17. ADN

El Gobierno apuesta todo al 17. «Plata o mierda» suelen decir en el Casino. El número representa el año que transcurrimos, donde el oficialismo expone su poderío político ante las urnas en la elección nacional de octubre. También es el techo salarial impuesto para los trabajadores públicos. Pero en el mundo de la timba, el 17 es la desgracia. ¿Podrá sortear ese designio?.

Alberto Weretilneck confía en su buena estrella. Asegura que sólo existen problemas económicos. En consecuencia, no tiene dudas sobre un triunfo electoral.

El razonamiento del Gobernador también está cimentado en otros factores: encuestas y oposición. Aún mantiene -él personalmente- altos número de aprobación y buena imagen y ningún dirigente opositor parece despegar con peligro. Además, cuenta con la debilidad de la recientemente consolidada alianza Cambiemos y con los eternos tironeos en el PJ.

Pero no todos son buenos índices.

Ayer, apareció un cisne negro. Eso que la ciencia política define como lo inesperado que puede generar un fuerte sismo. Se ventiló públicamente una denuncia de abuso sexual contra Rubén López. El legislador oficialista y dirigente del gremio de la fruta ya tuvo otros cuestionamientos judiciales: por violencia de género y agresión sindical.

López se convertirá en una piedra en el zapato si Weretilneck no reacciona a tiempo y contundentemente. Ni bien el diario Río Negro publicó la denuncia, se multiplicaron los contactos entre ministros, legisladores y dirigentes de alto rango. Furia e indignación expresaron las mujeres, en especial aquellas que vienen trabajando en favor del género. La bronca alcanzó a los hombres también, fundamentalmente quienes vienen sosteniendo que el sindicalista es un elemento nocivo para Juntos Somos Río Negro.

Un dato: Educación separó la semana pasada a un vocal gubernamental que protagonizó un episodio de violencia contra un dirigente de UnTER. ¿Qué cabe con López?.

Hasta el cierre de este comentario no hubo oficialmente un posicionamiento del partido, ni del Gobierno, ni del Parlamento. Tampoco de la oposición.

Pero éste no es el único tema que deberá afrontar el oficialismo. En un año que se prevé que estará marcado por la crisis económica y los conflictos sindicales, el Gobierno deberá demostrar cintura política e imaginación en la gestión. Y el Gabinete no aparece como un tanque de pensamiento. Un poco por impericia y falta de formación de sus componentes, y otro poco por «el estilo Weretilneck». Son muchos los funcionarios que pasan desapercibidos porque no quieren perder el statu quo: buenos salarios, viáticos, alquileres, autos y otros beneficios se tornan más apetecibles en tiempos de vacas flacas. Cualquier paso en falso los dejaría afuera.

Los gremios ya comenzaron a marcar un camino. La UnTER bloquea las asambleas de cargos docentes en protesta por la implementación de la Nueva Escuela Secundaria. Aún no llegó el tiempo de los reclamos salariales, pero ya advirtió que si no hay un mejor ofrecimiento que el 17% de aumento, las clases no arrancan.

UPCN pidió que antes de debatir el aumento de este año, se corrija el desfasaje que produjo la inflación en 2016 y generó una pérdida del poder adquisitivo.

SITRAJUR anunció que el piso en la paritaria judicial deberá ser del 25%.

ATE realizó la semana pasada una jornada de protesta por el recorte del 20% en el gasto del Estado. Aseguran que ello repercutirá en los servicios esenciales. Por caso, habrá reducción de horas extra en los organismos públicos y guardias de hospitales, se reducirán las comisiones, los viáticos y otras erogaciones funcionales.

Weretilneck asegura que si no hay control del gasto, la provincia se hace inviable y podría quedar al borde de la cesación de pagos. Esto cayó como un baldazo de agua fría entre los proveedores, que se agolparon en la Tesorería para intentar cobrar deudas. Pero esa declaración también llegó a los diarios nacionales. Ámbito Financiero se hizo eco. Ese medio es consultado por el mundillo financiero-económico y por la Casa Rosada, que debería aprobar -en caso de avanzar- un bono de 500 millones de dólares para financiar el Plan Castello. No fue una buena señal.

Sin embargo, en el análisis frío, al Gobernador lo asiste la razón. «La economía de la Provincia es como de cualquier casa» dijo. Y no se puede vivir gastando más de lo que ingresa.

Pero Weretilneck, al igual que la mayoría de los gobernadores, quedó atrapado en la lógica macrista. El gobierno se desentendió del tema docente y no convocará (como en épocas de Carlos Menem) a una paritaria nacional. Le pateó el problema a las provincias, sin asignarles recursos extra. Los mandatarios se transformaron -políticamente hablando- en la variable de ajuste. Nación no sufre escazes de recursos porque cada mes coloca en el mercado internacional deuda para financiarse, lo que implica para el país volver a niveles históricos de endeudamiento. Con ese dinero alimenta a los municipios, sobretodo a los propios. Inunda de anuncios de obras y aportes.

Pero Mauricio Macri está dispuesto a salvar dos distritos: la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires. A la gestión de Horacio Rodríguez Larreta ya le dio (por decreto) un aumento de coparticipación. Y a la de María Eugenia Vidal le otorgó fondos del Tesoro y una condonación de deuda por 35 mil millones de pesos, casi el presupuesto anual de Río Negro. Ahora, como en los 90, los gobernadores deberán encontrar su salvataje. Nación ofrece deuda o ajuste.

Ese panorama complica a Weretilneck. Pero entiende que la economía es el único escollo que enfrentará su gestión este año, y confía en que haya una recuperación en el segundo semestre. Lo cierto es que ningún indicativo público ni privado pronostica ese rumbo. La semana pasada el Banco Central modificó nuevamente la tasa de los Lebacs, a partir de un informe sobre la inflación de enero (2%) y su proyección anual (24%). Ese gesto choca contra la prédica del Presidente y sus ministros de Hacienda y Trabajo que insisten en que las paritarias deben cerrar entre el 17 y 18%. Pero las negociaciones privadas se están saliendo de cuadro. La justicia laboral convalidó el acuerdo en el sector bancario, que perforó el techo.

«Es el 17, o nos arriesgamos a no poder pagar salarios» reiteró Weretilneck. «Y ya hemos vivido eso en otros tiempos en la Provincia. Preferimos pagar en tiempo y forma» aseguró, y dijo que «en nuestra gestión nunca tomamos una medida en contra de los trabajadores, ni lo vamos a hacer. Y no pagar seria ir en contra de eso», ratificó.

Para convalidar sus dichos, este mes (sin los aumentos) el cronograma de pagos salió el 2 de febrero, y cortó una racha de atrasos.

Para garantizar el ahorro, emitió un decreto de reducción del gasto público. El repaso incluye la revisión de horas extra, guardias y licencias docentes. En Economía detectaron que hay un flujo de dinero que se pierde allí y podría ser redireccionado. Cierto. Pero eso pudo haberse hecho en otro momento, cuando no había crisis. Hay abusos. Adicionales a empleados públicos que no se cumplen, guardias pasivas a especialidades que no son necesarias y licencias mal otorgadas. Los gremios aseguran que ello ocurre porque no funcionaron los controles del Estado, que ahora, en este contexto, esa poda significará una fuerte pérdida del poder adquisitivo, por lo tanto lo consideran un ajuste.

Pero el decreto gubernamental también puso en alerta al sector de la salud. En uno de los items, la resolución dice que se instruye al IPROSS a acordar con los prestadores con los valores de 2016. Esta semana se reúne el Colegio de Farmacéuticos. Y algunas asociaciones de clínicas. Varios dirigentes le anticiparon a esta Agencia que no podrán sostener los costos. «Una cosa es un honorario y otra medicamentos o insumos que tienen permanentes aumentos. No podremos seguir pagando a las droguerías», aseguraron.

Además hay alerta en el sector de la construcción. La semana pasada un dirigente de la Cámara puso de manifiesto que hay demoras en el pago, freno en obras y se retrasa la firma con el IPPV por el traspaso de las viviendas municipales que financia nación.

Este panorama se registra en febrero. El año recién comienza.

Mientras tanto, la política debe definir candidatos para octubre. El oficialismo rionegrino quiere volver a demostrar su poderío electoral. Aseguran que es determinante ganar este año para allanar el camino hacia 2019. Uno de los temas pendientes es la reforma constitucional, la que el gobierno podrá encarar con más fuerza si obtiene un triunfo.

Juntos todavía no eligió su tándem. Siguen en danza los nombres de Pedro Pesatti, Alejandro Palmieri y Luis Di Giácomo. El vicegobernador dio una señal: «si es necesario, soy candidato». Así, recogió el guante que arrojó Weretilneck en enero. «Pedro es el mejor candidato» dijo. Pero también circunscribió esa decisión a Pesatti. También el Ministro de Gobierno valoró esa candidatura, aunque no se bajó de la carrera si el vice no compite. Igual, aclaró: «no estamos buscando un conchavo, todos tenemos funciones importantes en el Gobierno». Esa parece ser la lectura general. Lo importante es la continuidad de JSNR. Por eso, el gobernador repite como un mantra: «El candidato es el proyecto». En eso no hay fisuras, los demás dirigentes coinciden que prima lo colectivo.

Sin embargo, hay internas en el oficialismo.

En el terreno de la oposición, el macrismo unió fuerzas. La UCR y el PRO cerraron filas. Tendrán candidatos propios. Formaron la liga de intendentes y buscan formalizar el bloque en la Legislatura. Y estarán atados a la suerte de Cambiemos a nivel nacional. Sin embargo se esperanzan en que la elección es nacional y se polarizará. Ahí es donde ven al kirchnerismo como su verdadero adversario. También evalúan la fuerza de los medios de comunicación nacionales y la batalla discursiva que se librará allí. En ese marco -entienden- Juntos está afuera del debate porque no está enrolado en ningún espacio general.

Lo mismo ocurre con el Frente para la Victoria. Y a pesar de los tironeos, confían en que hasta octubre habrá unidad. En ese esquema parece consolidarse la candidatura de María Emilia Soria. Cuenta con el aval del diputado Martín Doñate y al pichetismo no le hace ruido. Ahora, la tarea es unir. Pero sobran críticas al presidente del PJ, Martín Soria, por sus formas. Ese cuestionamiento no será un problema hasta las elecciones, aseguran. Después, se verá.

En estos días circuló la versión que Sergio Massa estaría en el cierre de la Fiesta Nacional de la Manzana, un gesto de unificación. Además, le permitiría al candidato del FpV arrastrar votos del Frente Renovador, que la última elección en Río Negro salió tercero, por arriba de Cambiemos. Pero no hubo confirmación. El debate que se está dando a nivel nacional es si avanzar en un acuerdo con el massismo o ir con candidatos propios, fundamentalmente en la provincia de Buenos Aires. Las encuestas allí le siguen otorgando un triunfo a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

El año recién comienza y está lleno de desafíos. El 17 es el número del gobierno. ¿Ganará?.