Conflicto de intereses. ADN

El presidente Mauricio Macri define en estos días la redacción de un decreto para instalar la central nuclear en Río Negro. Así, se genera un conflicto de intereses a partir de la ley provincial de prohibición. Esa será la excusa de Sierra Grande para recurrir a la Justicia y desactivar la norma que votó por mayoría el Parlamento, lo que abre no solo una controversia legal, sino y fundamentalmente, política.

La decisión presidencial fue transmitida al gobernador en Villa La Angostura. Macri, junto al ministro Rogelio Frigerio, se lo comunicaron a Weretilneck quien aseguró que no pondrá palos en la rueda. Sus declaraciones lo demuestran: «nosotros hicimos una ley de prohibición, ahora es responsabilidad de otros». La síntesis es que si pasa, pasa.

Al parecer la estrategia es no atacar la inconstitucionalidad de la ley provincial. Por el contrario se espera que el gobierno nacional fije a Sierra Grande como localización de la quinta usina nuclear, que construirán los chinos. Esto es, no se deja lugar para un planteo en abstracto y por el contrario ante la certeza de su radicación llegarán las interpretaciones y el planteo del conflicto de intereses, tanto de Nación como de la comuna sierragrandense por la prohibición de Río Negro de instalar este tipo de emprendimientos nucleares en su territorio.

Pero el problema es que la Legislatura necesariamente debe reaccionar. Lo puede hacer orgánicamente o podrán haber expresiones de los legisladores individualmente o por bloque, ya que se estaría avasallando un norma votada por 45 de los 46 diputados que componen el Parlamento.

«Mientras yo sea vicegobernador, esta ley no se modifica» advirtió Pedro Pesatti a fines del año pasado, cuando comenzó a esbozarse en los medios de comunicación la estrategia del macrismo para avanzar con el desarrollo nuclear en la Patagonia. El presidente del PJ, Martín Soria, aseguró -en una entrevista radial- que el Frente para la Victoria mantiene el rechazo al proyecto.

Es una incógnita la postura de Jorge Ocampos (ARI) y Soraya Yahuar (UCR) que también votaron por la prohibición. Ambos componen espacios que integran la alianza Cambiemos.

«Este tema será clave para ver cómo sigue Juntos» advirtió un dirigente del oficialismo. La pata peronista tiene dos barreras: la alianza con Macri y la plata nuclear. «Es el límite», dicen. ¿Hasta donde llegarán si alguna sucede? No se sabe, pero hay amagues de ruptura.

Evidentemente, la relación entre Weretilneck y Pesatti no se recompuso del todo. Hay desconfianza. En el oficialismo la tensión es por la sucesión y hay proyectos encontrados. Nadie tiene clara la estrategia del gobernador que desconcierta con sus declaraciones y acciones. Sigue coquetenado con gobierno nacional y es difícil -dicen en Juntos- saber «para dónde va a salir».

Por ahora, esa estrategia le resulta para conseguir algunos recursos económicos nacionales y el blindaje de las críticas del PRO. Macri bajó la orden de no confrontar con Weretilneck y mostrarse proactivos en favor de la institucionalidad, lo que deja a Soria como el único opositor provincial.

Hasta hora, es a pedir de boca: se benefician Juntos y el FPV y licua se Cambiemos, que corre el riesgo de desaparecer en la grieta rionegrina, máxime si el gobernador insiste con la idea de separar las elecciones para que no haya efecto arrastre de la ola amarilla.

Lo cierto es que la central nuclear será parte de la agenda de la elección de 2019. Y este año puede resquebrajar al gobierno provincial.

Pero no sòlo en Juntos hay interna. El 2018 será un año de posicionamientos, por eso habrá más información sobre los reacomodos hacia adentro que programas de gobierno. Cambiemos y el FPV tienen sus vaivenes aunque se muestren cohesionados. Todos apuntan más a las debilidades de sus adversarios, que a las fortalezas propias. Y se ventilan unos a otros los riesgos de fisuras.

La muestra de ello es la elección del 15 de abril en Villa Regina. El radicalismo primerió al PRO y al ARI e impuso públicamente al concejal Carlos Rodríguez como candidato de esa fuerza. Lo hizo la diputada Lorena Matzen en una entrevista radial. «Se va a estar anunciando en los próximos días», dijo. Pero no es la única atropellada de la UCR. Ya le avisó a Sergio Wisky que el primer candidato en la sábana en 2019 será el presidente del partido, Darío Berardi. Y espera sitios expectantes en las listas de senadores y diputados nacionales.

Regina también evidencia las fisuras en el FPV que se encamina a una interna. Soria se declaró prescindente y espera que la dirigencia local resuelva. Pero nada garantiza que se cumpla el lema de «quien gana encabeza, quien pierde acompaña». Allí se cuelan, además de inquinas personales entre Carlos Vazzana y Luis Albrieu, viejas facturas entre los sectores.

Lo que está claro, es que todos quieren ganar. Un triunfo en esa ciudad del Valle dará aliento en la carrera para 2019. El macrismo confirmaría su crecimiento, el FPV su racha triunfal y el oficialismo, que espera ganar con Marcela Ávila, cree que esa elección, y la que seguramente habrá en Ramos Mexía por la posible destitución del intendente Patricio Colil, sean el puntapié inicial de la recuperación de Juntos.

Si esa elección fuese favorable para JSRN, sería una muestra del rumbo que un sector del oficialismo quiere: sostener el proyecto provincial con características de movimiento, un espacio amplio y federal alejado de los designios de Nación.

Uno de los voceros de esta idea fue el intendente de Bariloche, Gustavo Gennuso, quien adelantó que los jefes comunales se reunirán en febrero. Los líderes territoriales quieren demarcar la estrategia. Están acompañados por legisladores y dirigentes que no quieren entremezclarse con el macrismo. Buscan ponerle un freno al proyecto del círculo rojo weretilneckiano, que apuntala al gobernador para cerrar un acuerdo con la Casa Rosada. «Si eso se concreta, quedamos todos afuera» advierte un dirigente del Alto Valle, que considera que eso serviría para darle sólo cobertura a Weretilneck y a «algún alcahuete».

Por eso se sorprendieron cuando Facundo López, el álter ego del mandatario, emitió un comunicado en el que aseguró que «los rionegrinos no quieren que los gobierne La Cámpora y el kirchnerismo». Incluso, se evaluó la posibilidad de responder. Sus declaraciones fueron leídas como un acercamiento (que fue corroborado con las de Sergio Wisky: «el adversario es el Frente para la Victoria) al macrismo.

Los movimientos del gobernador siguen generando desconfianza hacia adentro, y hacia afuera. Más allá de la orden presidencial, en Cambiemos arrecian las críticas y ya casi nadie quiere trazar un horizonte conjunto. Lo único que aún mantiene un atisbo de acuerdo es el «factor Soria».

Pero el jefe del PJ no tiene todo solucionado. Deberá lidiar con las tensiones en el partido y con los aliados del FPV. De su capacidad política dependerá la unidad en Río Negro, y deberá estar atento a las pujas nacionales para evitar que se cuelen acá.

Su candidatura a gobernador podría tener adversarios, según se mueva el ajedrez pejotista.

Además, debe computar a Bariloche (determinante para un triunfo) como una ciudad compleja. La salida de prisión de los líderes sindicales Walter Cortés, Ovidio Zúñiga y Víctor Carcar, y el ex intendente Omar Goye, son una piedra en el zapato. Anunciaron que volverán a la política activa del PJ y estarán en la vereda de enfrente del intendente de Roca.

De todos modos, el dato político en Río Negro es que todo depende del posicionamiento que las distintas fuerzas tengan respecto del gobierno nacional. No hay lugar para la ancha avenida del medio.

El Presidente mantiene altos índices de desaprobación.

Por eso, hay apuro en la pata peronista de Juntos para una definición. La grieta solo beneficia a Cambiemos y al FPV. El pensamiento en ese sector es que si no se refuerza el perfil provincialista autónomo y con críticas a la Casa Rosada en las políticas que afectan a Río Negro, no hay destino.