Tortoriello entre «la vieja política» y la «nueva política»

(ADN).-. Fue un producto de época. Llegó a la política como un outsider. Con reconocimiento en su ciudad y con desarrollos en el ámbito privado. Primero fue Lilita Carrió que despertó esa posibilidad de la cosa pública y comenzó a mostrarse con Magdalena Odarda. Eran otros tiempos porque ahora ninguno habla bien del otro. Así llegó a Mauricio Macri y de inmediato adoptó ese lenguaje bipolar donde desde la política se cuestiona la política. No es nuevo en el país. Carlos Menem -en otro proceso neoliberal del país-fue el hacedor de políticos y candidatos que llegaron del deporte, del espectáculo y de las empresas.

Sin pérdida de tiempo Tortoriello encontró el discurso adecuado e incorporó la calificación de “vieja política” para referirse a lo anterior y diferenciarse del “desprestigio” que acumulaban en la sociedad dirigentes con larga trayectoria, funcionarios y militancia.

Con no poca candidez asumió el personaje y la “vieja política” no tardó en adoptarlo y refugiarse detrás de esa figura de vecino emprendedor que “trabaja por el bien de la comunidad”. Así fue como ganó y no tardó en incorporarse como una de las figuras de futuro del PRO. El tiempo transcurre rápido y en medio de elogios llegó la postulación como candidato a gobernador y recorrió la provincia con esa propuesta. Muchos se entusiasmaron con el «hombre distinto, que interpreta a la gente» y no pocos lo imaginaban en Belgrano y Laprida de Viedma.

Se referenció como un dirigente de la “nueva política” y cuestionó procederes de la “vieja política”. En cada ciudad que visitaba elegía reunirse con vecinos “no contaminados”.

Nada es para siempre. De pronto Tortoriello sintió que sea callaban los cantos de sirena. Tuvo diferencias en su equipo inicial de gobierno, comenzó a escuchar las críticas de los vecinos y leyó encuestas que contrariaban la “leyenda oficial” en Cipolletti.

Este escenario se agravó en los últimos meses ¿Qué pasó? La política, nueva y vieja se confabularon. Esa leyenda se fue debilitando y aparecieron los cuestionamientos.

Este proceso que generó disgustos tanto en el PRO como en la CC-ARI tiene que ver con un actor exógeno. Se llama Alberto Weretilneck. El gobernador se volvió a acercar al intendente de su ciudad, comenzaron las obras e inversiones y una nueva etapa de seducción.

En este contexto, circularon los trascendidos queTortoriello “había arreglado” con el gobernador y de nuevo la política. Versiones y operadores aportaban datos que en difícilmente se puedan confirmar, pero que son una herramienta útil.

El intendente hizo lo suyo. Formuló declaraciones que parecieran confirmar estas versiones. Primero se bajó de la candidatura a gobernador y argumentó que no quería ser víctima de la polarización entre el FpV y JSRN y le bajó la cotización a la alianza macrista en Río Negro y luego para confirmar esta posición, declaró que no le veía chances electorales a Cambiemos.

Tortoriello ya no se baña en las aguas del Jordán, incorporó los estilos y prácticas habituales de acuerdos y negociaciones y se convirtió en el centro de las críticas de la “nueva” y la “vieja política”.

Le queda poder territorial y el telón se abrirá cuando anuncie su reelección al municipio y fije la fecha de las elecciones