Pichetto RCP

( Por Esfanía Pozzo*).- En agosto de 2018, ese mes fatídico que dejó como saldo el aumento del 35% del valor del dólar a causa de la cuarta corrida del año, la sensación era que las elecciones presidenciales quedaban muy lejos. Esa lejanía no era solamente de calendario, sino política: sabemos por experiencia histórica que las crisis económicas no suelen ser buenas plataformas para reelecciones.

Las sucesivas impericias del Gobierno, sumadas a la desregulación financiera y las imposiciones del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional dejaban poco margen de acción frente a una eventual nueva corrida. La sensación, de nuevo, era que en cualquier momento podía venir otra. En octubre de 2018 debutó el Plan Sandleris y, con tasas superiores al 70%, lograron mantener un poco a raya el tipo de cambio durante algunos meses. Pero pasaron cosas. 

La inflación de enero fue más alta de lo esperado. El año arrancó con un desplome de las expectativas. Uno a uno, los números de la economía revelaban un empeoramiento de la situación. El Gobierno insistía con que el piso se había tocado en diciembre y que a partir de allí había comenzado una lenta recuperación. V, W o la temida L eran las letras que circulaban como proyección de los economistas para vaticinar cómo sería la curva de la actividad este año. Entonces volvieron los nubarrones de tormenta económica sobre el terreno electoral.

El dólar, que había bajado 1,2% durante enero, se aceleró en febrero (+4,7%), pegó un salto fuerte en marzo (+8,7%) y subió también en abril (+3,4%). Pasó de $ 38,74 el primer día hábil de enero a $ 45,35 en el cierre del cuarto mes del año. Acumulada, fue una suba de 19% en el primer cuatrimestre. De nuevo volvía la sensación de que octubre quedaba muy lejos.

Las explicaciones del Gobierno, como siempre, apuntaban a una causa exógena a su modelo económico. Dijeron que la incertidumbre provenía de una eventual candidatura de Cristina Fernández. El inesperado anuncio de que no sería candidata a presidenta sino que iría como compañera de fórmula de Alberto Fernández fue tomado con cierta tranquilidad por los operadores financieros. Vamos a decir que el argumento del Gobierno queda invalidado a partir de ahora.

¿Por qué entonces el PRO deja de lado sus propios manuales de procedimientos electorales y decide ungir a Miguel Ángel Pichetto como candidato a vicepresidente? ¿Por qué “el mercado” interpreta que tiene más chances de ser reelegido si suma al senador opositor? Hay una razón política obvia que está relacionada con los resultados electorales. Para el oficialismo es una fórmula con más caudal político hacia al futuro.

Pero también hay un motivo atado al presente. Si bien el anuncio de que se pueden usar los dólares del FMI para frenar una suba descontrolada de la divisa lleva algo de tranquilidad al frente cambiario, una nueva corrida (que nunca dejó de estar latente) sería la muerte política del Gobierno. La designación de Pichetto funciona como la garantía que necesita el Gobierno para llegar a las elecciones. No es especulación. Se lo dijo una fuente de Casa Rosada a Eduardo Paladini, periodista de Clarín. Textual: “La señal de apertura con el vice es para buscar gobernabilidad. Para que la economía siga calmada y llegar al balotaje. Es una señal política para domar la economía”.

Pichetto estuvo en abril en Nueva York, reunido con fondos de inversión como representante de Argentina Federal, el espacio que lo tenía como precandidato a presidente. También fue a elogiar a Roberto Lavagna, que todavía coqueteaba como posible jugador dentro del peronismo no kirchnerista. Según reveló en una entrevista, el senador detectó preocupación de los inversores norteamericanos respecto de la actual situación económica y la implicancia política de la crisis. A su regreso, Pichetto comenzó a ser elogiado por los macristas e incluso alguien en la Casa Rosada se animó a fantasear en diálogo con el periodista Santiago Fioriti con la candidatura a vice.

Los activos financieros argentinos saltaron después de la confirmación de la jugada de Macri. Bajó también el riesgo país. Hasta que lleguen las encuestas la ilusión es que se despejó la incertidumbre.

Me queda una pregunta: ¿el mercado le tenía miedo a la vuelta de Cristina o a la política y la estrategia del Gobierno?

*Publicado en Política Argentina