Recuperación «renga» y sobre el filo de la elección

Varios de los determinantes de la economía de 2019 se adelantaron a diciembre. Así lo señaló José Vasconcelos de la Fundación Mediterránea: la caída de las expectativas de inflación, la baja de la tasa de interés del Banco Central por debajo del piso del 60%, la desaceleración de la economía mundial, pero con repunte del precio del crudo y también el impacto de la incertidumbre política sobre el riesgo país, publìcó el sitio LaPolìticaOnLine.

Por esto los economistas dudan que el Gobierno llegue a las elecciones con logros contundentes en materia de crecimiento, la carta fuerte que hasta no hace mucho esgrimían como posible en la Casa Rosada. Los analistas consultados por LPO estiman que, en el mejor escenario, la economía puede llegar a las elecciones con un rebote técnico del 2 al 3 por ciento que le permitan a los funcionarios reeditar el discurso de los «brotes verdes». Y no mucho más.

«El nuevo contexto global duplica el tamaño del desafío que enfrenta la Argentina, en procura de lograr una salida firme de la recesión», consideró Vasconcelos del Ieral, en su último informe. El economista explicó que a la luz de que la baja profundidad de las exportaciones sobre el PBI, difícilmente alcancen a motorizar el crecimiento de la economía en su conjunto incluso si consiguen recuperar el dinamismo perdido en los últimos años.

«Aunque tenga éxito, no podrá evitar una recuperación ‘renga’, ya que la tasa de inversión seguirá cayendo, tanto por la menor obra pública, dadas las restricciones presupuestarias, como por las limitaciones que enfrenta el sector privado a la hora de hundir capital, por la subsistencia de un elevado riesgo país, los nubarrones sobre el horizonte político, la dificultad para obtener financiamiento de largo plazo, sin olvidar el hecho que la recesión ha ampliado más de lo previsto la proporción de capacidad ociosa de las plantas, en una gama amplia de sectores», sintetizó Vasconcelos.

Juan Miguel Massot, director de Investigaciones Económicas de la Universidad del Salvador, coincidió en la «renguera» del crecimiento de 2019: «Salvo el aumento en la cosecha y algo que pueda haber en minería y energía, no se estima un crecimiento tangible en otros sectores. Por lo tanto, lo que se observará es una recuperación con poco impacto real y social, centrada en pocos sectores y regiones. Para un impacto más tangible para la gente tendría que crecer bastante la construcción y la actividad industrial mano de obra intensiva. Pero la alta tasa de interés, la inflación, la poca o nula recuperación del poder adquisitivo de los ingresos, y la restricción fiscal hace muy poco probable que eso ocurra».

Consultado por LPO, Massot explicó que es factible que se vea un crecimiento en las variables por motivos estadísticos, pero que no se va a sentir una mejora en las condiciones económicas de los votantes: «Me parece que lo más probable sea, en el mejor de los casos, una recuperación amarreta, más estadística que real y con poco impacto social. Es probable que se sienta un poco más en áreas agroindustriales, mientras que en las urbanas industriales y de servicios se vea poco y nada el año próximo. Pero en estas circunstancias, y dado los tiempos políticos, la mera estabilidad ya es un activo para el Gobierno. Pequeño pero muy valioso: en Argentina, en ausencia de un shock de crecimiento, la estabilidad vale bastante».

«Creo que tiene mucho que ver con el rebote cíclico, es decir, la comparación con trimestres que fueron muy malos, donde la caída fue brutal, y entonces la variación internanual puede estar en la zona del 1,5% o 2%. Tiene más que nada que ver con la cosecha y su posterior procesamiento: la molienda va a motorizar un poco el transporte, las trasacciones financieras y en sí el circuito de la agroindustria y va a generar expectativas positivas; pero va a tener poco derrame en el resto de la economía y en el resto de la sociedad. La verdad es que lo tangible para la gente va a ser poco. Lo mismo sucede con Vaca Muerta, cuyo impacto es muy localizado a la Patagonia, pero tiene un aspecto muy positivo que es la posibilidad de reducir de manera sustantiva la restricción energética y generarle divisas al país. Su impacto es de más largo plazo y muy importante, pero en el corto plazo no va a movilizar el consumo en los grandes conurbanos del país».

Tal vez más optimista sea la lectura de Ramiro Castiñeira, economista de la consultora Econométrica. Para él existe una posibilidad técnica de llegar al tercer trimestre con un crecimiento del orden del 3% anual y que el gobierno pueda volver a argüir que la economía comienza a cosechar los primeros brotes verdes tras la recesión.

Para él, el primer sector que va a tener una recuperación este 2019 va a ser el campo de la mano de una mejora notoria en la cosecha, siempre y cuando llueva entre diciembre y enero. Y el segundo efecto positivo para la economía va a venir por el lado de las jubilaciones, ya que se indexan por inflación con un rezago de seis meses, y hacia mitad de año «van a estar creciendo a casi un 50% interanual con una inflación que debería estar buscando el 30%. Entonces las jubilaciones van a mostrar una mejoría por el lado del consumo».

«El resto de los sectores, digamos que para ese entonces ya se estabilizaron en un nivel más bajo de ingresos. Y después quedan los trabajadores que no está claro que vayan a lograr recuperar lo perdido, pero sí posiblemente dejar de perder en la medida en que las negociaciones salariales se alineen nuevamente con la inflación», agregó.

«Estos tres factores -cosecha, jubilaciones y freno en el deterioro del poder adquistivo del salario, si es que frenan la inflación- ya en el segundo semestre, más bien hacia final del año, ponen en terreno positivo las variables interanuales de la economía. Es decir, puede haber una recuperación que va a ser como para hablar nuevamente de ‘brotes verdes’ como en la última elección, con un crecimiento en torno al 2 o 3%. No va ser un crecimiento generalizado, pero sí da margen para poder decir que hay cierta recuperación, si nos atenemos a la consideración exclusiva de fenómenos económicos. Sin embargo, al incorporar al análisis los factores políticos este crecimiento se puede aguar», advirtió Castiñeira en diálogo con LPO.

Es que, para el economista, cuando se suman los factores políticos al análisis de escenarios factibles de 2019, «a todas estos factores de índole económica se los puede llevar puestos la incertidumbre política. Argentina es un país que en pleno siglo XXI coquetea con el socialismo, lo que genera un stress macroeconómico de proporciones bíblicas. No es normal en el siglo XXI que en unas elecciones se juegue el modelo económico y se diriman fuerzas políticas que están coqueteando con la OCDE o con Venezuela, cuando están a la vista sus resultados desastrosos. Solo la incertidumbre en un año electoral -que probablemente termine en ballotage- es capaz de hacer que el stress político se traduzca en un stress cambiario que no permita que todos estos factores económicos se plasmen en una mejora». 

Fuente: LPO