo. Que no significa individualismo sino como bien dijo un sabio general «sacar de cada mochila el bastón de mariscal».

Por eso, lo mejor que puede ocurrir hoy en nuestro movimiento, en nuestro espacio e identidad, en nuestro Partido Justicialista es evitar la tentación del amontonamiento acrítico que ocurre con regularidad cuando llegamos al gobierno. Constituir un frente electoral y de gobierno ya debe presuponer el respeto a la heterogeneidad. Máxime si ese frente es «de Todos» o sea, no es de «algunos». Las particularidades del peronismo hacen en su propia originalidad un universo de virtudes.

Nuestro desafío es sostenerlo en ese valor.