En defensa propia. ADN

Es difícil encontrar consensos en la dirigencia política rionegrina. Aún en los temas de agenda común. El oficialismo hizo un culto de la «defensa de los intereses de los rionegrinos», pero hace agua cuando algunos de ellos se ven afectados. La oposición aprovecha esos espacios. Así y todo, no logra mostrarse como una alternativa de gobierno. Todos hablan en nombre de intereses colectivos, pero hasta acá, sus acciones demuestran que actúan en defensa propia.

Esta semana la Federación de Entidades de Combustibles presentó un proyecto para quitar el beneficio del precio diferenciado de las naftas en la Patagonia. Fue elevado a la vicepresidenta Gabriela Michetti, quien -a través de sus asesores- prometió derivar el tema a la Comisión de Energía y Minería del Senado de la Nación.

Los estacioneros quieren que la Patagonia también pague el Impuesto a la Transferencia de Combustible, y retrotraer el efecto de la Ley que impulsaron los senadores Miguel Pichetto y Guilermo Pereyra. Otro golpe a la región, que ya debió agruparse para defenderse del tarifazo del gas. Estas medidas -impulsadas o avaladas por el gobierno nacional- tienen dos características similares: desconocimiento de la problemática y centralismo financiero.

Inmediatamente, las senadoras Silvina García Larraburu (FpV) y Madgalena Odarda (CC-ARI), junto al diputado Martín Doñate (FpV), salieron a oponerse a la medida. Silencio (obvio) del PRO y de Juntos Somos Río Negro.

El gobierno de Alberto Weretilneck suele tener reacción tardía en estos temas. Incluso hasta moderada según el caso. Actuó enérgicamente cuando se opuso al fin de los reembolsos de los puertos patagónicos y a la creación del fondo del conurbano. Fue más tenue en el tarifazo de la luz y el gas.

Sin embargo, la Casa de Río Negro en Buenos Aires hizo reservas para Weretilneck, el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Marcelo Martín, el secretario de Energía, Sebastián Caldeiro, y el presidente del INVAP, Héctor Othegui, para asistir a la audiencia pública el 16 de septiembre en la Usina del Arte, donde se debatirá el incremento tarifario del gas.

Los contrastes son habituales. Esta semana, Río Negro encabezó dos reclamos en el Parlamento Patagónico: el ingreso de carne con hueso desde La Pampa y la posible salinización del río Colorado si se abre el «Tapón de Alonso». Es cierto que la disputa es con Santa Rosa, pero la comitiva rionegrina también expresó la voz de Chubut y Neuquén. Además, el temor es que La Pampa avance con el loby en Buenos Aires. Las últimas novedades indicaban que el gobierno de Carlos Verna había logrado convencer al ministro de producción nacional, Ricardo Buryaile, de romper la barrera sanitaria norte.

Ninguna de estas problemáticas ni otras, como el cierre del programa de lucha contra las adicciones PAIS, los planes nacionales educativos como el FINES, y otras tantas políticas de contención e inclusión social han logrado unificar al arco político rionegrino. Ni siquiera la pelea por la coparticipación. Pese a que todas y cada una, son en clara defensa de los intereses de los ciudadanos de Río Negro.

Estos actos sectoriales quedan plasmados en la política doméstica. No avanzó la idea de generar un acuerdo político, económico y social. Las posiciones en la Legislatura son cada vez más duras en las diferencias. Y los intendentes (agobiados por sus propios problemas) no logran ser los voceros de los problemas comunes.

Hubieron dos vectores en favor de Río Negro: la postergación del tarifazo, que evitó un fuerte impacto en la industria del Turismo en plena temporada y el acuerdo de la devolución de la coparticipación, que otorgó normalidad en el pago de salarios. Sin embargo, persiste la crisis frutícola y la incipiente reactivación de la obra púbica no alcanza a contener los reclamos laborales del sector, y lejos está de provocar «derrame» sobre el resto de la economía.

Otro dato alentador (según los pronósticos del gobierno nacional) es que baja de a poco la inflación. De todos modos, los pronósticos más optimistas aseguran que el año cerrará en un 39%. Esto implica una pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores que cerraron paritarias a principio de año, por debajo de ese índice. La Casa Rosada y los gobiernos provinciales se niegan a reabrir la discusión salarial, y saben que se viene un cierre de año con movilización sindical. La CGT unificada y las dos CTA programan un paro nacional. En Río Negro ATE, UnTER y SITRAJUR ya iniciaron medidas de fuerza y amenazan con profundizarlas.

Mientras todo esto sucede, los partidos políticos comienzan a debatir estrategias electorales y candidaturas pensando en 2017. Por ahora los discursos son políticamente correctos y a coro dicen: «no es tiempo». Pero el movimiento existe.

El oficialismo y la oposición en Río Negro ya monitorean encuestas. Miden postulantes y posibles alianzas. Juntos Somos Río Negro tiene la obligación de ganar la elección. En los pasillos de Laprida y Belgrano aseguran que «no pasa nada si se pierde». Una reflexión que recuerda a Guillermo Barros Schelotto cuando dijo que «Boca no tiene la obligación de salir campeón». Al igual que el xeneize, el oficialismo tiene que salir a ganar. Pero hay cautela como en el vestuario. Irán analizando paso a paso para saber hasta dónde «involucrar» al gobernador en la elección. De todos modos, será difícil despegar a Weretilneck de la campaña. Es el político con más adhesión e imagen positiva de la provincia. ¿Los votos se transfieren?. No, pero ayuda que el gobernador se ponga al frente. Habrá que determinar quiénes son los candidatos. Hay experiencias positivas y negativas sobre gobernadores exitosos y malos candidatos: Horacio Massaccesi hizo diputado nacional a un ignoto Roberto De Barriazarra. Miguel Saiz no tuvo éxito con Hugo «Cacho» Cuevas.

En el peronismo hay optimismo. Evalúan que fueron muy buenas las últimas reuniones y que todo se encamina a la unidad y a la sumatoria de fuerzas afines para consolidar el Frente para la Victoria. Tienen detrás la historia de triunfos en elecciones intermedias. ¿Los escenarios son los mismos?. Claramente no. En ese espacio todo indica que la candidata será María Emilia Soria. ¿Qué hará el pichetismo? Los dirigentes que responden al Senador admiten que habrá unidad con el massismo. No está claro si será en 2017 o después. Por ahora juegan todos en el mismo equipo. Tanto, que habrá una reunión de legisladores con dirigentes para delinear la estrategia del último trimestre del año, cuando se abordarán, entre otros temas, los pliegos de licitación del agente financiero de la provincia y el Presupuesto. Lo que está claro es que habrá discusión sobre el rol de oposición. Hay legisladores que no coinciden con el perfil de «denunciador serial» de Nicolás Rochás. Esta semana la Justicia desestimó una denuncia suya contra el ex ministro de Economía, Alejandro Palmieri, por la toma de un crédito de 450 millones de pesos. Otras causas podrían tener el mismo destino.

El radicalismo está en una disyuntiva. Debe terminar de definir si integra Cambiemos o va con la lista 3. Se buscó la unidad pero en el diseño de lista única para elegir autoridades partidarias faltan los radicales PRO. El partido va en retroceso en la consideración popular (al menos así lo marca la última encuesta de Ricardo Vignone) y no logra armar una liga de Intendentes. Tiene una sola legisladora provincial. Los jefes comunales necesitan buenas relaciones con los gobiernos provincial y nacional y el Comité hoy no oficia de nexo con ninguno. Por eso, cada uno arma su contacto. Para colmo, el intendente de Viedma ha bajado mucho en las encuestas. Los viedmenses se quejan por la «gestión». Eso lo obliga a repensar la idea de mantenerse sin vacilaciones en la ortodoxia del radicalismo.

Por separado, el macrismo arma su estrategia. No reniega del apoyo radical, pero prefiere ser selectivo. Y busca incorporar peronistas e independientes. No ayuda la imagen del presidente Mauricio Macri. Cada vez más en baja su aprobación y crece su imagen negativa, superior a la de la ex mandataria Cristina Fernández de Kirchner. Tampoco tiene referencias territoriales sólidas. Su único intendente también ha bajado en la consideración de los vecinos. Aníbal Tortoriello ya no concita la aprobación mayoritaria de los cipoleños. A todo ello hay que sumarle la falta de un candidato. Ninguno de sus dirigentes «miden». Igualmente, confían en que la economía nacional repunte y la imagen de Macri también. Mientras tanto potencian la relación con los intendentes y les habilitan obra pública. El encargado es Juan Martín, coordinador del Ministerio del Interior. ¿Será el candidato?. Podría ser. Requiere de una fuerte instalación ya que su nivel de desconocimiento es alto. Pero falta mucho. Incluso en el macrismo aseguran que el desconocimiento del dirigente del PRO Roca «es tan alto como el de Luis Di Giácomo», ministro de Gobierno provincial, otro potencial candidato de JSRN en 2017.

El massismo definió presentar postulantes también. Se organiza desde las bases e incorporará dirigentes de otras extracciones, tal cuál el armado nacional. Avanzó en la conformación de un bloque patagónico. Y a medida que pase el tiempo, diferentes referentes nacionales «bajarán» a Río Negro en respaldo de los locales. Por el momento, en Tigre habilitaron a todos a jugar: sindicalistas, peronistas, radicales e independientes. Quienes llevan la delantera y tendrán a su cargo la organicidad, son los dirigentes que armaron el Partido Renovador y fiscalizaron la elección presidencial de 2015 para Sergio Massa. De todos modos, el armado final corresponderá a los avances que a nivel nacional existan en el posible acercamiento del Frente Renovador y el PJ.