En Río Negro el 50% del salario se destina al pago de alquiler

(ADN).-  Los alquileres avanzaron 6 puntos porcentuales sobre los salarios en comparación con el 2018, según un relevamiento de la Unión de Inquilinos Rionegrinos (UIR).  Además, en los últimos seis meses, el 30.33% de los inquilinos tuvo que rescindir anticipadamente su contrato por dificultad en sostener el pago.

 “La falta de una Ley de Alquileres que regule los aumentos, sigue quedando a la vista. El inquilino pierde cada vez más salario, y está cada vez más preso de un alquiler”, señaló Roberto Díaz, Presidente de la Unión de Inquilinos Rionegrinos.

En Río Negro el impacto de la economía ha hecho que las familias destinen el 50,50% de su salario al pago del alquiler, situación que se agrava entre los sectores más jóvenes y los adultos mayores (55%). Además, el promedio de aumento de los contratos es del 35%, muy lejos de los aumentos salariales que el año pasado cerraron en un 22%. Eso muestra un fuerte deterioro de los salarios.

Lo más grave de todo, es que casi el 38% de los inquilinos rionegrinos, tuvo que rescindir y dejar la vivienda que alquilaba por no poder afrontar los aumentos.

Esta es la 3° Encuesta Nacional a Inquilinos que realizó la organización rionegrina (UIR) en el marco de la Federación de Inquilinos Nacional, que ante la ausencia de datos oficiales, comenzó  hace un año a realizar encuestas en todo el país para medir el impacto del aumento en el precio del alquiler.

 En febrero de 2018, dio como resultado que los inquilinos destinaban –en promedio- el 41% de sus ingresos en el pago del alquiler. Seis meses después, en agosto, esa cifra ascendía a 45% y actualmente, alcanza el 47%. Se trata de un aumento interanual de 6 puntos porcentuales. La Encuesta, realizada en todo el país, obtuvo más de 4.200 respuestas.

Si desagregamos la información por grupos etarios, observamos que los más afectados son los jóvenes y los adultos mayores, quienes destinan el 55% y 53% de sus ingresos en el pago del alquiler, respectivamente. Cabe señalar que esta información no incluye el pago de expensas, impuesto y tarifas de servicios públicos.

Por su parte Gervasio Muñoz, presidente de la Federación de Inquilinos Nacional, afirmó “cada seis meses damos la misma noticia, que las condiciones de vida de las familias inquilinas continúan degradándose. Para decir lo contrario, no hay más opciones que fijar límites a los aumentos de precios y terminar con esta rueda de alquileres cada vez más caros e inquilinos cada vez más pobres”.

El Presidente de la Unión de Inquilinos Rionegrinos, Roberto Díaz, destacó que  “tenemos ciudades que tienen el 60% de aumento en las renovaciones, eso hace que muchas familias tengan que mudarse a lugares precarios. Ni hablar de Bariloche, que tiene sobreprecios por el impacto del mercado turístico que tracciona los precios”.

Según esta encuesta  los aumentos  de alquileres no tienen ninguna relación con la inflación y mucho menos con las actualizaciones de salarios. Un año después de renovar el contrato, el inquilino estará pagando un 80% más que al final del contrato anterior y dos años después, estará pagando más del doble. “Con alquileres que representan la mitad de los ingresos inquilinos, no queda margen para dilatar la aplicación de una fórmula de actualización que contemple la inflación y los ingresos salariales. En este punto se centra la oposición del mercado inmobiliario y de un sector de la dirigencia política a la Ley Nacional de Alquileres. De aprobarse, deberán resignar parte de su rentabilidad y aceptar que los precios se actualicen a la par de los indicadores económicos”, declaró Muñoz.

Agregó que “la consecuencia directa de los aumentos de precios es la profundización de la crisis habitacional. La rescisión anticipada de contratos aparece como la principal respuesta de los inquilinos que ya no pueden afrontar los pagos. Son cada vez más quienes se mudan a viviendas más pequeñas o alejadas, los que comparten techo con padres, hijos o hasta desconocidos o quienes alquilan habitaciones derruidas en hoteles familiares. En el otro extremo de la pirámide inquilina, están quienes alquilan en villas o asentamientos por primera vez en su vida o quienes engrosan el creciente número de personas en situación de calle”.