Otro pacto. ADN

Los gobernadores firmaron un pacto fiscal con el gobierno nacional, después de resistir durante unos cuantos meses, pero el arrollador triunfo electoral del macrismo cambió el escenario y el poder territorial de los mandatarios quedó licuado. No es la primera vez que en Argentina se firma un acuerdo de estas características. Vuelve la teoría del derrame.

Bajo las presidencias de Carlos Menem (1992) y Fernando De la Rúa (2000) también hubieron pactos fiscales con la misma esencia: reducir el déficit fiscal, contener el gasto público, alentar las inversiones, etc, bajo la premisa del despegue que el país necesita para crecer definitivamente. Nada de eso sucedió ¿Más de lo mismo?

Las dos experiencias previas, indican que la presión tributaria se concentró en los estratos sociales medios y populares, aliviando a la población más rica y a las grandes empresas. ¿El argumento? Que era el sector que podía generar trabajo y riqueza y derramarla hacia el conjunto de la sociedad. ¿El resultado? Pobreza y exclusión.

La primer reacción en Río Negro fue del gobernador Alberto Weretilneck que salió -en primera instancia- a respaldar el acuerdo una vez terminada la reunión en Buenos Aires. Después, ya en tierra rionergina, dijo que era «un empate» porque lo que se pierde por un lado se gana por otro. Y ayer, adelantó medidas: congelamiento de la planta de trabajadores del Estado y la promoción de retiros anticipados.

Nada nuevo bajo el sol. En su decreto de enero de este año ya ponía tope al gasto público y estas medidas estaban incluidas. Y muchas de las metas propuestas, no se cumplieron.

Aún no se escuchó a la oposición. Sí a los sindicatos, al menos algunos. Las dos CTA se oponen a las reformas, especialmente a la laboral. E iniciaron una campaña de denuncia en la que recuerdan la «Banelco», que pasó a las páginas tristes de la historia política, por ser el instrumento mediante el cuál el gobierno de la Alianza logró la flexibilización. En aquel entonces, sectores del peronismo y el gremialismo defeccionaron.

La historia se repite y habrá rebaja a las jubilaciones y menos recursos para los sectores vulnerables. Y la generación de empleo será potestad del empresariado que ya pide reglas más flexibles para aumentar sus riquezas: se bajan las cargas patronales, el impuesto a los bienes personales, se les devuelve el IVA a las inversiones y se cambia el sistema de contratación y despidos.

Además, habrá más quita a las retenciones, se elimina el impuesto de ingresos brutos a la actividad primaria y ya hay proyecto para reformar la ley de glaciares para potenciar la industria de minera.

Algunas medidas podrían beneficiar a las pymes, que generan el 80% del trabajo formal en Argentina. Y es posible que ese impulso se sienta en lo inmediato. Pero los estudios de las consultoras económicas advierten un proceso de concentración de riqueza y, sumado a la apertura de importaciones y los impuestos rurales, el sector corre riesgo.

La Federación de Productores Frutícola rionegrina advirtió que, con el programa de gobierno del nuevo Ministro de Agroindustria, los pequeños y medianos chacareros van a desaparecer. Aseguran que Luis Etchevehere -que proviene de la Sociedad Rural- quiere un esquema latifundista centrado en las exportadoras. Otros sectores también se oponen al rumbo tomado por la Casa Rosada.

¿La opinión de Weretilneck será la todo Juntos Somos Río Negro? Da la sensación que no. En el partido provincial conviven dirigentes de diferentes extracciones ideológicas, muchos, alejados de las posiciones neoliberales. ¿Y el resto del arco político? Todavía hay mutismo.

El gobierno nacional ha logrado un poder casi inédito en la historia nacional: ganó las provincias del centro, las más ricas y pobladas (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fé, Mendoza y la ciudad de Buenos Aires); concentra el respaldo de la industria, el campo, el sector financiero, los grandes medios de comunicación; logró una oposición pacífica, cuasi oficialista en el Congreso y en la mayoría de los sindicatos; un peronismo domesticado y con aspiraciones de alta alcurnia y la inestimable colaboración de Comodoro Py.

Por eso, los dirigentes de Cambiemos en Río Negro se entusiasman y (como Macri) van por todo. Por eso no habrá acuerdo con JSRN y esperan llegar con chances de triunfo en 2019. Por ahora sirvió la excusa Pesatti (marcar al vicegobernador, nostálgico kirchnerista, como la traba del camino común), pero habrá otras. No está en el espíritu marchar con el oficialismo rionegrino, al que ven obsoleto y derrotado.

Odarda olfateó que también la factura le llegaría y optó por irse de la CC-ARI y armar un nuevo partido provincial. Ya había tenido avisos del Espacio Carrió. Es adentro de Cambiemos, o en otro lado. La senadora evitó una expulsión y presentó papeles en la Justicia Electoral. Ya no hay impedimentos para armar el bloque macrista en la legislatura rionergina.

El Frente para la Victoria disfruta su momento e imagina un escenario electoral en 2019 como en las PASO: muchos candidatos en la cancha. La grilla se completaría con Cambiemos, JSRN, el partido de Odarda y las izquierdas que, si lograran unificar criterios, lograrían por primera vez en la historia política de Río Negro tener legisladores provinciales.

El espacio que conduce Martín Soria debe sortear los chisporroteos que ocasiona el senador Miguel Pichetto con el reimpulso a la central nuclear, y su apoyo a las reformas del gobierno nacional. Por ahora, se diferencia desde el silencio. Sin embargo, trabaja para contener a todos y, evalúa, que para que no haya fugas no debe haber presión. Además, mantiene relaciones cordiales (por ahora sin foto) con dirigentes de otros partidos políticos. En Roca aseguran que construye gobernabilidad y mayorías legislativas.

Juntos debe poner fecha de reunión. Está entre el 2 y el 9 de diciembre. Pero todavía no logran acordar los temas y las rispideces continúan. Hubo un gran esfuerzo para comunicar que Pesatti no estaría junto a Weretilneck en el lanzamiento de la Expo Idevi.

Los sectores en pugna ahora luchan por el control de Juntos. Mientras el círculo rojo no desecha (porque no lo hace el gobernador) la teoría de la reforma constitucional y la re-relección. Evalúan que los números siguen acompañando al mandatario. Pero en el sector de la pata peronista creen que es sólo para estirar el poder hasta último momento, y entienden que es tiempo de recambio interno.

¿Cómo afectarán las medidas del gobierno nacional en esa interna? Habrá que esperar.