¿Qué significa pensar Malvinas para los argentinos?*

Es un suceso lamentable que hizo más visible las graves violaciones a los derechos humanos en la última dictadura cívico militar.

“Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel. Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen. El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.”
«Juan López y John Ward», de Jorge Luis Borges.

Malvinas, para los argentinos de las generaciones presentes, es y será «la guerra», aunque ésta se haya terminado y sea uno de los episodios más controvertidos y difíciles de abordar en nuestra historia reciente. Pensar Malvinas implica a la dictadura cívico-militar, a los pozos gélidos y húmedos, a soldados adolescentes e inexperimentados, y a los suicidios. Pero no es sólo eso, también evoca históricas imágenes de siglos anteriores: las del colonialismo inglés, los gauchos resistentes, los nacionalismos territorialistas y también convoca a sentimientos y causas aprendidos en la escuela.

Los hechos históricos se suceden, se entrelazan, o son causa o consecuencia de otro momento de la historia. No se puede separar la dictadura de la guerra de Malvinas, dado que este conflicto forma parte del proceso cívico militar en la Argentina. Entonces, pensar Malvinas nos conduce a considerar la amplitud de las consecuencias de la dictadura, a recordar y reclamar justicia por la vulneración de derechos sufrida por nuestros muchachos argentinos.

Describir cómo se llega a Malvinas en 1982, nos enfrenta con la gravísima situación social, política y económica que existía en ese momento. Además, con un costo social posterior, consecuencia de ese tiempo nefasto para la historia argentina. Malvinas, entonces, es un suceso lamentable que hizo más visible las graves violaciones a los derechos humanos en el proceso dictatorial.

La guerra fue decidida y llevada adelante por un gobierno de militar de facto, pero también fue apoyada por un grupo mayoritario de la sociedad civil: ¿es posible llamarla un acto heroico reivindicatorio de soberanía nacional o pensarse como una guerra improvisada que fue llevada a cabo por la dictadura, sustentada en el militarismo? ¿Los soldados combatientes son héroes o han sido víctimas de la dictadura? ¿Qué lugar ha ocupado la cultura bélica y el panteón militar en la educación de muchas generaciones de argentinos? ¿El reclamo sobre Malvinas debe verse como la búsqueda de un elemento más de la soberanía nacional y continental latinoamericana o como un acto principal y prioritario ligado a la geopolítica actual? ¿Cómo lograr complejidad en los argumentos para correrse de lugares simplificadores o prejuiciosos que nada ayudan a comprender qué nos sucedió con la guerra? ¿Qué sentidos son los otorgados a la soberanía y a lo nacional en los contextos actuales?

Es por ello que discutir Malvinas hoy nos debiera permitir, al menos, cuatro cuestiones:

1. conectarnos de un modo más profundo y analítico que articule/ponga en tensión memorias personales/sociales y un campo historiográfico que lentamente ha avanzado en torno a la elaboración del pasado reciente;
2. revisar nuestras nociones de pertenencia, identidad y comunidad construidas en la larga duración y ponerlas a la luz de los problemas actuales y relevantes del mundo;
3. aprender a mirar un problema de sensibilidad como éste desde implicancias locales-regionales;
4. reconocer la deuda que tenemos como sociedad civil con quienes fueron los soldados conscriptos y sus familias, tanto los sobrevivientes como los muertos durante la guerra de 1982.

A treinta y cinco años del conflicto por las islas, varias aristas emergen. Seguir reclamando por la vía jurídica propia de un Estado de derecho la soberanía sobre las islas; por la soberanía política y económica, y por el respeto que debería existir entre los Estados.

Emprender la tarea de reflexionar acerca de nuestra identidad nacional -desde un enfoque intercultural que la conciba como contingente y múltiple-, pensando en sociedades en las que puedan integrarse todos los derechos y libertades de las personas, considerando y respetando las diferencias de todos los que habitamos este suelo.

Las Malvinas condensan un imaginario social que es necesario abrir, desnaturalizar y preguntar. Es preciso interrogar e interrogarnos. En el Día del Veterano y de los Caídos en Malvinas, debemos contribuir a mantener viva la Memoria. Recordar, sí, por los jóvenes soldados que murieron, por sus familias, por sus compañeros; y para construir, entre todos, un país en el que nunca más se vulneren derechos fundamentales como la vida.

*Secretaría de Derechos Humanos-Ministerio de Educación y DD.HH
Gobierno de Río Negro