Corrupción de menores: Una trama compleja. Un testigo clave

(ADN).- El juicio en el que se investiga un caso de corrupción de menores y que tiene como imputados al ex juez Juan Bernardi y a Julio Antueque, desnuda una trama compleja de prostitución, drogas, alcohol, vulnerabilidad social, desprotección y poder.

Hoy declaró -en forma reservada- Claudia, la joven a partir de la cuál se constituyó el caso. Cuando el hecho ocurrió era menor, hoy tiene 19 años. Según trascendió, negó haber mantenido relaciones sexuales con Bernardi y dijo que sólo lo vio una vez en su chacra, con motivo de un asado al cual llegó invitada por Antueque. Casi el mismo relato que el que expresa el ex magistrado y que le costó su destitución.

La defensa basa toda su estrategia allí, porque el hecho imputado tiene una sola persona involucrada.

Pero hay testigos indirectos. Psicólogos, abogados y operadores del sistema de protección de menores que tuvieron relación con varias de las chicas mencionadas, ya que estaban bajo tutela o asistían a centros de contención.

Mariana Gentile, psicóloga del CICs, que depende del Ministerio de Desarrollo Social, contó que era terapeuta de Claudia y mantenía entrevistas individuales, más allá los trabajos grupales. Según su relato, la joven comentó que «salía a changuear» (intercambio de sexo por dinero) con otras chicas. «Nos contaban dónde lo hacían y cuánto ganaban, pero no con quiénes habían tenido relaciones», dijo. Certificó que su paciente era amiga de Antueque.

El testimonio más contundente fue el de la abogada Cecilia Donate, que trabaja en la Defensoría de Menores. En uno de los contactos que tuvo con una menor que estaba alojada fuera de la provincia y en tratamiento de desintoxicación, escuchó su relato. Dijo que también «rancheaba» y de esos acontecimientos participaba Antueque. La joven le aseguró a la abogada que «había ido varias veces a la charca». Y le manifestó que Bernardi había tenido relaciones con una de sus amigas.

Pero llamativamente, los testimonios de María Eugenia Marzola, psicóloga; Pablo Joelson, psiquiatra; Vanesa Ibargoyen, operadora comunitaria; Daniel Lobelos, operador sociocomunitario y Eulalia Alvarez Pebe, psicopedagoga, no confirmaron que con ellos haya existido el planteo de las menores sobre la existencia de la prostitución. Todos trabajan o trabajaron en el CICs, de donde comenzaron a circular las primeras versiones de los hechos en la ciudad y que luego derivaron en una denuncia pública y en éste proceso penal.

Lo que queda claro es que un grupo de chicas de 14 y 16 años se prostituyeron para comprar estupefacientes y adquirir ropa y alimentos. Eso se desprende de muchos de los testimonios anteriores y de las propias víctimas. Que era el único medio para acceder a ciertas cosas materiales. Que eran llevadas a campos, casas y hasta el hotel alojamiento de Patagones, donde tenían asignado un cuarto en el que pasaban días enteros mientras sus «clientes» rotaban. Que esos clientes era adultos mayores y muchos de buena posición económica.

Las audiencias se reanudan mañana a las 8.30, donde está previsto que declaren siete testigos.