Inflación e índice de precios

El año arrancó con un rebote en materia inflacionaria. El acumulado del primer bimestre del IPC del INDEC resultó con un incremento del 3,81% (enero 1,3% y febrero 2,5%). Los servicios subieron 5,75% y los bienes un 2,48%. El escenario económico no es auspicioso para lo que resta del año. Los aumentos proyectados por las consultoras de plaza ubican, en el mejor de los casos, un alza del 20% para todo 2017, pero que se eleva al 23 y 25% en algunos pronósticos.

Para el primer bimestre del año, los mayores aumentos se registraron en Servicios básicos y combustibles para la vivienda 13,02%), Verduras (11,89%), Turismo (10,03%), Comunicaciones (8,5%), Cigarrillos y accesorios (7,3%), Reparaciones y gastos comunes de la vivienda (7,29%), Funcionamiento y mantenimiento de los vehículos (6,07%), Diarios, libros y revistas (5,6%), Alquiler de vivienda (4,99%), Productos lácteos y huevos (4,96%), Servicios
educativos (4,94%) y Servicios para la salud (4,89%). El impacto inflacionario lo está sufriendo en mayor proporción la clase media, por los aumentos registrados en servicios, educación y atención médica para la salud (por los incrementos en la medicina prepaga). Los alimentos y bebidas tuvieron un aumento menor, del 3,48%. Para el mes de marzo se calcula un incremento igual o mayor a febrero.

En 2016 la inflación se ubicó en 41%, la más alta en catorce años. La política inflacionaria del gobierno afronta varias contradicciones. En primer lugar, las armas antiinflacionarias se reducen al manejo de la tasa de interés, una herramienta ortodoxa cuyo trasfondo supone que la inflación es un fenómeno eminentemente monetario. Como el problema se origina en el déficit fiscal, para no cubrir el desfalco con emisión monetaria el gobierno se ha encaminado a tomar deuda en niveles alarmantes. Aun así, la emisión monetaria (calculada sobre la variación de la base monetaria) está en el orden del 37%, un valor similar al de la
etapa kirchnerista. Pero la aceleración inflacionaria de 2016 es tam
bién el resultado de las medidas de política económica adoptadas: devaluación del 40% de la moneda, quita de retenciones y aumento del saldo exportable, aumento en los combustibles y el fuerte incremento de las tarifas de servicios públicos. Combatir la inflación con esa receta ha llevado a la economía a la estanflación, con un retroceso del PBI del 2,3%.

El rebrote inflacionario puso en alerta a las autoridades del Banco Central,que decidieron mantener la tasa de interés de as Lebacs y los Pases bancarios las últimas semanas, otro punto donde se generan ásperas discusiones incluso dentro de los economistas y funcionarios oficialistas. Como el gobierno se ha volcado a los mercados internacionales de deuda y el sinceramiento fiscal (blanqueo) ha sido de gran magnitud, las expectativas devaluatorias están aplacadas, por lo que los precios suben, menos el del dólar. Este efecto está haciendo que muchos economistas ya hablen de retraso cambiario por los efectos de la inflación, y genera un gran perjuicio en muchos sectores industriales que ven como entran en avalancha productos importados o los consumidores argentinos cruzan sin parar las fronteras para comprar artículos a mitad de precio en países vecinos.Lo cierto es que el esquema de metas de inflación no está dando los resultados esperados. No obstante, el BCRA comenzó a mirar lo que llama la inflación núcleo o subyacente, que al despojar al índice de los aumentos por variación de precio relativo o sea tarifas, se obtiene un guarismo más bajo y cercano a la inflación objetivo. Una salida que ha generado polémica, porque la inflación que esmerila el poder adquisitivo de la población es la inflación plena.

Otra polémica que se generó deriva del tipo de canasta de bienes y servicios que utiliza el INDEC para confeccionar el IPC.

Como se analizará más adelante, el diseño del nuevo índice del instituto oficialotorga una ponderación muy baja a los servicios que, como se comentó,son el rubro que más aumentó. Por lo tanto, se estaría subestimando la inflación verdadera.

En ese sentido el IPCBA que publica la Ciudad de Buenos Aires, arrojo una suba para el primer bimestre de 4,1% (1,9% enero y 2,2% en febrero), cuando prácticamente relevan la misma región geográfica, pero pondera más a los servicios. Si esto se extiende en el tiempo, por más que los salarios ajusten por la inflación oficial se estará perdiendo poder adquisitivo.

La política antiinflacionaria seguirá recibiendo embates y las perspectivas no parecen modificarse. A partir del 1 de abril de 2017 se calcula que las tarifas del gas subirán entre un 30 y 40% sobre los aumentos ya alcanzados. Para mayo se esperan subas en las tarifas de agua corrientes. Todavía no se sabe cuándo aumentará el precio del transporte. Además, las expendedoras de combustible, están reclamando nuevos aumentos porque sostienen que no logran cubrir los costos. A las distribuidoras eléctricas Edesur y Edenor se les concedió una suba del 98%, que a partir de febrero comenzó a aplicarse con un 42% mientras que
habrá un nuevo incremento del 19% en noviembre próximo y del 17% en febrero de 2018, la diferencia se cubrirá con aumentos en 48 cuotas desde febrero. Medidas de alto impacto inflacionario.

Las consecuencias de la inflación no se hicieron esperar. El poder adquisitivo de los salarios se redujo alrededor de un 10%, aumentó la desigualdad en la distribución del ingreso y 1,5 millones de personas pasaron a ser pobres, lo que pone de manifiesto que la inflación es una redistribución del ingreso de los sectores con ingresos fijos hacia los beneficiados por las medidas adoptadas.

En este contexto, el gobierno ha ensayado una serie de medidas con el objetivo de intentar bajar los precios. El programa de Precios Transparentes, que buscaba un descenso de hasta 30% de los precios al contado tuvo efectos limitados y nulos en algunos casos. Pero la confusión generó un retroceso del 30% de las ventas con tarjetas de créditos, dado que los consumidores lo entendieron como la imposición de un recargo financiero a la venta en cuotas. Hay economistas que sostienen que la caída en las ventas se debe a que los consumidores ya compraron estos productos y que no los necesitan, pues se trata de una decisión personal. No obstante, la necesidad no es independiente del salario y el poder adquisitivo que tiene la gente, sino no se podría explicar cómo países con poblaciones tan equipados en esos productos, como EE.UU. o Japón, venden cantidades enormes todos los años. Por otro lado, la quita del arancel del 35% a la importación de computadoras y electrónicos se promocionó para hacer bajar los precios de esos artículos en la misma
magnitud, pero el registro de los precios muestra, por ahora, un descenso mucho menor.
Pero fábricas del sector anunciaron el cierre de sus puertas.

Por otro lado, la política salarial no despeja dudas.Como algunos gremios cerraron paritarias con cláusulas de ajuste por inflación (como los empleados de la provincia de Buenos Aires), se están disparando aumentos automáticos que, en caso de acelerarse, impactarán en el presupuesto público, por lo que habrá que estar atentos a la reactivación económica, en un contexto en donde el déficit primario a nivel nacional creció un 60 % en el último bimestre.

En un momento en que se discuten paritarias los precios vienen al alza. Mientras algunos sectores tratan de recomponer algo del salario real perdido, otros intentas por lo menos,empatar este año. Si el escenario sigue así, difícilmente pueda reactivarse el consumo y hacer crecer la economía un 5% como se pensaba.

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