Bajo presupuesto: Científicos advierten «desmantelamiento» del Ministerio

El proyecto del presupuesto 2017 planea una reducción histórica para el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MINCYT) en relación a lo que se invirtió durante los últimos 7 años. Algunos especialistas hablan de un recorte histórico, ya que la fracción del gasto total asignado para esa cartera varió entre el 0,7 y el 0,8% del presupuesto entre 2009 y 2015, en 2016 ya fue reducida al 0,65%, y para 2017 el Gobierno tiene pensado llevarlo a un 0.59%, el número más bajo para esta cartera desde su creación a fines de 2007. Esto representa casi unos 6 mil millones de pesos menos que en 2015, y unos 14 mil millones menos que en 2014. En el Gobierno sostienen, sin embargo, que en relación al presupuesto general, “la ciencia no está en una situación de riesgo”.

La información sobre el recorte -publicado por el diario Clarín- surge de una comparación histórica del presupuesto para el MINCYT hecha por el Doctor Fernando Stefani, del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. El informe tiene en cuenta los presupuestos a año vencido (es decir, lo que se gastó realmente) entre 2009 y 2016, en relación a la evolución del tipo de cambio. Para comparar los presupuestos de gestión de un año a otro, Stefani calculó su valor en millones de dólares. También, claro, comparó su peso en porcentaje sobre los gastos totales de la administración nacional, donde se ve la reducción del peso de Ciencia y Tecnología. Los datos son públicos y coinciden con los oficiales que difunde el Ministerio de Economía.

El doctor Stefani advierte que la baja ya se percibe con el presupuesto que se aprobó durante el último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner con un dólar proyectado a 10, que luego se fue a 15 este año. Pero advierte: «Veníamos de una situación crítica pero viable. Con el proyecto para 2017, se pasa a una situación de desmantelamiento».

Para comprender la forma en la que se divide el presupuesto del ministerio es necesario desagregar las distintas partes que componen la «jurisdicción» MINCYT. Esta se conforma de tres «entidades»: la 336, que es el funcionamiento propio del ministerio; la 103, que es el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET); y la 106, que es la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). Es importante entender que estas instituciones no agotan la producción científica en el país, pero sí que son las más representativas. Por definición, el Ministerio conducido por Lino Barañao es el punto de referencia para la ciencia a nivel nacional.

La única entidad que se mantiene estable respecto del año anterior es el CONICET (que dedica casi el 90 por ciento de su dinero a pagar los salarios de los investigadores de planta): tanto el presupuesto destinado a los gastos propios del Ministerio como el de la CONAE bajan.

“Formar un investigador científico lleva muchos años. Una carrera universitaria en ciencias lleva mínimo seis años. Luego, un doctorado requiere otros cinco. Si a eso se le suman de dos a cinco años de experiencia posdoctoral, tenemos entre 13 y 16 años de formación, para tener una persona que es capaz de plantear una pregunta científica y resolverla de manera independiente”, explica Stefani a Clarín. Además, el científico, que se dedica a la física experimental, recalcó el rol de la ciencia en las economías que se desarrollaron en los últimos años: “No hay país que haya crecido en el último tiempo que no haya apostado a la ciencia, China y Corea del Sur son algunos ejemplos”.

Por estas razones, alerta, bajar el financiamiento del Ministerio tiene varias consecuencias negativas: “Si uno interrumpe el financiamiento del sistema científico, no sólo se pierden oportunidades de beneficios por la generación de conocimiento, sino que se desecha la inversión realizada. Las investigaciones en otros lugares del mundo continúan avanzando”, analizó. Además, si bien el presupuesto ejecutado muchas veces termina siendo superior al aprobado, para Stefani “la intención y la prioridad de invertir o no en el Ministerio de Ciencia se ve en el presupuesto proyectado, no en el ejecutado”.

Durante la semana pasada hubo revuelo por las cifras en torno al presupuesto. Según el investigador principal del Centro de Implementación de Políticas Públicas (CIPECC), Walter Agosto, hay dos cuestiones a tener en cuenta a la hora de analizar un presupuesto. Este puede ser analizado por finalidad y por ministerio. Cuando se habla de finalidad, las referencias son todas las cuestiones que tienen un impacto en la ciencia pero que no salen propiamente de su ministerio (por ejemplo, ARSAT fue financiado en parte por el Ministerio de Planificación Federal, no directamente por Ciencia). “Si se analiza la finalidad de Ciencia y Técnica, el presupuesto muestra un incremento de un 24,8%: está levemente por arriba del crecimiento del gasto, que está en 22%”, matiza Agosto.

Pero luego aclara: “Dicho esto, hay que desagregar la información. En lo que tiene que ver con el ministerio, pasa de un 0.6 por ciento, por más que esté redondeado en el proyecto del presupuesto, a un 0.59. Con estos números, en cuanto a la finalidad, hay una mejor perspectiva. Pero el Ministerio y la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCYT) -que muestra una caída nominal- en particular, no tanto”.

El factor de la ANPCYT es clave. “La agencia”, como le dicen los científicos en la jerga, es el programa que financia las distintas investigaciones científicas de todo el país. Allí el recorte es nominal: 410 millones de pesos, respecto al presupuesto de este año, achicándose así un 32,3 por ciento.

“La Agencia es el caso más dramático, porque se recorta nominalmente. No se puede discutir. La fracción del gasto es menor, y para poder mantener funcionando algo hay que, por lo menos mantenerlo. Esta se reduce en pesos, de este año al siguiente”, explica Stefani. “Esto es importante que se entienda en la sociedad. No se trata de un reclamo sectorial que quiere mejores condiciones. Estamos hablando de mantener funcionando un activo del Estado argentino muy valioso que es su sistema científico. En el mundo de hoy no existe un desarrollo económico sin ciencia y tecnología”, agrega el físico.

La postura de Lino Barañao, el ministro de Ciencia y Tecnología, quedó clara luego de la sesión en Diputados de la semana pasada, en la cual se discutió la partida asignada a su cartera: es optimista respecto de que el presupuesto se va a mejorar en su versión definitiva. Él mismo pareció llevar la cuestión, sin embargo, a un extremo: había asegurado que con este presupuesto podrá llegar apenas a mitad del año que viene.

Por eso desde el MINCYT, hoy, aguardan al 19 de este mes con ansias: esperan que cuando se discuta el proyecto del presupuesto en Diputados haya una mejora en ese 0.59%.