En Holanda piden explicaciones por evasión en Río Negro

(ADN).- La compra de propiedades en el extranjero sigue dando dolores de cabeza a Guillermo y Máxima de Holanda. Ayer, el partido socialdemócrata pedió explicaciones al Gobierno sobre el supuesto delito fiscal cometido por la reina consorte en Argentina.

Según el portal de periodismo de investigación El cohete a la Luna, “Máxima es propietaria de tres fracciones de tierra rural en Río Negro cuyas mejoras no declaró ante la provincia y, en consecuencia, evade el pago de los impuestos correspondientes”.

Los liberales holandeses de izquierda, miembros de la coalición en el poder, también han solicitado una aclaración, “porque se trata de personas que deben dar ejemplo”, reveló hoy el diario El País, de España. El primer ministro, Mark Rutte, responde de la actuación de los soberanos, y su servicio de información dijo que «la reina Máxima respeta las leyes y regulaciones fiscales en vigor en Argentina, tal y como confirman las autoridades pertinentes». 

Pero en Río Negro también buscan explicaciones. Julio Accavallo, titular del Frente Grande pidió a la Agencia de Recaudación Tributaria de la provincia que investigue la evasión fiscal de extranjeros, y que el Estado provincial perciba los impuestos correspondientes.

El artículo de El Cohete a la Luna, firmado por Susana Lara, afirma que “desde 2009 (Máxima) Zorreguieta es titular de la propiedad de casi 3.000 hectáreas sobre el río Pichi Leufú, a 30 kilómetros al noreste del aeropuerto internacional de Bariloche, y a 7,5 kilómetros al este del curso del río Limay”. Y continúa diciendo que “Marta Marcela Cerruti Carricart, tía y madrina de Máxima, es la responsable de la hostería de cinco habitaciones Estancia Pilpilcura, de unos 780 metros cuadrados aproximadamente, no declarados ante el Estado rionegrino, como consta en el registro público de Catastro”. En dicho hotel pernoctaron en 2016 el presidente argentino, Mauricio Macri y su esposa Juliana Awada.

No es la primera vez que los Reyes tienen un conflicto como éste.

En 2018, cumplieron cinco años en el trono, y el índice de popularidad de Guillermo era del 85%. Máxima es, de lejos, el miembro más aplaudido de la Casa de Orange. Sin embargo, sus compatriotas siguen de cerca sus gastos e inversiones, y no es la primera vez que la compra de un terreno es criticada con dureza. En 2009, cuando aún eran príncipes, tuvieron que vender la villa de vacaciones que se estaban construyendo en Mozambique, en la península de Machangulo, al sur del país africano. Adquirida durante la crisis económica, los gastos derivados de trasladar allí a la pareja, a sus tres hijas, las princesas Amalia, Alexia y Ariane, y al personal de seguridad, dañaron su imagen. La censura popular se tradujo en un debate parlamentario y los reyes acabaron vendiendo. Se vieron forzados a ello al saberse que habían pagado una parte de la propiedad a una inmobiliaria radicada en la isla de Jersey, un paraíso fiscal en el Canal de la Mancha.

Bloqueada la operación africana, en 2012 compraron una casa de lujo algo más cerca, en Kranidi, en el Peleponeso griego. Según el rotativo De Volkskrant, la mansión costó 4,5 millones de euros y está compuesta de tres viviendas, una superficie de 4.000 metros cuadrados, piscina, playa y puerto privados. Tampoco llegó en un buen momento, porque Holanda llevaba entonces dos años de recesión.

En 2013, Guillermo ascendió al trono, y desde entonces, la crítica personal más llamativa que ha recibido es por culpa de su gusto por la caza. El pasado septiembre, la mayoría de los partidos políticos se mostró contrario al cierre temporal de un bosque para que practicara una de sus actividades favoritas. La zona fue cedida en 1959 “al pueblo holandés” por su bisabuela, la reina Guillermina, a condición de que la Corona conservara el derecho a disfrutarla. Al final, el primer ministro habilitó el periodo comprendido entre el 14 de septiembre y el 25 de diciembre “para que el rey vaya de cacería, si así lo decide”.

Además, recientemente la familia ha estado en el foco por su mudanza al palacio real de La Haya, Huis Ten Bosch, propiedad del Estado. Hasta ahora vivían en Villa De Eikenhorst, una casa en Wassenaar, municipio junto a La Haya. El cambio ha sido criticado por las largas y costosas reformas que ha sufrido Huis Ten Bosch —que la entonces reina Beatriz usó durante tres décadas—, que han durado más de tres años y han costado 63 millones de euros a las arcas nacionales.