¿Retirada estratégica?. ADN

El primer día hábil de la semana trajo el anuncio. Juntos Somos Río Negro hacía pública la decisión de no presentarse en las elecciones nacionales del domingo 22. Un hecho esperado, que según el propio candidato del oficialismo, Fabián Gatti, comenzó a gestarse la misma noche del 13 de agosto, con la derrota en las PASO. El argumento: “la nacionalización”, una realidad incontrastable que sirvió además para disimular errores propios y soslayar un voto contrario con condimentos provinciales, donde el ciudadano abandonó al gobierno.

Es apresurado analizar si fue la decisión correcta. Tan apresurado como pronosticar hacia dónde se canalizarán los votos del partido del gobierno, un tema que seguramente en los próximos días se podrá conocer porque en estos momentos se están realizando encuestas para apreciar el destino del 18 por ciento de los votantes de JSRN en las primarias. Un tema que interesa al gobierno nacional.

Existen algunas consideraciones previas, como por ejemplo que Cambiemos sumaría más votos en Bariloche. La alianza macrista rionegrina se entusiasma. Sergio Wisky, Jefe de Campaña y diputado nacional ha dicho que cosecharán muchos votos de JSRN, al igual que Juan Martín, delegado del Ministerio del Interior en Río Negro, que incluso arriesgó en poder lograr apoyos del justicialismo provincial.

Solo especulaciones y declaraciones de “ocasión” y en el marco de la campaña electoral.

Más allá de dudas y certezas, lo que parece haberse instalado es que Cambiemos sería el primer heredero de JSRN, aun cuando al macrismo le gusta decir que “nadie es dueño de los votos”, otra frase hecha a medida de las elecciones.

Esta teoría no es óbice para decir que el militante y simpatizante activo de JSRN, hoy transita un dilema para decidir. Vienen de la matriz aliancista justicialista del 2011, peleados y críticos con Martín Soria, pero también –en mucho casos- opositores al gobierno nacional, como para votar a Cambiemos.

Es indudable que la decisión de JSRN hizo ruido y puso al partido del gobierno en el centro de la escena mediática provincial. Casi no hay antecedentes del retiro de un partido político de unas elecciones, salvo en el 2003 cuando Carlos Menem, “se bajó” del balotaje contra Néstor Kirchner, para evitar el papelón.

Para recordar. En las elecciones a diputado nacional en el 2009, Alberto Weretilneck se desempeñaba como intendente de Cipolletti, integraba el Frente Grande y apoyaba a Cristina Fernández, pero en la provincia se declaró prescindente en la compulsa entre el PJ, la Concertación y el ARI, pero momentos previos a la elección apoyó públicamente a Hugo Castañon y perdió. Oscar Albrieu (PJ) ganó con el 31.27 % (más de 81000 votos); Castañon logró el 27.68% y Odarda del ARI, 23.83%.

Todos concuerdan que fue una decisión difícil “bajarse” de las elecciones, no tanto por la dirigencia y la militancia, sino por el votante “de a pie” que ahora siente la orfandad.

Por el lado del FpV hay tranquilidad y si de pronosticar se trata, en los círculos íntimos del ganador de las PASO hay confianza de poder sumar algunos votos más y llegar al 45 por ciento, un porcentual que le vedaría el ingreso de dos diputados a la Cámara Baja del Congreso. Esto significa que cada una de las principales fuerzas políticas tendrá un representante. Otro escenario sería de una gran sorpresa, tanto que el FpV gane dos diputados, como que Odarda dispute un lugar con Cambiemos.

La campaña electoral sigue con la misma apatía de las PASO, salvo chispazos mediáticos que le ponen un poco de condimento a ofertas muy desabridas. Podría decirse que el FpV y Cambiemos firmaron el empate. Se conforman con el 1 a 1, tanto porque la alianza del justicialismo ve lejos el 2 a 0, como que para Cambiemos es un resultado por demás satisfactorio, comparado con su realidad política de principios de año.

Resulta llamativo que hasta ahora todo transcurra en un delicado pase de esgrima entre ambas fuerzas política. Faltan los mandobles que dañan y la enjundia propia de las campañas electorales y además muchas de sus críticas se orientan al gobierno provincial, que sigue siendo el centro de los cuestionamientos.

En esta línea la candidata de Cambiemos Lorena Matzen, puso la pica en Flandes y manifestó que Alberto Weretilneck le había ofrecido al ministro del Interior de la Nación, Rogelio Frigerio, un acuerdo político tras decidir la no participación en las elecciones. El gobierno respondió. Primero fue el ministro Di Giácomo y luego, el legislador Arroyo, quienes desmintieron con duros términos a la aspirante al Congreso. La dirigente radical del Valle Medio lo ratificó, a media lengua. Fue un sincericidio y dejó planteado el tema, muy a pesar del gobierno.

Por las dudas, y para disipar malos pensamientos, el ministro Frigerio llega mañana a Viedma y contrariamente a lo previsto no concurría a la Casa de Gobierno para reunirse con Alberto Weretilneck. Toda la agenda será de Cambiemos.

En tren de conquistar adhesiones, el macrismo apuesta a poner en valor las obras que ejecuta en la provincia, principalmente en viviendas y asfalto, que además le permiteb aceitar las relaciones con los intendentes, con el doble propósito de sumarlos a la alianza nacional, un método que le da resultados, aun cuando muchos jefes comunales, sobre todo de JSRN nieguen el coqueteo con el macrismo.

Cambiemos ahora quiere saber si realmente el habitante rionegrino conoce que en la provincia se ejecutan obras con fondos nacionales, o en realidad nadie se preocupa por conocer el origen de los fondos y sólo les interesa que se hagan.

Hay confusión porque con la publicidad no alcanza y cada ejecución puede ser municipal, provincial o nacional. Por esto hay un esfuerzo del gobierno nacional en aclarar el esfuerzo en las inversiones en cada pueblo y ciudad, para evitar el “efecto Urraca” que se apropia de nidos ajenos.

El gobierno ahora tiene la oportunidad de “balconear” estas elecciones nacionales y apuntar todos sus esfuerzos a rearmarse para volver a empezar. El escenario futuro no será fácil. Se aproxima una disputa hacia el 2019 que será de tercios, porque luego del 22 de octubre –más allá del resultado electoral- habrá dos fuerzas políticas muy consolidadas en la provincia.

El gobernador recuperó la confianza. Hizo cambios en el gabinete y pidió a sus funcionarios que todo el esfuerzo se concentre en la gestión. El nuevo secretario General de la Gobernación, Nelson Cides, un hombre del riñón del mandatario, dijo que “todos tenemos que copiar a Weretilneck”, en referencia su estilo de recorrer permanentemente la provincia y procurar siempre el contacto con la gente. Ahora vendrá el tiempo de pasar del discurso a la acción, romper “la comodidad” del cargo, gestionar y no esperar que todo lo resuelva “el uno”. Todo esto acompañado con delegación de tareas.

Falta. La somnolencia oficial atenta contra la gestión.

Ejemplos: los pescadores de San Antonio llevan más de 15 días de paro, no se atendieron sus reclamos y recién el viernes fueron recibidos en el ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.

En la retaguardia del poder. La policía está en estado de ebullición. Un tema por todos conocidos, instalado en la prensa, esposas de uniformados protestando, en la calle Roca, frente a la Jefatura. Hasta ahora nada se resolvió.

El hospital de Las Grutas paralizado. La empresa cobró siete millones de los 15 millones en que se cotizó la obra y aún no empezaron los trabajos. Bastó que Edgardo Cansino, secretario adjunto de la UOCRA zona atlántica denunciara el tema, para que se movilicen en el gobierno. Preocupó incluso que el dirigente gremial señalara a un legislador de JSRN como “el que trajo a la empresa a Río Negro”. Sólo bastaba una carta documento o un telegrama intimando a comenzar los trabajos. En el terreno sólo hay un alambrado.

Lorena Matzen denunció que el gobernador intentó un acuerdo con Frigerio. Pasaron 48 horas y recién salieron las desmentidas del Gobierno.

Hay otros ejemplos. Estas son sólo muestras que “el equipo sigue lento” y sin reacción. No hay iniciativa propia, aun a costa del error.

El gobierno es dueño de su propio destino. Hoy se quedó sin discurso, incluso postergó el perfil provincialista.