Las nuevas joyas de la abuela

(Alex Kodric*).- Recientemente el actual Director del Anses, Emilio Basavilbaso, pasó por el Senado de la Nación y expuso los números actuales del organismo, centrándose en las diversas formas de costeo de la Ley de Reparación Histórica para con los jubilados. En su exposición hubo importantes definiciones respecto a la política de manejo de los fondos del organismo y del futuro del sistema previsional en su totalidad.

Uno de los puntos centrales estuvo puesto en la venta de las acciones del Fondo de Garantía de Sustentabilidad para el costeo del pago a jubilados. Dicha venta significaría una reducción del orden de 10 mil millones de dólares del fondo, más la pérdida del posible rendimiento de dichas acciones. La cifra no es menor si tomamos en cuenta que, según el propio Basavilbaso, el rendimiento en dólares del FGS se incrementó alrededor de un 15% a lo largo del 2016.

No sólo surge la pregunta acerca de por qué reducir una cartera de activos que desde su recuperación siempre ha brindado rendimientos positivos al Estado, sino también debemos alertar respecto al retorno de la vieja dinámica aplicada al sistema de finanzas públicas durante la década del noventa: cubrir gastos corrientes con la venta de activos públicos. En el caso particular del FGS implica un doble movimiento de descapitalización y, al mismo tiempo, desfinanciamiento neto del Estado.

Pero Basavilbaso además dejó otras definiciones que, vinculadas a lo anterior, nos obligan a reflexionar respecto de la futura sustentabilidad del sistema previsional y, en tal caso, si dicha “insustentabilidad” no será en el futuro el “caballito de batalla” para el retorno a un sistema de capitalización individual. En particular, frente a una coyuntura económica recesiva, un programa económico que pareciera no centrarse en la generación de empleo y el problema demográfico de envejecimiento de la pirámide poblacional cabe preguntarse de dónde surgirán los recursos para sostener el sistema.

La respuesta que nos da el director del organismo es clara y contundente “festejo la moratoria, pero festejo aún más la pensión universal”. Es decir, se pretende avanzar hacia una mayor fragmentación del sistema de previsión social como reflejo de la fragmentación del mercado de trabajo; avanzar hacia una sociedad en donde el Estado en vez de reducir las dinámicas de precarización derivadas del mercado de trabajo, las acentué. De un lado, trabajadores “incluidos” que, con los aportes correspondientes, serán jubilados “incluidos” y, de otro lado, trabajadores que, por no haber logrado los aportes suficientes, serán jubilados de “segunda” que recibirán un 20% menos que el ya magro y licuado haber mínimo.

Es de notar que la actual Ley de Reparación Histórica alcanza sólo a aquellos jubilados que cobran montos superiores al haber mínimo, los que cuales representan aproximadamente el 30% del total de los beneficiarios, mientras que el financiamiento del sistema es múltiple: aportes de los trabajadores y empleadores, pero también impuestos generales y los rendimientos de las acciones del FGS. De tal manera parecía razonable que hasta el momento, por principio contributivo, dichos fondos también fueran para usos múltiples como los programas AUH, PROGRESAR, PROCREAR, Conectar Igualdad, entre otros. Por su parte, la cobertura casi total del sistema, a través de las distintas moratorias, fue sin duda un avance hacia la conquista de un derecho fundamental para la población inactiva, a la vez, que implicó un “achatamiento” de la pirámide de ingresos.

Si bien hubo cuentas pendientes entorno al incremento de las fuentes financiamiento –el aumento de los aportes patronales, por ejemplo- la recuperación del sistema de previsión social por parte del Estado y el retorno de un sistema de solidaridad intergeneracional, fue una de las medidas de carácter progresivo más significativas del kirchnerismo. Su recuperación permitió el manejo de un flujo de recursos y cartera de activos que brindaron grados de libertad para la realización de distintas políticas económicas con un claro sesgo redistributivo.

La venta de las acciones del FGS implica no sólo el retorno de un mecanismo que tiende a incrementar la insustentabilidad interna del sistema y desfinanciamiento del Estado, sino también el puntapie inicial para que, a partir del incremento de dicha insustentabilidad, el gobierno de Cambiemos nos pregunte en un futuro, como recientemente lo hizo con Aerolíneas Argentinas, ¿Cuántos jardines de infantes nos cuesta el sistema de previsión social? (Política Argentina).

*Economista, investigador del Centro Cultural de la Cooperación