Consecuencias del incremento a los ingresos brutos

(Silvina García Larraburu*).- Desde hace años nos hemos acostumbrado a hablar de “relatos”, para identificar aquellas frases que se construyen con el fin de justificar políticas y lograr adhesiones emocionales. No suelen perdurar ya que esas narraciones están, esencialmente, desconectadas de la realidad cotidiana.

En política, los relatos son graves; en economía, suicidas.

Las decisiones diarias de comerciantes tratan de ser racionales, y necesariamente deben presuponer seriedad de los anuncios fiscales o de política económica.

La adhesión de la Provincia de Río Negro al Pacto Fiscal, conjuntamente con el desistimiento de los juicios promovidos contra Nación por la detracción del 15% previsional, fueron presentadas como una panacea que, no solo mejoraría los recursos provinciales, sino que también permitiría una reducción de la carga tributaria.

Nada de esto fue así. El techo impuesto en el Pacto Fiscal a las alícuotas de ingresos brutos, fue la excusa que convalidó el reciente incremento de la tasa. La necesidad fiscal de obtener más recursos por esa vía, pone en evidencia que no había tal panacea. Nada era como se lo había contado. Ni siquiera la supuesta conveniencia del Pacto.

Es grave enmascarar la realidad, pero más aún, lo es comprometer el presente y el futuro de la actividad comercial y de servicios. En la realidad cotidiana, la mayor carga tributaria viene acompañada con una inflación creciente, que afecta sus costos y sus ventas; también con incrementos en las tarifas, actuales y futuras, y reajustes de los precios de los proveedores como reacción al aumento de la cotización del dólar. Y pueden seguirse enumerando factores distorsivos que también los afectarán, en una economía que se encuentra en graves problemas.

Muchos sectores pueden citarse como ejemplos: indumentaria, calzado, farmacéutico, alimenticio; en definitiva estructuras minoristas que lejos de los monopolios, hacen un gran esfuerzo para mantener y generar fuentes de trabajo, y terminan siendo los más perjudicados. A todo ello se suma el agravante de las ciudades de frontera, que deben hacer frente a la competencia de los países vecinos, y ello implica inmensurables sacrificios por mantener los puestos de trabajo en condiciones de poca o nula competitividad.

En suma, estamos ante un panorama que compromete seriamente la sustentabilidad de la actividad comercial y de las economías regionales. Es el resultado de una decisión completamente imprudente en materia tributaria, donde se debió priorizar el fortalecimiento de la producción y del crecimiento económico, no su detracción.

La reflexión y la rectificación se imponen.

*Senadora nacional