De la mano de la política se debate en los sindicatos provinciales

(ADN).- Los sindicaros rionegrinos se debaten en la normalización de las estructuras CGT en la provincia y hoy la actividad sindical se fortalece en las tres regiones históricas: Atlántica, Andina y Alto Valle.

Desde la designación de Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña, el triunvirato que asumió al frente de la CGT nacional se recomendó iniciar en todo el país la normalización de las centrales obreras.

Esta directiva tiene un propósito. El movimiento obrera vaticina duros tiempos de discusión con el gobierno nacional y se propone mantener unido el espacio sindical, en tanto siempre hubo gremios abrigados al calor de los oficialismos.

En los últimos 45 años en pocas oportunidades funcionó en Río Negro una CGT unificada, pero la actividad sindical tuvo como asiento cada región provincial con sus particularidades y perfiles propios de la actividad estatal y productiva.

Hasta los años 70 existía en Río Negro una sola la central obrera ubicada en el Alto Valle, pero luego ante el pedido de sindicatos de Viedma, como Textiles, UPCN, periodistas, construcción y otros, el entonces secretario general de la CGT nacional José Ignacio Rucci dictó una resolución de creación de las instancias zonales y se conformó primero la CGT Zona Atlántica y muchos años después la CGT Zona Andina.

La política siempre tuvo su incidencia y también ahora juega en este tránsito de normalización de las centrales obreras, que tendrán confirmadas sus autoridades en el próximo mes. Los gremios se organizaron en las llamadas “mesas sindicales” que fueron los ámbitos desde donde se negoció, principalmente con el justicialismo, los puestos en el Ejecutivo y la Legislatura, tal los casos de Rubén López (fruta) y Rodolfo Cufré (bancarios).

Ambos dirigentes, junto a otros, mudaron sus lealtades hacia el gobernador Alberto Weretilneck y ahora forman parte de Juntos Somos Río Negro, pero esto no significa que transiten por el mismo andarivel ya que mantienen diferencias ahora hechas públicas por la designación de Virginia Campisi, en la Delegación de Trabajo en Viedma. La dirigente de UTEDYC cuenta con el aval de López.

Los llamados “gremios chicos” tratan de hacerse fuerte en sus zonas para luego poder negociar espacios a nivel provincial, en virtud que sienten que no son tenidos en cuenta por las organizaciones de mayor caudal de afiliados, razón que habilita a buscar apoyo en el rescoldo político mediante algún padrino.

Las mesas sindicales son los ámbitos donde se debaten las simpatías partidarias y desde donde se negocian posibles espacios en las estructuras del Estado. Con las centrales sindicales normalizadas ahora cambia la dirección del espacio rector.

Hay gremios con simpatías y militancia en el justicialismo, casi en mayoría, y también quienes están alineados con el gobierno provincial, que han sabido sacar provecho de esta relación, como por ejemplo “designar” a los funcionarios de la secretaría de Trabajo y sus delegados.

El gremialismo activa su olfato político, y sabe que se vienen tiempos electorales y la posibilidad de sumar votos a las propuestas partidarias con un beneficio sectorial posterior.

La CGT nacional reconoce la división en zonas y avala, hasta el momento sus normalizaciones, tanto en la Zona Atlántica como la Andina, que ya iniciaron sus propios procesos y ahora continuará en el Alto Valle, para la segunda quincena de octubre.

En esta tarea se muestra activo Rubén López, de la fruta, con aceitadas relaciones con Alberto Weretilneck. Recientemente anunció que aportó 3.000 fichas de afiliación a JSRN y se le adjudica el patrocinio de la designación de Lucas Pica, en la secretaría de Trabajo.

López busca controlar esa relación entre gremios y gobierno, mantiene distancia con los principales caciques sindicales, como Rubén Belich y Juan Carlos Scalesi, pero tiene ascendencia sobre otros sindicatos.

La lógica de pensamiento de la CGT nacional se replica en Río Negro: unidad para enfrentar situaciones desfavorables para las fuerzas del trabajo, sobre todo partir de las relaciones entre los gobiernos y el sector empresarial y a la luz de los ajustes en el Estado.

Desde el gobierno ven con buenos ojos contar con gremios aliados, en épocas donde se suceden planes de lucha, pedidos de actualización salarial, con pronósticos de desocupación y con las economías regionales en retroceso.

Basta el ejemplo de la fruticultura, donde se conjugan distintos gremios como la fruta, hielo, empaque y transporte; la actividad turística con gastronómicos; el conflicto minero en Sierra Grande, entre otros.

Un capítulo aparte representa el caso de los gremios con afiliados en el Estado, como ATE, UNTER y Judiciales con una historia de mayor actividad en los reclamos en defensa de los intereses de sus afiliados y presencia en las calles de la provincia, que además forman parte de la CTA.

Nada de lo que se resuelva estará alejado de la política y de la puja por ocupar espacios que reclama el movimiento obrero cada vez que se aproximan los tiempos electorales.

Según un somero relevamiento de ADN, hay organizaciones sindicales que ven orfandad en el PJ, a la vez que nadie cierra las puertas al diálogo con el gobernador Weretilneck.