Violencia de Género: un debate con la mirada puesta en el ombligo

(ADN) Río Negro fue sacudida por femicidios. Mujeres golpeadas y asesinadas fueron un marco preocupante que alcanzó su mayor estadío cuando en menos de 10 días tres mujeres encontraron la muerte en Bariloche. Cabe señalar que fueron más de ocho mil las denuncias de violencia de mujeres en los juzgados de paz provinciales, un número más que significativo (21 casos por día) al que se deben sumar otras denuncias policiales, en otros ámbitos judiciales y aquellas que nunca se exponen públicamente.

Un tema por demás trascendente, requiere seriedad y responsabilidad en su tratamiento en esferas oficiales. Hemos observado sin embargo, que en la Legislatura se abrió un debate que pareciera más una puja política entre oficialismo y oposición que buscar caminos de prevención y custodia de la vida de las mujeres rionegrinas.

No por ser más oficialistas se debe siempre proteger a las políticas del Ejecutivo, sobre todo cuando en el tema seguridad hay mucha tela para cortar, donde la respuesta policial –por ejemplo- no siempre es la adecuada ante las denuncias de mujeres que sufren violencia de género.

El debate tuvo como epicentro un viejo proyecto (del año pasado) de Alejandro Marinao, Susana Diéguez, Daniela Agostino y Jorge Ocampos, donde se pidió la Declaración de Emergencia Pública por la Violencia de Género, con el propósito de brindarle al gobierno herramientas administrativas y de urgencia para responder a esta problemática.

Pareciera que no fue interpretado de esta manera por los legisladores del oficialismo que rechazaron dictar esta emergencia. No se explicitó correctamente el motivo de esta reacción, cuando una lectura rápida permite deducir que se quiere desestimar un condicionamiento de la oposición legislativa al gobernador y por otra parte reconocer que en esta materia el Ejecutivo no respondió de acuerdo a la demanda ciudadana.

Se argumentó que la emergencia no soluciona el tema de fondo, lo que es cierto, y que hay que buscar medidas de fondo, también cierto, pero mientras llegan esas respuestas no está demás haber aprobado aquella iniciativa del año pasado porque también es una respuesta que la ciudadanía reclama y además es un gesto y un mensaje del propio Ejecutivo.

Vale una sola mención, la legisladora Valdebenito manifestó que aceptar la emergencia es naturalizar el tema, una manera de minimizar la violencia que existe más allá de la apreciación y la voluntad de los legisladores y los gobernantes. Si naturalizar es reconocer el problema, es el primar paso correcto para luego buscar las soluciones.

Claro que todos los posicionamientos son políticos, de uno y otro lado, y bienvenido que así sea, porque el parlamento es el lugar del debate donde no siempre el oficialismo debe actuar bajo la premisa de la “obediencia debida”.

Fue un debate estéril, principalmente porque la gravedad de esta problemática en Río Negro requiere del aporte del conjunto ya que es una cuestión de Estado, donde no deben estar presentes tironeos egoístas.