El acuerdo. ADN

Alberto Weretilneck busca ampliar la base electoral del oficialismo y va por los intendentes de Cambiemos. El viernes los congregó en la Residencia y abrió los grifos -en medio de una crisis económica fenomenal- de las arcas estatales para solventar todas las demandas que llevaron.

El tratamiento que recibieron los jefes comunales de la oposición dista mucho del que reciben los del Frente para la Victoria, incluso, los de aquellos municipios cuyos referentes en la Legislatura acompañaron el Plan Castello, cuyo excedente beneficiará a los nuevos aliados con obras extra. También verán fortalecidos los programas sociales.

El acuerdo, que públicamente se promocionó como institucional, tiene su reverso político que ventilan las usinas informales. Incluso, hasta comenzó a ponerse en palabra: la diputada nacional Lorena Matzen (UCR) aseguró que ya se está trabajando en conjunto en municipios como San Antonio, Maquinchao y otros tantos.

La idea del oficialismo no es hacer una alianza formal con el macrismo, sino ir a un esquema de «supervivencia» como ocurrió en 2015, alcanzando acuerdos locales que faculta -separando las elecciones- a liberar el juego. Esto permite que, en ciudades donde gobierna el FPV, unificar fuerzas (como en SAO); donde el intendente es de Juntos y tenga la posibilidad de reelegir, Cambiemos ponga un candidato débil y viceversa donde administra el macrismo.

Para ello cuenta con el aval de la dirigencia del radicalismo, partido que tiene la mayoría de los intendentes del conglomerado Cambiemos. Pero no todo es color de rosas, hay resistencias. El radicalismo PRO rechaza estos acuerdos, y los dirigentes del partido del Presidente directamente lo combaten.

Pero en la alianza hay otras dificultades. El PRO aún no puede definir -para salir de la intervención- una lista de unidad. La CC-ARI también tiene que terminar su proceso de normalización, pero está más cerca de promover acuerdos con Juntos.

Como las alianzas serían locales, la elección provincial seguiría teniendo tres espacios fuertes: FPV, JSRN y Cambiemos.

Los conducidos por Martín Soria miran el panorama y por ahora solo se concentran en la ampliación del frente, aunque siguen con atención la interna del PJ nacional por las repercusiones que podría tener en Río Negro. Por ahora, no solo no tiene incidencia, sino que el pichetismo (integrante del Peronismo Federal) está en sintonía con la construcción provincial. Se refugia allí ante los embates que algunos están recibiendo. Sin dudas, la posibilidad de triunfo también ayuda a mantener la unidad. Por ahora, todas las encuestas marcan una preferencia por el intendente de Roca, con distancias de entre 20 y 30 puntos dependiendo del candidato de JSRN.

En el oficialismo piensan también cómo enfrentarlo. Esta semana se intensificaron las versiones sobre el «operativo Lula» pero desde la Casa de Gobierno se apresuraron en negarlo. La idea era inscribir la fórmula Weretilneck-Pesatti y hacer campaña hasta que la Justicia «bajara» la postulación del gobernador, promoviendo el corrimiento del vice. Una situación -con características diferentes- similar a la de Brasil, o la de Santiago del Estero en 2015 cuando la Corte frenó la re-reelección de Gerardo Zamora y esa vacante la ocupó su esposa que lo acompañaba en el binomio, y fue electa.

Lo que no niegan en Juntos es la postulación de Weretilneck a encabezar la lista sábana. Y la búsqueda de un entendimiento con Juan Manuel Urtubey, uno de presidenciables del Peronismo Federal. Ayer volvieron a fotografiarse juntos en la Feria Internacional del Turismo.

¿Entonces quién es el candidato de Juntos? Parece que perdió fuerza la postulación del ministro de Salud, Fabián Zgaib, y volvió a ganar espacio Pesatti. El vicegobernador nunca abandonó -ni en los momentos más adversos y de fuerte distanciamiento con Weretilneck- su paso de campaña, recorriendo la provincia. Ahora incluso lo hace en representación del gobierno, acaba de llegar de Chile. Se muestra con dirigentes del partido, intendentes y hasta con la senadora Silvina García Larraburu (¿puede ser la fórmula?), criticó el pedido de interpelación al ministro Agustín Domingo, aún no autorizó el monobloque de Ricardo Arroyo y tuvo un fuerte cruce en el Parlamento con el legislador Nicolás Rochás, despejando cualquier duda sobre un acuerdo -como aseguraba el círculo rojo weretilneckeano- con Soria.

Para las elecciones falta mucho y cada uno atiende su juego. Para Cambiemos, al menos para el PRO, lo más importante son los cargos nacionales. La orden del Presidente es seguir sumando diputados y senadores. Por eso, aún está en debate la fórmula. Y habrá que ver cómo se arman las listas de legisladores provinciales para que el macrismo tenga un bloque más amplio que el actual.

Pero toda esta alquimia que está en el terreno del pensamiento político, estará supeditada al ritmo de la crisis económica nacional que, según la propia Casa Rosada, no tendrá recuperación hasta al menos el primer trimestre del año que viene.