El fin de las ideas. ADN

En los 90′ se decretó el fin de las ideologías en el mundo. Pero el nuevo siglo demostró que el pragmatismo no podía conducir el destino de los pueblos y hubo un regreso al mundo de las ideas. En América Latina, ese proceso -para bastardearlo- se lo demonizó como «populismo», una mezcla de autoritarismo, corrupción y estatismo que condena a los Estados libres a democracias berretas. La consecuencia: una vuelta copernicana a un neoliberalismo moderno, pero, igual de caníbal.

En rigor, muchas veces en la historia se ha decretado la muerte de las ideologías, de los grandes relatos, de la lucha de clases, de cualquier discurso que remita a aquellos ideales de la Ilustración que abrazan una perspectiva emancipadora para el conjunto de los seres humanos.

Pero esta vez, asume el discurso hegemónico de la mano de la posverdad y una herramienta nueva: la internet. Los políticos de hoy parecen abandonar el pensamiento para atenerse a un mero pragmatismo primitivo y, por tanto, vacío. Pero el pensamiento siempre precede a la acción.

Río Negro se encamina a un proceso electoral y por ahora está lejos del mundo de las ideas. Hay esbozos, pero sin profundidad. Ningún partido, alianza o frente presentó un programa de gobierno, un proyecto de provincia o un norte ideológico. Apenas el Frente para la Victoria y Cambiemos (aún en construcción) se han limitado a repetir mantras de la política nacional. Y Juntos, al mejor estilo de Goerge Lucas en la Guerra de las Galaxias, predica sobre el bien y el mal.

El camino al 7 de abril estará plagado de acusaciones, cruces y slogans. También tendrá un duelo judicial. Eso se llevará la mayor parte de la atracción de los dirigentes y candidatos. Es difícil que haya lugar para otra cosa.

Pero… ¿qué provincia queremos los rionegrinos? Es posible que en el imaginario colectivo esté la idea que somos un territorio pujante y que siempre estamos por dar el salto a la prosperidad simplemente como por arte de magia. Pero ningún espacio político avanza en propuestas, por el temor de perder algún voto. Nadie quiere hacer olas, todos buscan consolidar sus votantes y, por lo tanto, trabajan un discurso para convencer a quienes ya lo están. Hay más miedo en perder propios que en sumar ajenos.

Una provincia no se desarrolla de un día al otro. Pero si no hay un compendio de ideas que mueva a un sector político a transformar la realidad, la motivación sólo será la lucha por el poder y los privilegios que tomarlo conlleva, Río Negro no tiene el destino de grandeza que muchos auguran.

La clase política hoy está atenta a otros temas:

-Cambiemos aún no definió su fórmula y la pelea es por los espacios (pocos) de la sábana de legisladores porque presume que no son muchos los que ingresarán al Parlamento. El tironeo entre el PRO y la UCR no es ideológico, sino de sospechas: Lorena Matzen está convencida que Sergio Wisky es el «candidato» de Juntos. Un tema que el propio Alberto Weretilneck transmitió en más de una oportunidad, incluso en la Casa Rosada. Así, sería funcional al oficialismo, un acuerdo bajo cuerda.

-Juntos apuesta todo a la habilitación judicial del gobernador para un nuevo mandato. Tiene elementos que certifican que ese camino -al menos en Río Negro- está allanado. Sin Weretilneck no hay chances electorales, es un secreto a voces.

-El Frente para la Victoria se ofrece como el antídoto anti Macri y en esa referencia nacional coloca a Juntos y al Peronismo Federal. Un riesgo de sectorización.

Así y todo, los espacios que monopolizarían la contienda del 7 de abril, cerraron sus listas:

-La nómina de JSRN está desperonizada y sin sindicatos. Con muchos radicales (para vaciar Cambiemos) y figuras nuevas. En el oficialismo aseguran que esta etapa es la de consolidación de Juntos, por lo tanto de renovación. Por lógicas razones Weretilneck sintió su primer mandato como prestado. El segundo fue de construcción del partido provincial -donde hubieron alianzas de todo tipo- y el que viene es el de afianzamiento. «Es un proyecto de 20 años», aseguran en Casa de Gobierno. Por eso, ya casi no hay referencias en el grupo original (Barragán, Di Giácomo, Váleri…) solo algunos supervivientes como López y Cides. En la listas por los circuitos hay varios potenciales candidatos a intendentes: Marcelo Szczygol en Viedma, Adrián Casadei en San Antonio, Mónica Silva en Choele Choel y Marcela Ávila en Regina.

-La lista del FPV está plagada de jóvenes. Hay una nueva generación formada por el kirchnerismo que se abrió paso y dejó relegado al pejotismo. Se nota el liderazgo de Martín Soria que incluyó -a pesar de las críticas y la desconfianza- a RIO y colocó a Magdalena Odarda en la fórmula. Están todas las referencias del campo nacional y popular, menos La Cámpora.

¿Es posible que los dirigentes dejen atrás (al menos por un instante más) el manoseo burdo de las operaciones, las chicanas y las críticas para concentrarse en brindarle a los rionegrinos un proyecto de provincia? ¿Será viable, quizás, que los candidatos dejen el casette que los consultores le arman para debatir sobre el desarrollo, la creación de fuentes de empleo, programas de salud, una identidad educativa, la conexión e integración provincial y la intervención del Estado frente a las urgencias de la población en riesgo y vulnerable?.

El tiempo lo dirá.